Son diversas las versiones que circulan alrededor de esta tradicional festividad. Unas hablan de la historia de sobrevivir a Nian, un monstruo que esperaba calmar su hambre con personas, animales y así destruir todo. La gente de la población unió fuerzas y organizaron un carnaval con luces brillantes y fuertes sonidos que lo asustaron e hicieron que huyera. De ahí que se considere la Fiesta de la Primavera.
Otros, para referirse a los orígenes del zodiaco chino, cuentan la historia del llamado que hizo el Emperador de Jade para premiar a los 12 primeros animales en llegar a su casa incluyéndolos en esta lista. De ahí que la rata, el buey, el tigre, el conejo, el dragón, la serpiente, el caballo, la cabra, el mono, el gallo, el perro y el cerdo obtuvieran el triunfo.
En cualquier caso, lo cierto es que en esa cultura oriental celebran con alegría y familiaridad el primer día del año chino, que coincide con el primer día de luna nueva y que en esta ocasión corresponde al año del mono. La fecha no es fija porque depende del calendario lunar, aunque siempre oscila entre finales de enero y principios de febrero.
En este 2016, por ejemplo, se celebró el pasado lunes 8 de febrero y en EAFIT el Instituto Confucio realizó un flashmob en la Plazoleta del Estudiante que contagió del festejo a los que transitaban por la zona.
“Esta fecha es tan importante para ellos (los chinos) como lo es para nosotros la Navidad y esto da lugar a que viajen distancias muy grandes para reunirse con sus familias, intercambiar presentes, visitar a los más allegados y disfrutar de las actividades que el país realiza en cada región”, explica Pablo Echavarría Toro, director del Centro de Estudios Asia Pacífico de EAFIT.
La última vez que el mono tuvo su turno en el zodiaco chino fue en 2004, más atrás se remonta a los años 1992, 1980, 1968 y 1956.
“Es una costumbre muy antigua caracterizar a las personas según el animal que los rige. Es decir, quienes nazcan durante este año serán personas inteligentes, activas, rápidas y optimistas como los monos”, explica Niu Xiaomeng, profesora de Chino Mandarín en el Instituto Confucio de Medellín.
Una cultura que trasciende fronteras
Quienes desde China se han trasladado a otros países para dar a conocer su cultura, para estudiar o para trabajar celebran este acontecimiento y contagian a otras personas de estas costumbres milenarias, al punto de que algunos ya son creyentes del horóscopo chino.
“En la parte sur y norte del país hay diferentes maneras de celebrar esta ocasión, pero, en general, lo que hacemos es reunirnos en familia, pasar un tiempo agradable y compartir raviolis, una comida típica en China que se parece a lo que significan en esta cultura las uvas el 31 de diciembre”, señala Xiaomeng.
La docente también comenta que es tradición comprar ropa nueva, hacer rituales de limpieza para el hogar y una nueva decoración para los espacios en los que pasan esta celebración. Otros, por el contrario, salen a las calles a apreciar los juegos pirotécnicos y gozan por unos 15 días de la temporada de vacaciones.
“Ellos han estado promoviendo el conocimiento del idioma y sus hábitos en distintos países y por eso al familiarizarnos con esa cultura empezamos a hacer parte de sus festividades y a acompañar de manera especial a las personas procedentes de ese país que viven aquí en Colombia”, concluye el directivo.
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Alejandro Gómez Valencia
Periodista Área de Información y Prensa EAFIT
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