Esta semana la dramaturgia se instalará en EAFIT con tres historias de encuentros y desencuentros, de divagaciones y filosofía, tres obras montadas por el Teatro Hora 25.
“Se trata de hacer un homenaje a tres grandes escritores, todos transgresores, de pluma atrevida, que describieron la sociedad en la que vivieron con sus encantos y miserias”, dice Farley Velásquez Ochoa, director de Hora 25.
La cita será el martes 9, el miércoles 10 y el jueves 11 de noviembre en El Ágora, ubicada en la Plazoleta del Estudiante, a las 4:00 p.m. (entrada libre) y cada presentación será dedicada a uno de los maestros en mención.
Con la puesta en escena se busca acercar el público al pensamiento de los franceses Jean Genet y André Gide, y al del escritor, periodista y cuentista estadounidense William Sidney Poster, más conocido por su seudónimo de O’ Henry.
Las obras están montadas bajo la dirección de Farley Velásquez y la asistencia de dirección de Sandra Zea. Velásquez se ha desempeñado como director del Grupo Escénico de la Universidad EAFIT, comenzó con sus estudios de actuación en la desaparecida Escuela Popular de Arte a los 17 años, y obtuvo el premio nacional de Dirección Teatral 2007 del Ministerio de Cultura con la obra Electra de Eurípides.
Los dos monstruos de Genet
Desde la cárcel, dos mujeres relatan la historia del asesinato de su ama. Las Criadas de Jean Genet expresan sentimientos de amor y odio de las presas, Solange y Clara, hacia su fallecida patrona y hacia ellas mismas.
Es una ceremonia perversa y llena de intriga, que invita al público a encontrarse con la locura de frente, o más bien, con el juego de la locura.
El hecho es que EAFIT y Hora 25 conmemoran los 100 años del nacimiento de Genet (1910 - 1986) con una de sus obras, escrita apasionadamente, casi como se habla:
“Porque la señora es buena, la señora es guapa, la señora es dulce. Pero no somos unas ingratas. Y todas las noches en nuestros cuartos como lo ordenó claramente la señora, rezamos por ella. Nunca levantamos la voz. Y en su presencia ni siquiera nos atrevemos a tutearnos. ¡Así es como la señora nos mata con su dulzura! Con su bondad la señora nos envenena. Porque, ¡la señora es buena, la señora es guapa, la señora es tierna! Nos permite bañarnos todos los domingos en su propia bañera. A veces nos tiende una migaja. Nos inunda de flores marchitas. La señora nos habla de sus amantes hasta darnos celos. Porque, ¡la señora es buena, la señora es bonita, la señora es dulce!”
De ellas dijo Genet: “Estas criadas son unos monstruos, como nosotros mismos cuando soñamos”.
Gide, crítico de su época
André Gide, homenajeado por EAFIT en las jornadas de filosofía, literatura y psicoanálisis el pasado mes de septiembre, puso en evidencia los espantosos dramas que vivió la sociedad europea entre el final del siglo XIX y el principio del XX.
Su trabajo es reconocido por construir un drama a partir de los prejuicios, de las falsas virtudes, de las vanidades. Fue uno de los más grandes escritores de Francia. Ganó el premio Nobel de Literatura en 1947.
Su obra toca las obsesiones del ser humano que trasciende a todas las épocas y los lugares: la libertad, la felicidad, el ego, el dinero, el individuo.
Inspiró las obras de Jean Paul Sartre y Albert Camus. Los dramas que se abordan corresponden a las luchas del ser humano para moldear su personalidad, las tragedias frente a la sociedad y a quienes lo rodean.
Un Final a lo O’ Henry
La expresión Un final a lo O`Henry se popularizó en la lengua inglesa para referirse a los finales inesperados. O’ Henry es el seudónimo con el que se dio a conocer Sidney a principios del Siglo XX.
A William Sidney Poster se le reconoce como uno de los maestros del relato breve. Se le hace un homenaje a este escritor que se desempeñara toda su vida como farmacéutico, a los cien años de su muerte (1862 – 1910).
Su manera de escribir transmitió la cotidianidad de su época, fue testigo de los sucesos que maravillaron a sus contemporáneos. Reveló el espíritu de la sociedad estadounidense con sus estilos de vida, moral y vicios, describiendo imágenes propias para el teatro.
Por eso, entre las obras didácticas del Teatro La Hora 25, se propone un monólogo que cuenta su historia, con un desconcertante final que sorprenderá al público.