Margarita Zuluaga Esquivel
Colaboradora
La persona que le sirve un perro caliente, preparado en un puesto de comidas ubicado en la vía pública, puede tener varias coincidencias con el obrero que todas las mañanas sale agitado del metro hacia las colinas de El Poblado a pegar ladrillos en una obra en construcción.
Sus realidades pueden coincidir en que no terminaron el bachillerato, provienen del sector rural, tienen varias personas a cargo y su trayectoria laboral está conformada por oficios en los que les pagan un salario sin seguridad social (salud y pensión).
Dicho perfil caracteriza a quienes se dedican al sector informal laboral, que es parte del objeto de estudio de Racionamiento de empleo formal e informalidad: el caso de Colombia, investigación publicada en el Journal of International Development por Gustavo Adolfo García Cruz, profesor del Departamento de Economía de la Universidad EAFIT, en alianza con Érika Raquel Badillo Enciso, investigadora de la Universidad Autónoma Latinoamericana (Unaula).
La investigación se orientó hacia una pregunta en particular: ¿cuáles son los factores determinantes para ubicarse en el sector informal? Teniendo presentes las características del perfil de los informales y la demanda laboral de un país en vías de desarrollo, la respuesta encierra cierta obviedad.
Al respecto, explica el profesor Gustavo García, hay una restricción en los puestos de trabajo formal llamada “racionamiento del sector productivo”, es decir, no solo las características personales hacen a la gente más propensa a trabajar en el sector informal, sino que la economía no genera los suficientes empleos formales para absorber toda la mano de obra existente.
La mayoría de informales son involuntarios
La informalidad laboral ha sido objeto de estudio desde la década del setenta cuando comenzó a tener relevancia el término “sector informal” y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) le prestó atención a ese tipo de economía generadora de empleo. Sin embargo, para la época las estadísticas no eran muy acertadas debido a la escasez de información. A partir de la década de 2000, con la Conferencia Internacional de Estadísticos del Trabajo se avanzó en el tema con la elaboración de directrices para “incrementar la disponibilidad y la calidad de las estadísticas”.
“Hay una alta correlación entre informalidad y subempleo que hablan de la calidad del empleo que se genera en Colombia”: Gustavo García.
Para contribuir con el conocimiento en este campo, en su estudio los profesores Gustavo García y Érika Badillo identifican dos tipos de informales: los voluntarios y los involuntarios. Los primeros prefieren evadir la formalidad porque para ellos la informalidad representa ahorrarse el pago de la seguridad social. Los segundo, por más que busquen nunca van a encontrar un puesto de trabajo debido al racionamiento del sector productivo y al poco estudio que tienen. De hecho, según la investigación, el 70 por ciento de los informales involuntarios no terminaron la educación secundaria.
Aunque esa heterogeneidad del empleo informal no solo es propia de Colombia, sino de otros países de la región, lo que realmente preocupa es la cifra predominante de informales involuntarios que representan el 62 por ciento del total de informales, señala la profesora Érika Badillo, para quien las limitaciones para generar empleo de buena calidad que tiene el sector productivo moderno del país conlleva que quienes no logran engancharse en la formalidad tengan que ubicarse en la informalidad como una manera de subsistencia.
El 62 por ciento de trabajadores informales son los más precarios en relación con la educación, la escala de producción y las peores condiciones laborales.
Según las estadísticas del DANE para el segundo trimestre de 2018, la cifra de personas en la informalidad –en las 13 principales ciudades del país– estaba en 47,3 por ciento, en tanto que en el mismo periodo de 2017 la cifra de personas en la informalidad se registraba en 46,8 por ciento, lo que indica un leve repunte en 2018.
Pero hay cifras más dramáticas en la informalidad laboral, pues recientemente la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC) reveló que hay un 88 por ciento de informalidad en la contratación del trabajador rural.
Por otra parte, la edad es otra variable que dificulta conseguir un empleo de calidad. “Cuando se es muy joven no se cuenta con el capital humano y la experiencia suficiente para conseguir un empleo formal. Inclusive notamos que el primer empleo es de tipo informal, así como los canales de búsqueda del empleo, pues generalmente se busca por canales informales como referencias por amigos y familiares. Cuando los individuos tienen mayor edad, el capital humano se deprecia y es más probable ubicarse en la informalidad”, indica el profesor Gustavo García, quien acota que las mujeres, aunque son más educadas, también son más propensas a caer en la informalidad, simplemente por discriminación.
¿Y qué hacer?
Encontrar tantos negocios de ventas de comidas callejeras no es fortuito, pues el gran proveedor de empleo informal es el comercio, a diferencia de los sectores servicios e industrial que en los últimos años han optado por la mano de obra cualificada. Aunque puede considerarse como una salida digna mientras se consigue un empleo con prestaciones sociales, lo cierto es que estar en la informalidad encierra diferentes dramas sociales.
La salida a esta problemática puede ser una política pública. “Para incentivar la formalidad es necesario combinar políticas que apoyen sectores altamente productivos que generan empleos de buena calidad y demandan mano de obra calificada –por ejemplo, la agroindustria y los servicios financieros–, con políticas de educación y formación de los trabajadores”, apunta Érika Badillo, integrante del Grupo de Investigaciones Económicas (Ginveco) de Unaula.
Otra salida es la educación y no necesariamente la profesional. En Colombia la pirámide laboral está desajustada, hay sobreoferta de profesionales y el mercado laboral requiere de técnicos y tecnólogos, así que también hay que generar políticas gubernamentales para orientar a los bachilleres hacia carreras académicas cortas.
En resumen, indica la investigación, migrar de la informalidad laboral a la formalidad es posible gracias a la suma de variables como la productividad empresarial, la capacitación de los individuos y la política pública que premie a aquellos empleadores que generen más puestos de trabajo.
Lo que se puede concluir
- La informalidad laboral es heterogénea, lo que implica que debe haber políticas focalizadas dependiendo del tipo de informal, para intentar mitigar este fenómeno tan persistente en el mercado laboral de Colombia.
- Es necesario buscar las soluciones por fuera del mercado laboral, es decir, mirar la estructura productiva y estudiar cuáles son los sectores económicos que potencialmente pueden ser más productivos para que generen puestos de trabajos de calidad.
- Hay que incrementar los niveles de calificación de los trabajadores, de tal forma que haya una combinación adecuada entre capital físico y humano que genere incrementos sostenidos en la productividad de las empresas.
Investigadores
Gustavo García Cruz
Economista y magíster en Economía Aplicada, Universidad del Valle; magíster en Economía Aplicada y PhD en Economía Aplicada, Universidad Autónoma de Barcelona (España). Es profesor asociado en el Departamento de Economía e integrante del grupo Research in Spatial Economics (Rise), de la Universidad EAFIT. Ocupó una posición posdoctoral en la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes. Ha sido consultor para el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo en temas de informalidad y mercado laboral para Ecuador.
Érika Raquel Badillo Enciso
Economista, Universidad del Valle; magíster en Economía y PhD en Economía, Universidad de Barcelona (España). Es profesora de la Facultad de Economía e integrante del Grupo de Investigaciones Económicas (Ginveco), de la Universidad Autónoma Latinoamericana. Ha sido investigadora del Centro de Investigaciones y Documentación Socioeconómica (Cidse), de la Universidad del Valle, y del AQR-Group de la Universidad de Barcelona en temas de crecimiento económico, mercado laboral y economía de la innovación.