Ubicarse entre el bajo crecimiento económico y la depreciación, como quien recorre un camino angosto con abismos a cada lado, fue la situación descrita por Carlos Végh, economista jefe del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, durante la presentación, este 14 de febrero en EAFIT, del informe insignia de esa entidad, titulado
Entre la espada y la pared: el dilema de la política monetaria en América Latina y el Caribe.
El documento, una investigación de carácter semestral, realiza un recorrido por las diferentes estrategias, en términos de política monetaria, utilizadas por los países de América Latina y el Caribe (LAC, por sus siglas en inglés) para capear el temporal de una coyuntura inflacionaria considerada ya como un choque negativo persistente, extendido desde julio de 2009 hasta la fecha.
"El dilema de LAC consiste en preguntarse qué hace el banco central en estos casos: ¿sube la tasa de interés para defender la moneda y combatir la inflación, corriendo el riesgo de agravar la recesión, o la baja para estimular la economía y contrarrestar el efecto negativo sin arriesgar mayor depreciación e inflación?", expuso Carlos Végh.
Aunque la región está nuevamente en territorio positivo respecto a crecimiento, con estimaciones de aumento en el producto interno bruto (PIB) de 1,1 por ciento en 2017, tras una desaceleración de seis años que incluyó una contracción del 1,3 por ciento en 2016, los países cargan enormes déficits fiscales. Con un nivel de deuda pública regional promedio del 58,7 por ciento del PIB y seis países cruzando la barrera del 80 por ciento, el experto llamó la atención sobre el desperdicio del bum de las materias primas, o
commodities (ocurrido entre 2003 y 2014).
"Los países latinos no saben ahorrar en los tiempos buenos, y toca luego ajustar en los malos. Eso se ha repetido por cerca de 50 años. Siempre ha sido necesario recurrir a medidas monetarias duras en épocas recesivas", advirtió el Economista jefe del Banco Mundial para América Latina y el Caribe en la presentación del informe, realizada en el auditorio 38-101 de EAFIT.
De 32 países de la región, 30 tuvieron un déficit fiscal en 2017. Dichos déficits dificultan el aumento del capital físico y humano necesario para asumir el repunte de las economías locales, cuyos abanderados son Argentina y Brasil, con crecimientos esperados del 3,0 y 2,3 por ciento en 2018, respectivamente, y se suman, según el Banco Mundial, a otros obstáculos como la eventual materialización de las políticas proteccionistas de Estados Unidos, el incremento gradual de las tasas de interés mundiales y la desaceleración del aumento en el balance de la Reserva Federal.
Con dicha apreciación se mostró de acuerdo Alejandro Torres García, docente del Departamento de Economía de EAFIT, para quien América Latina sigue siendo muy dependiente de los choques externos y la política fiscal no está en el momento en que se necesita para soportarlo.
"Ahí es cuando tiene que entrar la política monetaria a tratar de compensar y enfrentar ese gran dilema de cómo jugar con lo que en principio es su mandato, que es controlar inflación, y tratar de apoyar la recuperación de la economía", manifestó Alejandro.
Dos caminos
La elección está, entonces, entre asumir medidas contracíclicas (reducir las tasas de política monetaria) o procíclica (subirlas). "Ese es el dilema fundamental que ha enfrentado Colombia desde 2014, así como muchos países en la región. En promedio, nuestro crecimiento ha sido bajo porque depende de factores externos como el precio de los
commodities, las tasas de crecimiento de China y Estados Unidos y el flujo neto de capitales hacia la región. La región necesita encontrar sus propias fuentes de crecimiento", aseguró Carlos Végh.
Dichas fuentes pasan, en palabras del experto, por realizar profundas reformas a los sistemas pensionales y a los planes de educación en los países de LAC, así como por aumentar la inversión en la infraestructura pública de manera que la región pueda competir con países emergentes de otras partes del mundo.
"En los países asiáticos, por ejemplo, vale tres veces menos transportar mercancías hacia los puertos, en comparación con lo que cuesta en nuestros países. LAC es un desastre en infraestructura y no solo estamos perdiendo competitividad sino también dando una ventaja enorme a otros países", resaltó Végh.
Y es que el no mejorar en tales frentes se ve reflejado en calificaciones crediticias negativas para los países de la región, lo que pone en riesgo el grado de inversión extranjera, con grandes costos financieros para los mercados locales. Pero, en la medida en que se intente, con la tasa de interés, detener la depreciación que se produce por el choque, tenemos una medida procíclica que, de acuerdo con Jorge Hernán Toro Córdoba, subgerente de Política Monetaria e Información Económica del Banco de la República, quien comentó el informe del Banco Mundial, implica una pérdida de autonomía de la política monetaria.
En ese sentido, la posibilidad de aplicar medidas contracíclicas, que suelen ser llevadas a cabo por países industrializados, en donde la inflación y el PIB tienden a estar correlacionados y caen conjuntamente en una recesión, al contrario de las economías emergentes en las que estos dos factores tienden a moverse en forma inversa, pasa por tener economías sólidas, respaldadas por la confianza de inversores extranjeros y del mercado mundial.
Un marco de política monetaria creíble, construido a lo largo de varios años, genera confianza en los mercados y, de acuerdo con el informe del Banco Mundial, "evita que una depreciación moderada de la moneda doméstica en los malos tiempos se convierta en una fuente importante de inestabilidad. Es el caso de Chile, que generalmente ha llevado a cabo una política monetaria contracíclica tal como lo hacen los países industriales. De hecho, varios países en la región han logrado pasar de una política monetaria procíclica a una contracíclica".
Jorge Toro resaltó que en un esquema de inflación objetivo como el que siguen Colombia y Chile, con alta credibilidad, la depreciación de la moneda solo debería tener un efecto temporal sobre la inflación y añadió que la economía del país, al no ser semidolarizada, como la de Perú, puede soportar con más fortaleza las fluctuaciones de la tasa de cambio.
"Necesariamente habrá una presión inflacionaria frente a una depreciación. En el caso del peso colombiano fue muy fuerte luego de la caída del precio del petróleo, pero no siguió de largo, terminó de transmitirse y se acabó", recordó el directivo, quien se mostró positivo frente a las decisiones del banco central del país frente a la coyuntura.
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Alejandro Gómez Valencia
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