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14 de mayo de 2010

Que se vengan las preguntas… Después lo harán las respuestas

Wagensberg, quien también es docente, se refirió a los retos
que debe asumir un profesor en la actualidad.

 

• El físico español Jorge Wagensberg, que anda de paso por EAFIT, y otros docentes tomaron partido sobre la manera en que debe plantearse hoy la educación.
• El gozo intelectual es una de las claves para que los estudiantes asuman el conocimiento de una manera que genere satisfacciones. Acá una reflexión con motivo del Día del Profesor.

No es difícil encontrarlo. En cualquier escenario es normal toparse con alguien que, por alguna razón, termina confesando que las matemáticas, sencillamente, no son para él. “No me entran”, manifiesta el implicado, quien acompaña su afirmación con un gesto de autocompasión que denota que por esa vía le es complicado transitar.

Pero aunque se lo termine creyendo, lo que le sucedió a este ser humano abrumado por su mala relación con los números es que tuvo un mal profesor, lo que en opinión de Jorge Wagensberg -doctor en física y director del Área de Ciencia y Medio Ambiente de la Fundación La Caixa (Barcelona, España) e invitado por EAFIT para ofrecer una charla a los docentes en su día- significa que no transmitió estímulos porque, ante todo, un buen profesor es un buen estimulador, por lo que creer que se tiene un gen incompatible con estas ciencias es absurdo.

Pues bien, por la línea de los estímulos, de la conversación y de la comprensión se mueve el discurso de este hombre de ciencia, que tuvo la oportunidad de referirse al hoy de la enseñanza y de la educación en la época de las nuevas tecnologías y de la abundancia de información, algo que no solo lo preocupa a él sino también a muchos docentes, quienes se encuentran divididos porque, en opinión de algunos, estos factores les han facilitado su labor, mientras que otros consideran que ahora es más difícil ejercer.

La reflexión queda planteada de cara a la celebración del Día del Profesor, fecha que sirve para mirar diversos conceptos que, según lo dicho por Wagensberg, pueden determinar qué tan buen o qué tan mal docente se es, algo que no solo toca a la educación superior sino a otros niveles de enseñanza.

Para qué el gozo intelectual
La palabra gozo despierta cierta curiosidad en quien la escucha. Ahora, ¿gozo intelectual para qué? En opinión del docente catalán, las aulas cuentan con libros, documentos o nuevas tecnologías, que no son más que representaciones de la realidad. “La invitación es a que salgan a los museos, a una fábrica, al bosque, al mar, a cualquier lugar a recoger estímulos, porque lo que más estimula son los fenómenos reales”.

El gozo por la conversación también entra en el escenario de la docencia, tanto que el invitado promovería una asignatura de este tipo en la que los alumnos busquen más preguntas que respuestas. “El gozo intelectual transformaría no solo la educación y la enseñanza sino también la investigación científica. Ahora, como es difícil distinguir entre comprender y creer que se está comprendiendo, y el individuo nunca está seguro de lo uno o de lo otro, no hay mayor diferencia entre gozar y creer que se está gozando, por eso es importante elegir el camino que más gozo intelectual produce”.

En ese sentido, explica que a los estudiantes hay que trasmitirles el placer de adquirir nuevos conocimientos y se debe buscar, poniendo el ejemplo de un museo, que el visitante tenga el mismo gozo viendo un dinosaurio que el paleontólogo que lo estaba desenterrando.

En cuanto a la utilización de las tecnologías, Jorge Wagensberg comenta que si el uso que se le da a éstas es bueno será más fácil enseñar. Al contrario, un mal uso de estas herramientas desembocará en un ejercicio de la docencia aún más difícil. “El ejemplo está en los niños. Cuando uno de ellos utiliza la tecnología para destruir monstruos hay un síntoma muy claro”.

Y al referirse a la juventud, asevera que los muchachos siempre han tenido una fuerza impresionante para adquirir nuevos conocimientos y que hoy salen con el chip de la tecnología como en otra época nacían con el chip de su propia época. “Los alumnos tienen la ventaja de que tienen la misma edad, en cambio los profesores envejecen”.

Voces de los docentes
La preocupación de Wagensberg es, sin duda, una discusión universal que viven la mayoría de docentes en el mundo, muévanse en la línea que se muevan. La universidad se transforma a diario y los alumnos llegan cada vez con mayores expectativas a las aulas, por lo que el cambio debe ser cosa de siempre. Nuevas tecnologías, maneras de enseñar, preguntas y respuestas… Todo cabe, todo sirve, todo cambia… 

Sonia López, jefe del pregrado en Comunicación Social, considera que ahora se hace más fácil enseñar porque hay más mediaciones. “Antes los estudiantes eran, supuestamente, más incautos, mientras que ahora tienen toda la información, entonces el profesor debe prepararse más, pues tiene la competencia del estudiante que cuenta con una sobreinformación. Hoy en día hay más interacción en el aula, eso quiere decir que es más fluida, es menos monotemática”.

Para Gloria Gallego, de la Escuela de Derecho, es más difícil ejercer hoy que antes. “Si bien hay más acceso a mecanismos de información, la calidad de los mismos es muy dudosa cuando se trata, por ejemplo, de alguien como yo que enseña Ética y Filosofía del Derecho. La verdad es que a veces es una odisea para uno hacer que un muchacho se interese por leer a Platón o a Aristóteles sin la tentación de ir a buscar un resumen”.

Así mismo, la docente considera que es muy creciente el interés de los muchachos por preguntar. “Lo que debemos hacer es pasarles la pelota a ellos y mostrarles que la sabiduría no está en responder sino en saber preguntar, porque un profesor debe ser alguien que sepa generar inquietud”.

La situación para Álvaro Guarín, de la Escuela de Ingeniería, es, en cambio, bastante compleja. “Los docentes han tenido que sacar toda la creatividad y toda la destreza en dos escenarios: uno, en tener un discurso convincente, que entretenga y convenza; y dos, que ese discurso que entretiene y convence tenga un asidero científico. Lo bueno es que los jóvenes de ahora tienen una capacidad de asimilar impresionante, por lo tanto nosotros nos tenemos que poner a la par con ellos, y hay una cosa que debemos reconocer y es que no vamos a ser mejores o a saber más que nuestros estudiantes”.

Finalmente, tocando el tema de las nuevas tecnologías, considera que los estudiantes tienen mentes multifuncionales, distinto a muchos profesores que tienen cerebro monofuncional. “Los muchachos pueden hacer dos o tres cosas a la vez. Además, para comunicarnos con ellos tuvimos que mejorar la oratoria e, inclusive, la forma de pararnos frente a un público que ya es muy dinámico. Ya a un segundo plano pasaron esos tableros que se llenaban con tizas y el estudiante callado tomaba nota”.

Así, llámese estímulo, conversación o comprensión, el docente debe pensarse todos los días y descubrir qué es lo mejor para sus alumnos. Que a este chico le va mal en una materia, o que éste sacó una mala nota en esta otra es una señal de que debe haber una intervención, o mejor, una motivación para no generar conflictos permanentes entre ese ser humano, los números o las letras.

Mayores informes
Juan Carlos Luján Sáenz
Periodista de Información y Prensa
Teléfono: (57) (4) 2619500 Ext.9931
Correo electrónico: jlujans@eafit.edu.co

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Última modificación: 26/05/2011 10:54