La muerte de 700 inmigrantes africanos, tras el naufragio de un barco frente a las costas de Libia, volvió a volcar la mirada sobre un tema que, aunque es histórico, ha aumentado en los últimos años, con consecuencias como las que pudieron observarse por los medios de comunicación.
Y es que, según informó la BBC, en lo corrido de 2015 han muerto 1.600 personas al intentar cruzar el mar Mediterráneo, sumándose a las 3.200 víctimas que dejó la crisis migratoria el año pasado en ese continente.
“Aunque el porcentaje de la población migrante en el mundo es pequeña con respecto a la población mundial, la tasa de crecimiento del fenómeno es considerable, lo que implica que sus manifestaciones serán crecientes y, posiblemente, las soluciones se tornarán cada vez menos efectivas”, alerta Juan David Escobar Valencia, director del Centro de Pensamiento Estratégico de EAFIT.
En el contexto local, el hecho de que Colombia y Antioquia estén en la ruta de migración a los Estados Unidos obedece, según Sandra Milena Santamaría Álvarez, profesora del Departamento de Negocios Internacionales de EAFIT, a varios factores, entre estos la presencia de los llamados “coyotes” o individuos que facilitan el tráfico ilegal de personas entre países.
“Además, al parecer, existen conexiones transnacionales de actores ilegales de diversas fuentes relacionados con este negocio en Colombia, México y otros países de la región, y una cierta facilidad para obtener documentación falsa en Antioquia que permitiría viajar con una mayor grado de tranquilidad”, sostiene la docente.
De acuerdo con la académica, algunas de las personas que usan este canal piensan que se pueden mimetizar fácilmente entre la población indígena y afrodescendiente de Antioquia, al tratar de pasar inadvertidos, pero el problema surge cuando tienen la necesidad de hablar, debido a que muchos de ellos no conocen el idioma.
La profesora afirma que la mayoría de los migrantes colombianos son migrantes económicos, es decir, que se han desplazado a otros países como los Estados Unidos, España y Venezuela, en busca de mejores condiciones de vida y salarios para ellos y sus familias.
Otro punto sobre el que llama la atención es que los migrantes colombianos representan alrededor del siete por ciento de la población educada del país, lo que puede indicar que corresponde a un fenómeno de “fuga de cerebros”.
Menciona, así mismo, que algunas personas migran de forma irregular a países como los Estados Unidos y otras naciones fronterizas, o lo hacen de forma regular pero no regresan, convirtiéndose en inmigrantes irregulares, quienes, en algunos casos, solicitan asilo político.
“En el caso colombiano también es importante mencionar que la migración internacional ha sido permeada por el tráfico ilegal de personas y la trata de blancas. Igualmente, como se ha visto en noticias recientes, Colombia se ha convertido en paso obligado de inmigrantes de otras naciones que desean cruzar la frontera México-Estados Unidos de forma ilegal”, asegura Santamaría.
Soluciones
Para Escobar Valencia, las soluciones para este fenómeno son muy difíciles, porque, aunque existan razones humanitarias que exigen respuestas, las salidas tienen tantas variables a considerar, y la interacción entre Estados es tan compleja, que la fórmula para el tratamiento e idealmente la eliminación a las migraciones no deseadas no parece existir todavía.
“Los factores legales no están del todo definidos y, aunque existieran, las implicaciones políticas y electorales hacen que las decisiones no siempre se tomen. Particularmente, cuando las circunstancias económicas no son buenas, los inmigrantes que ingresan a un país sin autorización se convierten en combustible para las protestas por el sentimiento de amenaza que representan a sus posibilidades de solución, como es el caso de Europa actualmente”, añade el profesor.
Sandra Santamaría explica que los países receptores generalmente delinean políticas especiales que determinan el tipo de migración que desean promover y el que desean limitar, por lo que, en la mayoría de los casos, los países desarrollados, que son los receptores de la mayor parte de los migrantes del mundo, promueven la inmigración de personal capacitado y del que hay poca oferta local.
“En lo político el tema de la migración es muy sensible, pues muchos ciudadanos consideran que no trae beneficios sino costos, por lo que se convierte en una herramienta de política y campaña. Para desmotivar la migración se refuerzan las fronteras, se establecen requisitos de visado, etcétera. Sin embargo, en algunos casos estas herramientas no has sido efectivas y no desmotivan la migración”, dice la analista.
En palabras de Juan David, proponer soluciones cuando los costos de estas las pagan los demás, es una solución fácil pero irreal, de manera que en caso de existir estas, deben implicar esfuerzos y acciones conjuntas, en especial del lugar de origen, porque si las circunstancias que motivaron la emigración no se resuelven, la atención a casos particulares de hoy, no resolverá la avalancha de migrantes posteriores.
“La migración ilegal internacional no encontrará pronto una solución que tenga consenso y la aplicación puede ser menos viable aún. Aunque suene pesimista, seguiremos viendo más casos como el de los días recientes, y la falta de una solución efectiva lo que hará es que las comunidades que tienen pocas opciones sigan considerando que los riesgos son mucho mejores que su situación actual”, puntualiza el profesor.
Contexto económico de la inmigración
“Aunque la migración ha sido un fenómeno presente en la historia de la humanidad, debe mirarse desde perspectivas sociales, históricas y económicas, y se observa que el crecimiento de la actividad económica global ha aumentado la migración”, explica María Alejandra Gonzalez-Perez, coordinadora del Observatorio en Comercio, Inversión y Desarrollo de EAFIT.
De esa forma, refiere que la emigración, desde el punto de vista económico y sociológico, puede explicarse como un mecanismo de búsqueda de mejoramiento de acceso a recursos económicos y de calidad de vida, aunque aclara que puede ser voluntaria o forzada.
“En momentos de bonanza económica, los trabajadores inmigrantes pueden ser vistos en algunos casos como fuerza laboral calificada e importante para los países que se encuentran en apogeo económico y trabajadores que pueden ser considerados como fuerza laboral barata fácilmente reemplazable y adquirible en el mercado terciario o informal”, plantea Maria Alejandra.
Para Escobar Valencia, la inestabilidad de la economía mundial y las crisis económicas que afectan más a las personas con baja calificación y educación hacen que dichas poblaciones migrantes tengan que regresar a su país de origen, sin alguna alternativa local que les garantice el nivel de ingresos que tenían.
Mayores informesAlejandro Gómez Valencia
Periodista Área de Información y Prensa EAFIT
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