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Agencia de Noticias / Junio 2011 Especial Constitución: Hay un camino largo para la Constitución de 1991

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Voceros / 1 de julio de 2011

Hay un camino largo para la Constitución de 1991 


Según los expertos, para darles solución a los problemas estructurales del país se requiere, más que un documento, es voluntad política.

• Reformas sí, abolición no. Es una de las visiones que, sobre la Carta Magna, tienen académicos de EAFIT, para quienes el documento tiene aún mucho futuro.
• Por tratarse de una norma contemporánea y de incluir discursos sobre libertades y derechos ven poco viable pensar en derogarla. Segunda entrega del especial.
A la Constitución de 1886, promovida por el presidente Rafael Núñez, su vigencia le alcanzó para más de un siglo. ¿Qué futuro le espera a la Carta Magna de 1991, que este 4 de julio cumplirá 20 años de su proclamación, en una sociedad como la colombiana?

Parte de las respuestas las podrían entregar las cerca de 30 reformas que le han sido instauradas en estas décadas, no obstante, según la visión de varios académicos de EAFIT, la norma en general perdurará, entre otras razones, por la contemporaneidad de sus iniciativas.

“La Constitución todavía tiene muchísimas instituciones por desarrollar, por decantarse, y por ser aprehendidas por el órgano ejecutivo y legislativo, además de la ciudadanía. Por eso considero que aún tiene muchísimo futuro”, anota Hugo Castaño Zapata, decano de la Escuela de Derecho, quien agrega que 20 años no resultan suficientes para una cabal decantación de las instituciones nuevas que ha generado.

A su vez, para Jorge Giraldo Ramírez, decano de la Escuela de Ciencias y Humanidades, la actual Carta Magna perdurará en los términos y en las líneas gruesas. “En esa parte dogmática es una Constitución muy contemporánea, pues todos los discursos sobre libertad, derechos humanos y derechos fundamentales están presentes”.

En cuanto a la parte orgánica del Estado, el directivo tampoco augura cambios. “Algunos reformistas hablan del unicameralismo (como propuesta de reforma), pero no, ahí la imaginación se agota. Cualquier aspecto sería una reforma puntual”.

También, el profesor Santiago Leyva Botero, docente del Departamento de Humanidades, indica que el cambio a una nueva Constitución no está en discusión de nadie, pues al tocar áreas sensibles pensar en una nueva sería dispendioso. “La discusión se centra en ir ajustando los temas puntuales para mejorar los procesos en la sociedad. Hay muchas más formas de ajustar esos procesos: las leyes orgánicas, ordinarias y los decretos”.

Una opinión similar tiene la docente Nataly Montoya Restrepo, de la Escuela de Derecho, quien opina que con la Constitución actual todavía se puede hacer mucho. “Tal y como la tenemos no es necesario hacerles más reformas, pues todavía se puede construir. Es que el documento no depende de sí mismo y del contexto, depende de una red de burocracia que ya no se cumple en el ámbito de lo constitucional sino de lo subconstitucional”.

En ese sentido, según la investigadora, en la medida en que se cambie esto último (de cómo funciona la sociedad, de cómo se implementa el presupuesto, de cuáles son los valores de cada gobierno), la Constitución tendría otro accionar.

¿Reformas en qué?

Santiago Leyva, al referirse al tema de las reformas, uno de los más agudos de cara a la existencia futura de la Constitución Nacional, considera que lo normal es eso, reformar.

“Es que la Carta Magna no es solo un marco de normas, también es un proyecto que puede tener éxitos y fracasos. Es allí donde se hace necesario el ajuste de ciertos aspectos en la medida en que se aplica”. Ante esto, asevera que no se puede pensar en que exista un conjunto de normas infalibles.

Leyva Botero acota que, por esa línea, hay reformas importantes y necesarias, como la de hace ocho años con los partidos políticos y que impulsó la participación ciudadana. “Además está la reforma a la descentralización, ya que la Constitución, en un principio, le dio poder a la administración municipal y se hacía necesario fijar límites a ese poder”.

Por su parte, el decano Hugo Castaño asegura que comparativamente con otros países se debe velar por una mayor estabilidad de la Constitución y no ese “reformismo enfermizo que se tiene en Colombia”.

Y añade: “Una enmienda a la Constitución de los Estados Unidos es supremamente difícil de lograr por los arraigos que hay y porque el real alcance de la Constitución lo ha dado la Corte Suprema de los Estados Unidos. Faltarían unos años más para hacer un balance real de lo que ha significado la Carta Magna para Colombia”.

En cuanto a los problemas estructurales del país, Jorge Giraldo reitera que, por ejemplo en el tema de la pobreza, no se necesitan cambios constitucionales, al contrario, se requiere es voluntad y medidas políticas, administrativas e institucionales.

El Decano tampoco le da validez, como ciertos sectores de la sociedad afirman, a que si se dan algunos procesos de paz en el futuro se haga un cambio de Carta Magna. Inclusive, en su opinión, no cree que vaya a haber acuerdos de este tipo teniendo en cuenta cómo está planteado el tema del conflicto.

“Ahora no se observa que haya entornos de reformismo, porque considero que las insatisfacciones en Occidente no están enfocadas tanto en las cartas constitucionales. En los movimientos en España nadie e​stá pidiendo que haya reformas legales, piden es que la democracia política funcione, que los partido se abran, que se combata la corrupción, que se mire lo tributario y que los que más tienen paguen más”, concluye Jorge Giraldo.

Y sí, al plantear una nueva concepción de país en 1991, la Constitución fijó un futuro que se hace necesario cumplir. Por eso, a 20 años de su proclamación, los retos apuntan es más a cómo hacer que este documento se cumpla y no a cómo cambiarlo.

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Juan Carlos Luján Sáenz
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