La Ley 172 de 2015, sancionada el pasado 6 de enero por el presidente Juan Manuel Santos, no sólo alegró a colectivos animalistas y amantes de las mascotas por igual, sino que llamó la atención de muchas personas sobre un tema que antes pasaba desapercibido: los cambios en las dinámicas sociales y en los comportamientos hacia estos seres que hoy son parte fundamental de millones de familias en el mundo.
La cantidad de fotos que los colombianos comparten a diario abrazando o departiendo con sus animales de compañía, especialmente perros y gatos, es equiparable al número de expresiones de júbilo que inundaron las pantallas de ordenadores y celulares cuando la legislación denominó a estos como seres sintientes y, entre otras medidas, estipuló penas de entre uno y tres años de prisión y multas hasta de 60 salarios mínimos para quien maltrate o quite la vida a un animal.
Este hecho, en palabras de Alejandro Álvarez Vanegas, profesor del Departamento de Ingeniería de Procesos de EAFIT, significa un avance sin precedentes en Colombia pues "considerar a los animales como sintientes, da cuenta de que estamos abandonando esa visión antropocentrista que nos hace creer que el mundo está puesto ahí para nuestro uso y darnos cuenta de que somos sólo una especie más que los habita".
Y es que es innegable que la atención de la opinión pública y los medios de comunicación se vuelcan cada vez más hacia el tema, y son muchas las personas que manifiestan considerar a sus mascotas como miembros entrañables de la familia. En los últimos años, esta preocupación se ha evidenciado no solo en el incremento de campañas que buscan la protección de los derechos de los animales, sino también en llamados al no abandono y a la tenencia responsable de los mismos.
Para Marda Ucaris Zuluaga Aristizábal, jefa del pregrado en Psicología de la Universidad, es innegable que "hay una búsqueda y una demanda de algunos por un trato compasivo hacia los animales, y el hecho de que cada vez eso figure más en los medios va teniendo un efecto de espiral y más personas piensan en el tema, toman acciones, se dan cuenta de que tener una mascota puede resultar beneficioso y llegan a establecer vínculos tan fuertes que la consideran un hijo más o el hijo que no se tiene".
La experta, no obstante, considera que aunque se ha hecho más palpable en los últimos años, la estrecha relación entre los humanos y los animales se ha evidenciado a través del estudio de la domesticación, practicada hace miles de años por motivos prácticos —el uso de animales de carga en las granjas— o de interacción para obtener de ellos compañía —como es el caso de los perros y los gatos, aunque, en sus palabras, la relación con estos empieza a veces por obtener beneficios como la vigilancia o el exterminio de plagas.
Papá, mamá, mascota
El tema pasa también por el análisis de las nuevas concepciones del núcleo familiar, cada vez más aceptadas. En el caso específico de Colombia, el que muchas personas decidan vivir solas con sus mascotas o existan parejas que en vez de hijos prefieran compartir sus días con una, está ligado, según Marda Ucaris Zuluaga, a esa reconfiguración cultural constante de la idea de familia.
"En el pasado, y sobre todo en las zonas rurales, las personas tendían a tener familias muy numerosas porque se necesitaba mano de obra para trabajar la tierra y cuidar los animales. Luego, con la migración a las ciudades y la disminución de la población rural, las familias optan por tener menos hijos porque ya no solo se trata de alimentarlos sino de pagarles educación y comprarles ropa. Por ello, una familia promedio no se puede dar el lujo de tener tantos hijos, menos cuando la mujer ingresa al mercado laboral y tiene menos tiempo para cuidarlos", argumenta la profesora.
En ese sentido se manifiesta también Camilo Valencia, músico y animalista, para quien los profundos vínculos que muchas personas desarrollan con sus mascotas dan cuenta de un reclamo de las personas, que habitan una sociedad dominada por los avances tecnológicos, de recuperar su contacto con la naturaleza.
"El hecho de tener un animal de compañía en la casa es la manera más sana en la que el ser humano recupera ese vínculo con el campo que se tenía en los países de América Latina a mediados del siglo pasado, a la vez que adquiere conciencia de que está destruyendo el planeta. No se trata de mirar si esas relaciones tan profundas con las mascotas son buenas o malas, se trata de entender que son necesarias", manifiesta el artista.
Mercado en crecimiento
El interés creciente por el bienestar de los animales de compañía ha estado acompañado también por la aparición de nuevas formas de negocio que han aprovechado el boom de las mascotas para ofrecer productos y servicios que para Juliana Villegas Gómez, profesora del Departamento de Mercadeo de EAFIT, eran impensables hace tan sólo dos décadas, y que van mucho más allá de los productos tradicionales para la alimentación y la higiene.
"Es muy notorio el incremento en el mercadeo de productos de vestuario, accesorios, camas, cobijas, cepillos, etcétera, pero también de servicios como hoteles, spa, guarderías, salones de belleza, medicina prepagada, funeraria, los cuales pueden llegar a ser percibidos como innecesarios", señala la experta.
Guillermo León Villegas Castaño, docente del Departamento de Mercadeo de la Universidad, por su parte, advierte que en los países de América Latina, la creación de empresas que ofrecen servicios y productos especializados para mascotas es una tendencia que se viene incrementando hace una década y, en Colombia, son cada vez más las empresas, nacionales o extranjeras, que apuestan por estrategias como centros de investigación canina, desfiles y ferias de mascotas y la inversión de millones de dólares en investigación y desarrollo de productos.
En ese sentido, considera que la concientización sobre los derechos de los animales va de la mano con el mercadeo de los productos pensados para su bienestar, y que muchas de las campañas y tendencias en redes sociales son jalonadas por las compañías que los producen.
"En la medida en que la tendencia se incrementa el mercadeo ve oportunidades, pues la función del mercadeo es detectarlas y convertirlas en productos, servicios y beneficios, para generar un mercado rentable. Por ello, puede decirse que las mismas empresas y la promoción de sus productos van jalonando la concientización", afirma Guillermo León.
Lo cierto es que, a su juicio, ya se están presentando cambios palpables en las dinámicas sociales de la ciudad, al punto de que los centros comerciales permiten el ingreso de las mascotas previa observancia de reglas concretas, y existen restaurantes que han acondicionado zonas para quienes quieren estar con sus animales de compañía. "Ahora el tema es de convivencia. Que la gente se haga responsable por las acciones de su mascota en los espacios públicos", concluye.
Cuidados de humanos
Frente a fenómenos como el uso de vestimentas y zapatos en los animales, que de por sí ya tienen su pelaje, Marda Ucaris Zuluaga Aristizábal, jefa del pregrado en Psicología de EAFIT, aseguró que más que una humanización de los animales se trata de una antropomorfización de los mismos. "Es atribuirle características humanas a seres que no son humanos", indica. Para ella, aceptar una mascota en el hogar es de por si insertarla en un sistema cultural específicamente humano, que le es ajeno y lleno de asuntos simbólicos que nos son propios del orden del instinto.
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Alejandro Gómez Valencia
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