Resalta por su energía y carisma. Alto, de cabello abundante y con una barba tupida y rojiza como uno de sus colores favoritos. Así es Santiago Martín Zubieta Ortiz, de 23 años, un practicante paisa que trabajó en Google hasta el pasado octubre.
Pero, más allá de haber aportado sus conocimientos en una de las más grandes empresas del mundo, este eafitense, que cursa octavo semestre de Ingeniería de Sistemas, vivió una importante experiencia haciendo lo que más le gusta: la programación.
"A mí desde 'chiquito' me gustaba la tecnología pero no había explorado la programación, y como también me encantan las matemáticas decidí estudiar esta carrera", cuenta.
La historia de su vinculación a Google comenzó en 2014 cuando asistió a las charlas que realizan los reclutadores universitarios de esta compañía cada año en la Universidad.
"Ahí te hablan sobre cómo es la vida en Google, en qué se trabaja, cuáles son los beneficios de estar vinculado con ellos, incluso, te proporcionan herramientas para presentar la hoja de vida adecuadamente, y también te explican cómo y dónde aplicar", relata este eafitense, amante del rock.
Al salir de la charla Santiago se 'puso las pilas'. "Primero envié la hoja de vida. Ellos le prestan particular atención a las actividades extracurriculares y a los cursos realizados, mientras que a las calificaciones no le dan tanta relevancia porque, en su concepto, una nota no les dice mucho", afirma el alumno.
Y es que, en ese sentido, Santiago tenía sus ventajas, pues en sus tiempos libres había competido en concursos de algoritmos, principalmente, en el desarrollo de aplicaciones para Android y la web. Además había sido monitor en diferentes materias de su carrera y todo esto le sumó para ganarse la oportunidad.
A trabajar con los más grandes
A comienzos de 2015 su actual jefe lo contactó para un proyecto con Google Play Movies -el equivalente a Netflix pero de Google-. Según él, la oficina de Mountain View es muy global, tiene cerca de 20.000 empleados de los casi 50.000 que hay en el mundo.
"Ese es el destino predilecto para los practicantes. Uno encuentra gente de todo tipo de orígenes, parece una oficina de las Naciones Unidas, y en California hay demasiadas actividades que hacer y que se disfrutan mucho en compañía de otros aprendices", dice Santiago, quien, con un marcado acento paisa, asegura haber extrañado mucho a uno de sus mejores amigos: su perro Martín.
Además de cubrir la mayoría de los gastos, Google les da a sus practicantes una bicicleta para transportarse, también alimentación y lugares de esparcimiento dentro de las instalaciones como restaurantes, cafés y lavandería.
Esta experiencia y su amor por lo que hace lo han llevado a pensar en su futuro. "Creo que lo mejor de todo fue la gente que conocí. Fue una práctica increíble, aprendí muchísimo. Ahora mi prioridad, luego de graduarme, será estudiar una maestría y después pensaré en volver", puntualiza.