Andrés Agudelo Toro vive en su propio planeta de los simios, pero a diferencia de la famosa franquicia cinematográfica de los años sesenta, este eafitense no tuvo que viajar a una galaxia lejana para relacionarse con los antepasados del hombre. El egresado de la Universidad está en Gotinga (Alemania), donde diariamente se encuentra rodeado por los más de 1.400 monos que habitan el Centro Alemán de Primates para buscar soluciones que mejoren la calidad de vida de las personas con problemas de movilidad.
A este instituto llegó hace un par de años para desempeñarse como investigador en temas de asuntos neuronales relacionados con estas especies, específicamente en los que tienen que ver con el movimiento de los dedos de las manos y sus representaciones en el cerebro.
"Muchos laboratorios en el mundo han descifrado cómo movemos nuestros brazos, pero el movimiento de los dedos, que es mucho más complejo, sigue siendo un interrogante", explica este egresado de Ingeniería de Sistemas y magíster en Matemáticas Aplicadas, quien agrega que esta labor se realiza mediante un robot que representa la capacidad de movimiento de un primate.
"La idea es que a través de los monos, que tienen movimientos muy parecidos a los de los humanos, podamos controlar directamente este robot. En eso ya llevamos bastantes avances y en este momento podemos obtener una predicción de hasta el 90 por ciento en el tipo de agarre que el mono está planeando hacer, basándonos solamente en señales de su cerebro", agrega el científico.
Todos los días, Andrés Agudelo se desplaza muy temprano hasta las instalaciones del Centro Alemán de Primates, (ubicado en uno de los campus de la Universidad de Gotinga), para reunirse con uno de los monos macacos que entrena. Su trabajo, como él mismo lo describe, consiste en enseñarle al animal a realizar una tarea manual, que se convertirá en insumo principal para los experimentos posteriores.
Cada uno de estos primates tiene implantado una serie de electrodos en su cerebro que le permite al eafitense, y a sus colegas investigadores, realizar una lectura de la actividad neuronal. "De esta manera, cuando ellos ejecutan una tarea, simultáneamente los datos de su cerebro están siendo decodificados.", apunta el investigador.
Según el ingeniero, un solo experimento de estos puede producir hasta 50 gigabytes de información, que luego pasan a ser procesados por el robot. Para esta labor, sus conocimientos en el área de programación también le han sido de utilidad, pues fue el creador de un decodificador que funciona en tiempo real.
"Básicamente traduce en cuestión de milisegundos la actividad de unos cuantos cientos de neuronas del mono, a funciones que pueden ser ejecutadas por el robot".
Las manos, continúa explicando, es una de las principales formas de comunicación e interacción con el mundo. Por eso entender cómo se representa su funcionamiento en el cerebro sería, por sí mismo, un gran avance en el conocimiento de la humanidad y podría beneficiar a personas que tienen problemas de movilidad.
Un recorrido no lineal
Andrés se refiere a su trayectoria investigativa como un recorrido "no muy lineal", pero que lo ha dejado explorar los diferentes campos en los que se ha formado. Su trabajo, por ejemplo, ha variado entre los campos de la educación a distancia, la robótica y, actualmente, el de la neurociencia y la experimentación con los monos.
Se trata de una exitosa trayectoria que agradece a su paso por EAFIT, a la que atribuye un ambiente de formación apropiado no solo para este campo, sino también para el emprendimiento.
"Tuve la oportunidad de interactuar directamente con profesores que habían trabajado e investigado en el exterior. Fue una experiencia que me abrió los ojos y me ayudó a darme cuenta que era posible hacer investigación avanzada con lo que aprendemos en Colombia, y que aquí también sería posible si tuviéramos los recursos", concluye.
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Alejandro Gómez Valencia
Periodista Área de Información y Prensa EAFIT
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