Ya casi eran las 3:00 p.m. del 17 de septiembre. Un fuerte aguacero acompañaba las labores de ingeniería para arreglar la suspensión del vehículo, los ajustes del guacal para transportarlo y el afán por llegar al aeropuerto antes de las 5:00 p.m. para la respectiva revisión de aduanas. Se trataba de llevar en perfectas condiciones a Cambria, el vehículo electro solar de la Universidad que participó el 24 de septiembre en el Ilumen European Challenge, en Zolder (Bélgica) y que resultó ganador del premio al espíritu del evento.
Algunos integrantes viajaron antes al país belga aún sin conocer el paradero del carro. Tenían varios días sin dormir y esperaban ansiosos la llegada de su creación y del resto del equipo de trabajo que, como Elizabeth Correa Posada, estudiante de segundo semestre de Negocios Internacionales, pensaron que no podrían viajar por inconvenientes con sus tiquetes. “Incluso yo no tenía pasaporte porque nunca había salido del país y me lo entregaron justo horas antes de viajar”, indica la estudiante.
Al instalarse en los parqueaderos de la pista europea para abrir el guacal sabían que aún les esperaba una larga jornada de trabajo, pero allí se encontraron con una de las lecciones más importantes para sus vidas, pues los demás competidores vieron su necesidad de ensamblar a tiempo el vehículo y no dudaron en alentarlos y ayudarlos a cumplir con ese propósito. “Todavía recordamos el impacto que causamos en los demás equipos, todos le daban vueltas, lo trataban de tocar y nos ayudaron con sus herramientas a ajustarle los últimos detalles”, señala Manuela Palacio Díaz, estudiante de sexto semestre de Comunicación Social.
Cuando estuvo todo listo, Cambria EAFIT salió a eso de las 3:00 a.m. a enfrentarse a una de las curvas más complicadas de todo el circuito, llegando a 85 kilómetros por hora en un tramo que otros tomaban a máximo 40. En una de las vueltas logaron el segundo mejor tiempo, una estadística que alentaba a los eafitenses y generaba preocupaciones en los demás equipos.
“Nos cuentan los compañeros que en la torre de control hubo un silencio porque todos estaban impresionados, nuestras luces eran las más llamativas y abajo vimos como todos los competidores salieron a ver lo que pasaba y a planear nuevas estrategias”, agrega la comunicadora.
En la segunda vuelta se escuchó ¡fuoco, fuoco! El auto de atrás que conducía el equipo italiano anunciaba que había algo de fuego en Cambria. El carro de emergencias ingresó a recuperar el auto que empezaba a llenarse de humo por la quema de los motores. Un cable que regula la temperatura de estos no quedó bien ubicado. La carrera, por esta vez, había terminado para ellos.
Sin embargo, vinieron otros momentos de felicidad al recibir los reconocimientos al espíritu del evento y a mejor diseño. “Fue muy emocionante porque todos gritaban ¡Cambria Colombia!, nos pudimos subir al remolque que nos llevó a un recorrido por toda la pista. Nos dijeron que fuimos un equipo que trabajó fuerte, que vieron que lo dimos todo y que ese era uno de los objetivos del evento”, destaca Elizabeth.
Tres meses de arduo trabajo
Una reunión para convocar voluntarios de distintas escuelas de la Universidad fue el primer paso para que el proyecto tomara forma. “Fuimos muchos estudiantes de la Escuela de Administración y yo me quedé porque quería experimentar otras cosas fuera de los salones de clase”, dice la negociadora.
Los profesores e investigadores buscaban personas que ayudaran a organizar el proyecto, que consiguieran patrocinadores y se encargaran de toda la logística desde todas las áreas de conocimiento que fueran necesarias para que el carro pudiera participar.
En agosto comenzaron la recta final, faltaron a clase y pidieron permiso en las decanaturas para que les dieran el tiempo necesario para viajar sin afectar su rendimiento académico. “Nos turnábamos para madrugar, trasnochar y hasta teníamos colchonetas en el taller. Todos tuvimos un aprendizaje experiencial, aprendimos a soldar y a trabajar con elementos industriales, una actividad que nunca pensamos que íbamos a hacer”, dice Manuela.
Para su mentor, Jorge Andrés Barrera Velásquez, el experimento probo varias tesis al demostrar que se puede conformar un equipo multidisciplinar que logre importantes objetivos en poco tiempo, que se puede trabajar con una estructura de costos más eficiente al aprovechar los conocimientos de los estudiantes y comprobar que la Universidad está preparada para estos retos.
“Les entregamos a estos chicos la responsabilidad de hacerse cargo del proyecto, de que se involucrarán de lleno y lo lograron. Ahora están preparados para regresar a otra carrera e incluso para trabajar en la industria privada en áreas de la innovación y del diseño de producto, un camino que ya han logrado abrirse”, concluye el docente.
El objetivo se cumplió, ellos en sus redes sociales compartieron con sus seguidores la satisfacción por construir un auto en tiempo record, por representar a Colombia en el ámbito internacional, por entregarlo todo hasta el final, ganar un trofeo y enamorar al mundo. “Volveremos por más”, escribieron.
Así que las competencias relacionadas en las que puedan competir vehículos de este tipo seguramente contarán con la participación de productos realizados y gestionados por eafitenses. Solo resta esperar la próxima carrera.