El aula de clase es la playa. Vestido con una camiseta y una gorra azul en las que dice EAFIT, el profesor Geovany Bedoya Sanmiguel habla con un grupo de estudiantes a orillas del Océano Atlántico mientras traza líneas en la arena. Se comunican en inglés, aunque también hay presencia del castellano y del francés en este ir y venir de palabras, y eso que a veces aparecen el fang y el bubi, dos dialectos del lugar.
Tiene mucho cuidado de que un bicho lo ataque y le pueda transmitir la malaria, de hecho ya se ha aplicado algunas cremas (él reconoce que son muchas) y carga consigo unas pastillas que el médico le recomendó tomar en caso de que sienta escalofríos. “Me dice que las trague antes de consultar si siento los síntomas”, comenta el profesor de EAFIT que desde el año anterior dicta clases en la Universidad Nacional de Guinea Ecuatorial, un pequeño país africano que ni siquiera lleva medio siglo de independiente.
La malaria, que se encuentra en todos lados en este país, ya le ha hecho pasar dos sustos en su vida, algo a lo que está expuesto un geólogo como él que se ha caminado, entre otros parajes, el Pacífico colombiano, es más, reconoce que si no fuera por el idioma de los guineanos, juraría que no está en África sino en algún lugar del Chocó. “Se parecen mucho a los afrocolombianos, en las viviendas, en las relaciones culturales”, cuenta mientras observa la fotografía que le tomaron en clase, o mejor, en plena playa africana.
Y así como Shakira canta que “esto es África” (fue su tema para el Mundial de Suráfrica), el profesor Bedoya, sin la danza y la voz de la barranquillera, empieza a enumerar las muchas situaciones de un país que él considera fascinante y con muchos recursos naturales, y en el que, hasta el momento, no se puede sino optar al título de tecnólogo, de hecho la única universidad existente es donde él presta sus servicios.
“Allí llegué porque la Universidad de Carolina del Sur (Estados Unidos) realiza desde hace algún tiempo un programa que se llama Gegeo, con la Universidad Nacional de Guinea Ecuatorial. En una reunión con Ecopetrol, los norteamericanos vieron la necesidad de buscar a alguien que los acompañara en la estructuración del proceso de formación en el Área de Petróleos y de Energía. Ecopetrol manifestó que yo podría ser la persona porque ya había tenido unos proyectos con esta empresa”, anota el docente sentado en su oficina de EAFIT y con todo un océano de distancia del lugar del que habla.
Al eafitense, tras contactarlo, se le solicitó un acompañamiento en la estructuración, seguimiento y evaluación de los programas de petróleos que tiene la institución estadounidense en Guinea Ecuatorial. “Este es un país de 26 mil kilómetros cuadrados, con 1.200.000 habitantes y 18 empresas de petróleo. Ellos tienen unos yacimientos muy atractivos de gas, tanto que el 25 por ciento del gas que importa Estados Unidos proviene de este lugar de África”.
Un año y medio de viajes
Tres veces viajó el año pasado y en este 2010 ya ajusta como unos cinco desplazamientos. De Medellín a Miami, de allí a París o a Madrid, de uno de estos dos lugares a una isla que se llama Bioko, luego a la ciudad de Malabo (la capital), y después se toma otra aerolínea para ir a la ciudad de Bata, ubicada ya en el continente. “Son viajes de 10 días, donde voy y hago el acompañamiento desde los contenidos de las asignaturas, los niveles de los docentes y la interacción de la universidad con la industria”.
Los desplazamientos duran aproximadamente tres días, eso sin contar que también vuela a Carolina del Sur a discutir con el Departamento de Ingenierías cuáles son las estrategias que se pondrán en práctica. “Es un proyecto que ha tomado fuerza y ha mostrado buenos resultados, inclusive la industria del petróleo está aportando al proceso”, menciona el docente, quien añade que también ha llevado profesores de EAFIT (de matemáticas) y ha invitado a doctores de las universidades Nacional y de Antioquia.
Y si algo le ha llamado la atención a este geólogo es lo exótico de un país donde de tener como base de la economía a la agricultura en un 98 por ciento se pasó a otro 98 por ciento, pero en este caso a depender del gas. Su desarrollo es bajito, reconoce, y como dato curioso está el hecho de que su presidente lleva 38 años en el poder. “Se independizaron de España en 1968, y estos datos son importantes tenerlos en cuenta porque antes de viajar uno debe enterarse no solo de la cultura sino de su historia”.
En cuanto a lo que ha observado en su actividad de campo, cuenta que hubo una ocasión en que ésta duró 10 días. “Anduvimos con gente nativa en la selva y la verdad es que es una vida muy africana, tal como uno se la imagina”, dice el profesor Bedoya, y afirma que conflicto como tal no hay en Guinea Ecuatorial, cosa que sí sucede en los países vecinos.
En las salidas se aprovecha para hacer cartografía con los estudiantes y ha descubierto que no tienen mapas geológicos del país, por lo que se encuentra en esta tarea. “Hemos construido mucho y cuando uno pone en práctica lo que se ha hecho en EAFIT verdaderamente se ve el cambio. En pocos meses hemos visto avances, ha habido reuniones con ministros y ahora preparo una presentación para mostrar en el parlamento africano”.
Sigue sorprendido
Como en el Pacífico colombiano, la temperatura es alta por ser una isla ecuatorial, comenta el profesor Bedoya Sanmiguel. “Yo, normalmente, consumo la comida de la zona, como una especie de ratica grande, también es muy común el antílope y el pescado asado, el que preparan dentro de la tierra con hojas. Comen también muchas raíces y el condimento abunda”.
De la mujer dice que es muy sumisa en su proceso social, pero cuando comienzan las actividades de canto (que practican en el bus y en las salidas de campo), son las damas las que cantan en su lengua, entre algunas cosas, temas relacionados con religión. Ahí la mujer dice y el hombre repite.
La infraestructura, anota, es muy deficiente, pero las personas se encuentran con máquinas muy robustas (tecnológicas), pero sin internet y sin conexión (es limitada). “A ellos les llegó el Blackberry de una vez, sin pasar por el teléfono de disco que tuvimos nosotros. No pasaron por la época del telégrafo, simplemente no tenían nada y con el petróleo les llegó la tecnología”.
Y agrega: “De alguna manera ya se ven vías, ya se ven plantas de licuación de gas y hay algún desarrollo, no obstante, se ven casas de mármol y a su lado viviendas con techos de zinc. Existen, por ejemplo, vías de tres y cuatro carriles que se extienden unas cuatro cuadras y hasta llegué a ver un Ferrari en carreteras destapadas”.
Lo cierto es que a pesar de las desigualdades, este profesor eafitense destaca el trabajo que hace en este paraje africano, lo que han aprendido sus estudiantes, y habla maravillas de un país con paisajes encantadores, en los que ha visto imágenes muy similares a Colombia. Su fascinación la narran también sus ojos, en los que se deja ver una nación lejana en el mapa, pero muy cercana a él y, por ende, a EAFIT.