La historia del bebé huérfano que sobrevivió a un supuesto ataque de los alemanes al poblado de Courbeck Lou, en Bruselas (Bélgica), durante la Primera Guerra Mundial, conmovió a muchos tras ser publicada en el
Daily Mail, en Londres (Inglaterra), al punto de desatar una lluvia de cartas remitidas al periódico por parejas inglesas dispuestas a adoptarlo. Pero tal muestra masiva de compasión no tuvo un final feliz, luego de que el capitán F.W. Wilson, corresponsal del diario, informara al día siguiente sobre la muerte del pequeño.
¿Cuál es la verdad detrás de una historia tan potente? Todo fue un invento de Wilson, quien reveló al periódico
New York Times, en 1922, que actuó bajo presión tras la insistencia de sus editores de hallar dramas humanos causados por el enemigo. En un caso más reciente, Richard Gunther, Paul Beck y Erik Nisbet, investigadores de la Universidad Estatal de Ohio, revelaron un estudio con evidencia sobre el presunto uso de noticias falsas para obtener el triunfo electoral por parte de la campaña de Donald Trump, actual presidente de los Estados Unidos.
Y es que mientras se acerca el Día del Idioma, celebrado el próximo 23 de abril, y cuando Colombia vive su primera campaña presidencial en el posacuerdo, la comprensión lectora adquiere relevancia como una herramienta poderosa para evitar ser engañados por información manipulada y malintencionada. Y no es solamente en artículos periodísticos, también en publicaciones científicas y en textos literarios se requieren estrategias, algunas compartidas a continuación por docentes de EAFIT.
Los textos literarios son tejidos por escritores con la intención, según Alba Clemencia Ardila, coordinadora del Centro de Estudios en Lectura y Escritura (Celee) de la Universidad, de entretener y seducir, pero también de decir algo acerca del mundo y hacer una propuesta personal a través de su obra.
Escritores como Humberto Eco y Ricardo Piglia, de acuerdo con Alba Clemencia, “comparten la imagen del lector como investigador policiaco que va tras las pistas ofrecidas por el texto, y eso implica detenerse y estar atento a las señales dejadas por el escritor. Además, cuando se llega a la lectura de un texto literario, se trabaja sobre la premisa de un sentido más allá de la literalidad de la historia”.
Parte de la labor del lector, en dicho contexto, sería también la de colaborar con el escritor y hacer un juego de construcción de sentido con el texto. Respecto a la elección de las historias, la docente indica que, a pesar de lo subjetivo de clasificar la buena y mala literatura, hay criterios de valoración cuya aplicación permite determinar si un escritor logra ir más allá que otros.
La coordinadora de Celee resalta la capacidad de muchos creadores de cuentos y novelas que “permiten a los lectores hacer un juego de inferencias y los retan a construir sentido, así que también depende mucho de la pericia del escritor”.
En relación con los textos de corte académico y científico, se reconocen dos grandes tipos de lectores: los especializados, que comparten una terminología y un contexto de conocimiento con el autor y son, generalmente, investigadores, docentes o estudiantes en formación que buscan información específica, a través de lecturas intencionadas. De otro lado, están los no especializados, es decir, estudiantes universitarios de áreas ajenas a la consultada o periodistas de divulgación, cuyo interés es mirar la utilidad de los resultados para la comunidad.
Los primeros buscan, en opinión de Alexander Arbey Sánchez Upegui, coordinador del Núcleo de Formación Institucional de Celee, “claridad conceptual, resultados obtenidos por el autor, planteamiento de la metodología, estructura, preguntas de investigación, hipótesis, datos, entre otros elementos. Los segundos miran las preguntas interesantes planteadas o las implicaciones y advertencias para recontextualizarlas, quitarles precisión, metaforizarlas y dotarlas de elementos dinámicos y atractivos, a través de un lenguaje no especializado, dirigido a un lector general”.
A estos últimos, Alexander recomienda plantear preguntas al texto; identificar el propósito central de la investigación y del autor; ubicar las contribuciones de la misma, y determinar recomendaciones y prospectivas, siempre y cuando se trate de un texto de un autor con respaldo académico, y obtenido a través de fuentes de datos confiables (diccionarios disciplinares y artículos publicados en revistas indexadas).
Leer con los sentidos en alerta
Frente a la capacidad de la “buena” lectura para evitar ser engañados por información manipulada y malintencionada, Juan Gonzalo Betancur Betancur, jefe del pregrado en Comunicación Social de EAFIT, afirma que “una noticia tiene un enfoque y unos objetivos determinados, y da cuenta de la manera como se estructura la realidad. Pero esa es solo una de muchas formas, por lo que es recomendable consultar fuentes de información diversas y con puntos de vista contrarios. Eso permite al lector comprobar la existencia de otras maneras de ver y entender el mundo, y percibir elementos como posibles inconcordancias de datos e interpretaciones distintas”.
Para el docente, eso requiere no solo de disposición y apertura mental por parte de las personas, para buscar otro tipo de información y no quedarse con una sola visión, sino también entender que las redes sociales, fuente de información actual para muchos, no son un medio confiable debido a sus dinámicas frenéticas, cuya consecuencia inmediata es que las personas no trasciendan la lectura de los titulares y no verifiquen fuentes de información.
También es necesario, en palabras de Juan Gonzalo, entender muy bien el contexto, la historia y las posturas ideológicas de cada medio consultado, sin temer recurrir a aquellos cuyos planteamientos editoriales sean contrarios a las convicciones ideológicas de quien accede a la información, siempre y cuando esta sea de buena calidad.
Mayores informes para periodistas
Alejandro Gómez Valencia
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