Un año de muchas experiencias, vivencias y aprendizajes fue lo que ganaron María Isabel Rebolledo Jiménez, María José Barreto Escamilla y María Paula Zapata Lopera, estudiantes de último semestre de Ingeniería de Procesos de EAFIT.
Ellas viajaron gracias a la beca Jóvenes Ingenieros otorgada, por el Deutscher Akademischer Austausch Dienst (Daad), que en español significa Servicio Alemán de Intercambio Académico.
María Paula relata que la convocatoria llegó en 2013. "Esta la enviaron a todos los estudiantes de ingenierías que estaban dentro del 15 por ciento de los mejores promedios. Después nos invitaron a una conferencia para conocer más sobre el tema y me pareció interesante y, aunque no me hice ilusiones, decidí aplicar porque cumplía con el perfil".
Sin embargo, pese a lo que pensaba, pasó. Ella y sus compañeras estaban entre las 20 personas elegidas para participar por los seis cupos que ofrecía la beca. Para ganarse el derecho, estudiaron alemán durante un año en el Centro de Idiomas de EAFIT. "Nos sirvió muchísimo para poder desenvolvernos en Alemania, pero enfrentarse a este cuando ya estás allá fue un gran reto", dice María José.
Después de entrevistas en español, inglés y alemán con la encargada del Daad y con el decano de la Escuela de Ingeniería de EAFIT, finalmente escogieron a seis personas del país, entre esas ellas tres, un gran orgullo para la Universidad.
Estudiar y trabajar
María José, María Isabel y María Paula al llegar a Alemania se trasladaron a Magdeburg, una ciudad al occidente del país para asistir a su nueva universidad: Otto-Von-Guericke Universität. "La metodología es totalmente distinta, la relación entre el profesor y los alumnos es muy distante y el objetivo es que los estudiantes vayan a las clases y al final del semestre estudien para un examen que vale, en la mayoría de los casos, el ciento por ciento de la nota" cuenta María José.
La beca también les permitió hacer su periodo de práctica remunerada. María Paula lo hizo en Kassel, una ciudad en la zona central del país, en la empresa K + S Kali, dedicada a la extracción y procesamiento de potasa y sal, minerales que se usan en la industria alimenticia, farmacéutica, y química.
Badische Anilin- und Soda- Fabrik (Basf), ubicada en la ciudad de Ludwigshafen, fue la compañía donde María José pudo aplicar sus conocimientos en el campo de la producción de todo tipo de productos químicos.
Por su parte, María Isabel, fue condecorada con el Gold Award, un reconocimiento otorgado por Dow Chemical, una de las compañías en la industria química más grandes del mundo en la que ella realizó su práctica, en la ciudad de Leipzig. "Lo que hice fue un sistema de separación del agua de un producto químico contenido en el petróleo que se llama C9", explica.
Una universidad distinta, un sistema de educación diferente y un idioma nuevo se sumaron a otros desafíos que debieron sortear como el clima, la soledad en algunos momentos y la distancia de sus costumbres y creencias.
"Es un reto. Esta experiencia me llevó a convertirme en una persona mucho más independiente, a resolver problemas sola y tomar las decisiones correctas, a valorar a mi familia y a apreciar lo que tengo", cuenta María Paula con una sonrisa.
María José añade: "Uno no sabe qué es el frío. En Alemania es vivir, alimentarse, comportarse de otra forma", dice y la complementa María Isabel afirmando que fue una gran oportunidad, "probablemente iré a hacer la maestría. En el tiempo que estuve allí pude viajar y conocer mucho más sobre la cultura europea. Recomiendo enteramente esta experiencia".