Cuando a Laura Tenelanda Osorio le dieron el sí en la National Aeronautics and Space Administratio (Nasa), el sueño que parecía de otro mundo por fin se hizo realidad. Esta estudiante de noveno semestre de Ingeniería de Procesos de EAFIT y de Biología de la Universidad de Antioquia, siempre añoró estar rodeada de “esos genios”, como describe a las personas con quienes trabaja, para aprender y demostrar su amor por la astronomía.
Todo comenzó en 2015 cuando, después de indagar en diversas empresas del sector la posibilidad de hacer su período de práctica profesional, decidió aventurarse y buscar los contactos necesarios para lograr esa meta que se planteó desde pequeña.
“Toda la vida me gustó mucho la exploración espacial, lo que tenía que ver con las estrellas, el Universo, de dónde somos y hacia dónde vamos”, relata Laura. Fue entonces cuando el 29 de febrero de este año inició sus labores en el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL / Caltech, por sus siglas en inglés), ubicado en Pasadena (California).
“El JPL tiene dos secciones: ingeniería y ciencia. La primera se encarga de la seguridad de las naves fuera de la tierra, de la orientación en su órbita y también de hacer nuevos materiales para lanzarlos en las misiones. En la sección de ciencias, donde estoy yo, hay muchos departamentos, y el mío es el de hielos planetarios” comenta.
En esta sección Laura apoya la labor científica que trata de descubrir si al reducir la energía electromagnética es posible que haya fotoquímica en hielos de agua.
Y es que su trabajo la emociona tanto que, ella misma dice que no se la cree, pues al entrar todos los días a la oficina no puede contener la felicidad al leer el gran letrero con la palabra ‘Science’. “Me impresiona saber que en verdad sí estoy aquí” dice.
De aquí a Marte
Laura está muy agradecida con la Universidad, pues al ser aceptada debía tener un sustento económico mensual y demostrarlo, “y EAFIT me apoyó sin dudarlo, es muy gratificante saber que cuento con eso porque, de no ser así, no estaría acá trabajando” asegura.
Al hablar de su experiencia contagia su emoción y sobran las emociones. “No hay cómo explicar lo genial que es este lugar, y lo feliz y orgullosa que me siento por estar aquí. Siempre hay cosas nuevas, no hay día que llegue a la casa sin aprender algo, así sea porque me equivoqué y me tocó volver a empezar, o porque fui a una charla sobre cualquier tema, o del laboratorio, o del equipo que manejo”, expresa la eafitense.
La futura ingeniera dice que la gente es muy amable y el espacio es muy tranquilo. Así mismo, relata que la empresa brinda muchos espacios, no solo de trabajo, también de recreación. “Sin lugar a dudas recomiendo la experiencia”.
Y es así cuando después de cumplir tres meses en la Nasa, entre risas y anécdotas, demuestra que los sueños sí pueden cumplirse, que extraña a su familia y a su perro ‘Mechas’ y que el 28 de febrero de 2017 regresará a Colombia con muchas historias sobre lunas, planetas y galaxias que contar.