Por estos días una innovadora licuadora se comercializa en Estados Unidos y Canadá. En Europa se encuentra disponible en algunas zonas de Francia, Alemania y los países escandinavos e, incluso, es posible acceder a este electrodoméstico en naciones como Corea y Australia.
Su popularidad se debe a que esta herramienta del hogar cuenta con una inclinación de cinco grados en su cuerpo y de diez grados en las cuchillas, lo que le permite crear pequeñas turbulencias, evitar la formación de bolsas de aire en el interior y hacer más eficiente el procesamiento de alimentos.
En resumen, este dispositivo evita esos inconvenientes en el que, a la hora de licuar los alimentos, las cuchillas rotan, pero los ingredientes no se mueven. La solución la encontró Mónica María Rojas Restrepo, egresada del pregrado en Ingeniería de Diseño de Producto y quien, con su invención, fue premiada en Estocolmo (Suecia), el pasado 31 de mayo.
La licuadora se llama Masterpiece y hace parte de la línea premium de pequeños electrodomésticos de Electrolux, la empresa en la que Mónica trabaja desarrollando conceptos técnicos de productos y de acuerdo a las necesidades de los consumidores. Esta fue la idea triunfadora del Electrolux Invention Award.
“Lo que hicimos fue crear un vórtice irregular por medio de la inclinación de los ejes de la licuadora para evitar que el consumidor tenga que remover la jarra y agitar con una cuchara o sacudir la licuadora para que la burbuja de aire salga”, explica la eafitense.
Para obtener el Electrolux Invention Award 2016, Mónica debía tener aplicaciones a patentes y mostrar cómo la invención interviene y mejora los rendimientos del producto. En total, fueron más de ocho mil pruebas hasta llegar al modelo final.
Desde el área de Advanced Development de Elextrolux, en Suecia, Mónica y su equipo tuvieron que analizar diversas variables y componentes que pudieran afectar el rendimiento del producto. En cada cambio debían repetir los ensayos licuando grandes cantidades de batidos, sopas, jugos y recetas estandarizadas de la compañía.
Finalmente, y después de superar varios obstáculos, llegaron a un concepto en el que trabajaron por un año, y justo en este punto se encontraron con la noticia de que a un competidor le habían otorgado una patente similar, pero relacionada con la geometría de la jarra y no con la inclinación, razón por la que en solo tres meses tuvieron que modificar el diseño y así poder cumplir con la programación de manufactura y lanzamiento del producto para no afectar los costos de la compañía.
“Creo que ese fue el momento más estresante de todo el proceso, pero también es el más gratificante porque logramos alcanzar los resultados que queríamos”, destaca Mónica.
Finalmente, su propuesta se destacó entre las más de 400 postulaciones que participaron.
Su formación en EAFIT la inspira todos los días
Al parecer, la carrera de Ingeniería de Diseño de Producto estaba diseñada para Mónica María. Así lo confirman todos esos años de infancia en los que desarrollo la vocación por desarmar objetos para saber cómo funcionaban y que, años más tarde, pudo fortalecer durante el pregrado.
“Fueron años de mucho esfuerzos y compromiso. Los parciales de cálculo, los ensayos y las entregas, pero no me arrepiento ni un segundo, porque fue una época en la que tuve profesores apasionados que me inspiraban todos los días, y compañeros con los que aprendí que aprender y construir podría ser muy divertido”, recuerda la egresada.
Además de los conocimientos propios de su carrera, la eafitense destaca que EAFIT le dejó lecciones de practicidad, disciplina y trabajo en equipo e, igualmente, le enseñó a aceptar los errores y entender que las cosas a veces no funcionan de la manera que ella quisiera.
“También creo que me dio Cultura. La gente acá en Suecia es muy educada y conocedora de muchas cosas como arte, literatura y política. Creo que haber tenido una educación tan completa me permitió abrirme a un mundo donde puedo ser participativa”, concluye.