Podrían pasar días enteros y, aún así, Juan Gonzalo Betancur Betancur, coordinador del énfasis en Periodismo Digital, del pregrado en Comunicación Social de EAFIT, no acabaría de contar las historias que encontró en su travesía por el río Magdalena.
Necesitó cerca de 80 días para visitar más de 80 pueblos, “por un trayecto de 1.540 kilómetros entre carreteras y el río mismo, desde su nacimiento en el páramo de las Papas (conocido también como de Letras), en límites entre los departamentos de Huila y Cauca, hasta su desembocadura en Bocas de Ceniza, en el Caribe (Atlántico)”.
“Llevo 74 días de viaje porque me faltan unos tramos de Antioquia que ya conocía y tenía historias, pero quiero volver para tener unas fotos más recientes, es decir que en total son 80 días”, precisa.
Hace algunos meses volvió a los paisajes montañosos de Medellín, luego de terminar el semestre sabático brindado por la Universidad, durante el que desarrolló su crónica transmedia de viaje.
El Magdalena inicia su camino entre las nacientes cordilleras Oriental (derecha) y Central (izquierda).
La conexión de Juan Gonzalo con el río continúa latente -como cuando tuvo el sueño de recorrerlo a los 17 años de edad- a través de su proyecto Bajando el Magdalena, un sitio web que recoge su investigación periodística y relata los contrastes de los pueblos ribereños.
“Lo más bonito es que el río está vivo. Yo descubrí que el agua no es inerte, como nos enseñaron, sino que es un ser con vida que no quiere morir. Ese fue un gran descubrimiento que me hizo llorar”, comenta el profesor, quien dice que tuvo dos experiencias místicas que cambiaron su visión de la naturaleza.
“En Bocas de Cenizas a pocos metros vi algunas nutrias y, a tres metros del río, había una nutria que comía pescados. Descubrí entonces que un río tan contaminado tiene mucha vida donde uno no creería, lo que da cuenta de su gran capacidad de recuperación”, relata Juan Gonzalo.
En el camino el cruce fue con Luis Ferney Castro, quien llevaba 20 meses andando el país en silla de ruedas.
Los matices del río
Las historias que encontró el periodista están llenas de contrastes. Revelan desde episodios decisivos de la historia de Colombia, hasta leyendas de brujas que han sobrevivido por años a la tradición oral de los pueblos.
Se mueven entre la recreación de paisajes y poblaciones anónimas para el turismo, donde abunda la belleza, el colorido, la diversidad cultural y la denuncia de territorios olvidados por el Estado, con historias de hospitales abandonados, políticos corruptos y niños que no tienen acceso a la educación.
Aquí nace el río: en la laguna de la Magdalena, en el Macizo Colombiano.
“Me impactó mucho el desconocimiento que tenemos del país. Encontré, por ejemplo, que los pueblos indígenas de Colombia son muchísimos pero esa riqueza no la enseñan en el sistema educativo formal”, sostiene el periodista y añade que en el río abundan referencias geográficas que hablan de la historia de Colombia y que tampoco se conocen.
En sus palabras, además de encontrar que el devenir de Colombia y la geografía están resumida en el río Magdalena, también descubrió su abandono, con hechos que van desde la contaminación en la desembocadura del Río Bogotá hasta la corrupción, principalmente en el Magdalena Medio.
“En el sitio web hay muchas historias donde se exponen esos hechos, por ejemplo, en el relato Rabia con la maldita corrupción de Cantagallo se habla de un pueblo que en tres años tuvo 12 alcaldes porque a todos los destituían o iban a la cárcel. Un lugar con obras inconclusas a pesar de recibir muchas regalías petroleras”, explica.
En Bocas de Ceniza se documentó la historia de quienes pescan en el mar utilizando cometas.
El periodista también cuestiona las propuestas que una empresa extranjera hizo al Gobierno Nacional de construir 17 hidroeléctricas en el alto Magdalena, entre Huila, Tolima y Cundinamarca.
“La gente tiene mucho temor porque se perderían las tierras más fértiles para el cultivo, la ganadería, etc., pero eso no aparece registrado en los medios nacionales de comunicación”, afirma.
Todas esas historias de un río que, según Juan Gonzalo, fue olvidado en la década de los 60, a pesar de que fue la puerta de entrada de lo bueno y lo malo del país, podrán redescubrirse en los relatos e imágenes del profesor, quien opina que en las orillas del río se vive todavía. “Las personas tienen muy claro que este es un elemento muy importante para toda la nación”.
Festival Nacional de la Cumbia, en El Banco (Magdalena), una de las fiestas más importantes en el río.
Bitácora de viaje
Para desarrollar el proyecto de periodismo multimedial Bajando el Magdalena, Juan Gonzalo Betancur Betancur realizó cuatro viajes: el primero fue a la región del Alto Magdalena y lo hizo en carro por tratarse de una zona donde el río no es navegable.
El segundo recorrido tuvo lugar a la región del Magdalena Medio a bordo de bus, chalupa y, principalmente, moto por la facilidad para transportase entre los pueblos con ese medio de transporte.
“El tercer viaje lo realicé entre el Magdalena Medio, Barrancabermeja, Cartagena y Barranquilla. Entre Barrancabermeja y Cartagena navegué en un barco transportador de petróleo durante siete días”, recuerda.
Su último trayecto, para subir al Macizo Colombiano y conocer el nacimiento del río, lo hizo a caballo durante dos días de ida y dos de regreso.
“Quedé sorprendido porque en Facebook había pequeñas entradas con 150 likes. Se generaban muchas discusiones y las personas me aportaban videos, sugerían lugares para visitar, hoteles, comidas y contaban historias, entonces no solo fue mi relato sino el que la gente iba construyendo. Otra investigación surgió en el camino y, como periodista, tuve la apertura a dejarme guiar por el acontecimiento”, finaliza.
Mayores informes:
Juan Gonzalo Betancur
Docente Departamento de Humanidades EAFIT
Teléfono: 2619500 Ext.537
E-mail: jbetan38@eafit.edu.co