Están por todas partes en Medellín, son parásitos y, a pesar de su aspecto de erizo escamoso, pocos parecen notar su presencia. Se trata de los especímenes de la planta Tillandsia recurvata, considerada como una enfermedad para los árboles, a cuyos troncos y ramas se adhieren, pero cuyas hojas podrían guardar información valiosa con el potencial de salvar vidas en la ciudad.
Y es que la investigación Evolución de los patrones de contaminación del aire en el Valle de Aburrá usando métodos tradicionales y técnicas de magnetismo ambiental, dirigida por José Fernando Duque Trujillo, docente del Departamento de Ciencias de la Tierra de EAFIT, busca evaluar los patrones actuales de contaminación atmosférica mediante la caracterización de materiales magnéticos particulados capturados por esta planta, más conocida como golondrina o palomilla.
"La Tillandsia recurvata se encuentra muy dispersa en toda América y en muchos lugares de Europa. Predomina en zonas tropicales, preferiblemente en climas más o menos secos, aunque tiene cierta tolerancia a la humedad, por lo que su presencia es mayor en territorios más secos que Medellín. Sin embargo, en la ciudad está en todas partes, sobre todo en las que hay más humedad, como el corregimiento de Santa Elena", explica el docente.
José Fernando cuenta con el apoyo de Marcos Chaparro, científico del Centro de Investigaciones en Física e Ingeniería de la Universidad del Centro de la Provincia de Buenos Aires (Argentina), así como de la Universidad Nacional Autónoma de México y del Sistema de Alerta Temprana de Medellín y el Valle de Aburrá (Siata).
"Tenemos 270 puntos de muestreo en todo el Valle de Aburrá. Las muestras las tomamos una sola vez, debido al diseño del experimento que tenemos actualmente, pero podemos diseñar otros en los que se haga una recogida periódica de las plantas o, incluso, medidas en el sitio, regresando cada cierto tiempo", aclara el investigador.
Luego se analizan químicamente diferentes aspectos de las partículas magnéticas presentes en las muestras, como la minerología y el tamaño, y se determina el nivel de contaminación en estas para asociarlo con la calidad del aire en cada uno de los puntos de recolección. Esto es posible debido a que dichas plantas filtran el aire y se alimentan de las partículas contaminantes, es decir, en donde se halle la palomilla es seguro encontrar estos materiales magnéticos.
Los métodos tradicionales de monitoreo de contaminación atmosférica aportan datos sobre la cantidad de material particulado en el aire, pero no sobre su naturaleza, composición ni distribución del tamaño de grano, un nivel de precisión alcanzado mediante este sistema.
Salud en riesgo
Al hablar de los resultados, José Fernando Duque señala que "se encontraron mayores susceptibilidades magnéticas en el sector de El Poblado, aunque eso no quiere decir que sea la zona más contaminada de Medellín, pues la contaminación no se produce solo por estas partículas, pero sí indica una alta presencia de dichos elementos metálicos. Estos son bastante malos para la salud, especialmente la de los niños".
Aunque no se ha establecido una relación directa entre contaminación del aire y enfermedades causales de muerte, algunos papers científicos señalan que al ser inhalados estos metales pesados pueden alcanzar zonas profundas del aparato respiratorio y generar radicales libres. Eso podría cambiar las dinámicas de coagulación de la sangre y generar cáncer de pulmón, ataques al corazón, ataques cerebrovasculares y alzhéimer.
Por esto, el equipo de investigadores redobló esfuerzos y trabaja ya con otra especie de la misma familia de la palomilla: la Tillandsia usneoides, más conocida como melena. "Queremos conocer su comportamiento, pues son plantas muy parecidas entre sí, con propiedades similares. La estamos estudiando porque en el mundo se usa generalmente la recurvata y no hay trabajos registrados con usneoides", manifiesta el docente eafitense.
La esperanza de obtener resultados favorables a la buena calidad del aire viene también de la mano de las nuevas generaciones de investigadores. Es el caso de los 11 estudiantes de los pregrados de Biología y Geología de EAFIT que conforman el semillero de Magnetismo Ambiental y cuyos esfuerzos se concentran ahora en sedimentos y contaminación en corales, con posibilidad de ampliar el análisis de material particulado a otras superficies como cortezas, líquenes, musgos, entre otros.
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Alejandro Gómez Valencia
Periodista Área de Información y Prensa EAFIT
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