La transición hacia la paz es una construcción colectiva

Esa fue una de las conclusiones del seminario Lecciones y desafíos para la transición hacia a la paz, realizado en EAFIT, en conjunto con Proantioquia y Fescol, durante el 16 y 17 de abril. 

En el encuentro se presentaron experiencias internacionales, y se abordaron aristas como seguridad, desarrollo social y económico; participación de los territorios más afectados por el conflicto, y elementos de la política pública para la transición hacia la paz.

Eduardo Pizarro Leongómez, exembajador de Colombia ante los Países Bajos, presentó la conferencia: La Corte Penal Internacional y el proceso de paz en La Habana (Cuba). ¿Un obstáculo o un incentivo?, en la que planteó que no fue acertada la decisión de Colombia de haberse adherido al Tratado de Roma, en medio de un conflicto armado interno que hace más complejo el proceso de paz frente a los temas de justicia. 

“La gran pregunta es cómo lograr un equilibro entre justicia y paz no en el siglo XX sino en el siglo XXI, por los estándares de la Corte Penal Internacional (CPI) y, en ese sentido, yo creo que Colombia va a tener que hacer un gran esfuerzo para convencer a todos los actores, como las Farc y los agentes del Estado que se han desviado de sus obligaciones, de que no puede haber impunidad total”, señaló.  

Y es que según él, la CPI prohíbe las amnistías generales y sin condiciones que eran aceptables en el siglo XX, y permite amnistías parciales para combatientes que no cometieron crímenes de lesa humanidad o de genocidio, por lo que se debe construir un modelo que sea aceptable para la comunidad internacional.   

 

“Colombia está siendo vista como un globo de ensayo, en el sentido de cómo va a hacer para lograr justicia y paz. Puede ser el modelo para otros países si hace el ejercicio de construir un modelo de justica transicional del siglo XXI, respetando los estándares de la CPI, y adecuándose a las normas internacionales, pero al mismo tiempo logrando la paz. En los diálogos en La Habana puede ser un paradigma de estos procesos”, afirmó.  

  

Óscar Naranjo, general retirado y ministro consejero de Posconflicto, Derechos Humanos y Seguridad, habló la necesidad de reconceptualizar el posconflicto, en el sentido de  desencadenar una nueva etapa llamada construcción de la paz.

“Hablar de posconflicto significa tener la capacidad conceptual, filosófica, política para que estas tres visiones se integren y no produzcan exclusiones al final. El posconflicto nos corresponde a todos y va más allá de la visiones partidistas o sesgadas que puedan haber”, sostuvo Naranjo durante su conferencia: Elementos de una estrategia de posconflicto para Colombia.

Así mismo, declaró que el posconflicto significa reconocer las realidades de un país que parece desdoblarse en dos categorías: la urbana y la rural, y donde esta primera ve desde una zona de confort el conflicto, como un problema distante en la profundidad de la ruralidad colombiana.   

“Desde esta responsabilidad que hemos asumido para organizar al Estado y al Gobierno en materia de posconflicto, es necesario elevar la capacidad de planeación y tener garantías suficientes de que la ejecución se saldrá de los moldes tradicionales con que hemos actuado desde el Estado colombiano”, dijo.    

El General, además, consideró que para construir la paz se debe superar el desafío de llevar el mensaje de paz integrando las diferentes visiones sobre el tema, y, al mismo tiempo, reconocer las diferentes realidades urbanas y rurales porque esto es un proyecto de nación.

Entre los retos, además, el exdirector de la Policía Nacional mencionó el de tener la capacidad para la planeación y  ejecución de las estrategias necesarias tras la eventual firma de la paz, y evaluar con qué instituciones contamos para el posconflicto, pues la gobernanza ha estado signada por 50 años de guerra.

Naranjo, quien forma parte de un proceso de pedagogía sobre las negociaciones de La Habana (Cuba), declaró en su intervención que lo que está derrotado es el acceso al poder por la vía de las armas, pero aclaró que eso no significa que las Farc estén completamente vencidas. Recalcó que pensar en poner fin al conflicto es también la oportunidad de repensar la cotidianidad para que la vida sea el bien supremo.

Que la política colombiana necesita un debate basado en la verdad, la sinceridad y el respeto, y que lo que está en juego es que el discurso del miedo sea reemplazado por uno de confianza y esperanza, fueron dos puntos que resaltó en la conferencia.

En la jornada también estuvo Carlos Basombrío Iglesias, miembro de Wilson Center, quien presentó la conferencia: la experiencia del Perú en el posconflicto, Jorge Iván González, profesor de la Universidad Externado de Colombia dialogó de la convergencia regional y posconflicto, y Gonzalo Vargas Forero, profesor asociado del Cider, Universidad de los Andes, se refirió a la Responsabilidad social empresarial para la construcción de paz. 

“Las empresas tienen varias funciones importantes en relación con la construcción de paz. De hecho en Colombia varias compañías están haciendo cosas, aunque queda mucho por avanzar, pero hay muchas que están realizando contribuciones materiales significativas a la paz”, manifestó Vargas Forero.

En su concepto, las empresas pueden construir la paz, al estar comprometidas por respetar los derechos humanos, crear mecanismos para evitar que los empleados violen esos derechos, además de generar alternativas para los desplazados, las víctimas de la violencia y los desmovilizados. 

En ese sentido, Jorge Mario Díaz, vicepresidente de Gobernanza de la Cámara de Comercio de Bogotá, quien opinó sobre el sector privado y construcción de paz, explicó una iniciativa liderada por esa entidad, basada en la convicción de que entidades como las cámaras de comercio pueden contribuir a generar una narrativa diferente desde el sector privado, en un escenario de construcción de paz, al ser las empresas actores fundamentales.