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Análisis académico / 31/07/2014

La educación en Colombia: una materia que continúa pendiente

​Algunas de las fisuras que aquejan la educación en Colombia se sintetizan en la falta de oportunidades, inclusión y apoyo a la investigación. La deuda en este campo ha sido uno de los grandes pendientes de los Gobiernos.​

• Hace dos décadas, la denominada Comisión de Sabios le entregó al expresidente César Gaviria un informe que tenía como objetivo hacer recomendaciones para trasformar la educación del país.

• Sobre este acontecimiento y el panorama actual de la ciencia y la educación reflexionan Juan Luis Mejía, rector de EAFIT; Félix Londoño, director de Investigación; y Adolfo Maya, docente de la Escuela de Ciencias y Humanidades.

​Hace 20 años, el Palacio de Nariño recibió un grupo de visitantes poco habituales. No eran políticos, pero sabían que, a través de esa ruta, podrían implantar un sueño que no era solo suyo sino el de una nación entera: alcanzar una educación de calidad para todos los colombianos, con la formación científica como prioridad. 

En ese grupo estaban Eduardo Aldana Valdés, Luis Fernando Chaparro Osorio, Gabriel García Márquez, Rodrigo Gutiérrez Duque, Rodolfo Llinás, Marco Palacios Rozo, Manuel Elkin Patarroyo, Eduardo Posada Flórez, Ángela Restrepo Moreno y Carlos Eduardo Vasco. 

La denominada Comisión de Sabios -un grupo de intelectuales dispuestos a brindar sus ideas y asesorar al Gobierno en un tema crucial para el país- arribó allí el 21 de julio de 1994 para hacer entrega del Informe Conjunto de la Misión al entonces presidente de la República, César Gaviria Trujillo. 

“Al reflexionar sobre la importancia y el objeto de esta misión, se me ocurrió pensar que lo que ha buscado Colombia con ustedes es acercarse a lo que ustedes representan. No lo digo, por supuesto, en el sentido de una tabla para náufrago. No. Lo digo porque en sus vidas hay grandes claves para la esperanza”, dijo Gaviria Trujillo durante la entrega del informe. 

Pero esa esperanza de transformar el sistema educativo del país, representada por la Comisión de Sabios, se diluyó sin ver la luz, lo que en opinión de Juan Luis Mejía Arango, rector de EAFIT, obedeció a que se trató de un proyecto de fin de Gobierno.

“Eso revela una de las grandes debilidades del país: las diferencias entre un proyecto de gobierno y un proyecto de Estado, lo que hizo que la Comisión de Sabios no alcanzara a ser apropiada por la sociedad y, por tanto, la sociedad no le exigió continuidad al siguiente Gobierno”, expresó el directivo, para quien las falencias siguen existiendo.

Del sueño a la realidad 

El comisionado Rodolfo Llinás, durante la instalación de la Misión, el 16 de septiembre de 1993, opinó que se trataba de "un momento mágico para Colombia. Por primera vez, que yo sepa, un Gobierno acepta la posibilidad de hacer un gran vuelco en el triángulo interactivo de la educación, la ciencia y el desarrollo tecnológico de este país. Esto se debe subrayar como una “revolución positiva” y sin precedentes”. 

Gabriel García Márquez, por su parte, escribió en su proclama Por un país al alcance de los niños, que “la Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo no ha pretendido una respuesta, pero ha querido diseñar una carta de navegación que tal vez ayude a encontrarla. Creemos que las condiciones están dadas como nunca para el cambio social, y que la educación será su órgano maestro”. 

Hoy, 20 años después, son justamente los asuntos de educación, ciencia y tecnología los que no han encontrado el eco esperado entre las prioridades de los gobiernos. 

“Me preocupa, ante todo, el divorcio entre ciencia y educación. Al científico hay que formarlo y motivarlo desde la primera infancia pero, a pesar de los esfuerzos y proyectos, estos todavía no permean a la gran masa de la población, que sigue ajena a los temas de la ciencia”, afirmó el Rector. 

En ese sentido, Félix Londoño González, director de Investigación de EAFIT, explicó que en el documento se planteó el incremento del porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB) en ciencia, tecnología e innovación, en un momento en el que este era, en Colombia, del 0,4 por ciento, y que debía ser incrementado hasta la década del 2000, en busca de una cifra del 2 por ciento.

“Esto está lejos de haberse cumplido y, por el contrario, hemos descendido en ese porcentaje de participación en algunas ocasiones, y no hay una señal clara de que se vaya a incrementar, aunque pareciera que con el tema de regalías este se ajuste pero, infortunadamente, ha sido muy complejo”, aseguró Londoño. 

Otro de los puntos señalados en el informe, según el académico eafitense, tiene que ver con la necesidad que se proyectaba en cuanto al número de científicos e ingenieros, que se acercaba a los 36.000, así como con la cifra de participación por parte de dichos profesionales, la que tampoco ha llegado a ser significativa a pesar de los esfuerzos del país. 

“Es claro que todavía no se tiene una masa crítica importante de personas que estén trabajando en temas de ciencia, tecnología e innovación y, por otro lado, política y socialmente, no se ha tomado conciencia colectiva del valor que tiene el desarrollo científico para lograr mayores avances sociales”, indicó. 

Para el sociólogo Adolfo Maya Salazar, docente de la Escuela de Ciencias y Humanidades, una de las recomendaciones planteadas por los sabios era que la educación fuera un espacio para la alegría y la felicidad: un sistema educativo que no estimulaba al estudiante crítico, interlocutor y con fundamentos se debía reorientar hacia una educación que formara para la investigación, con niños que le dieran cabida a la pregunta y no tanto a la respuesta, aspecto en el que cree que los logros han sido parciales. 
“En el tema de la ciencia hay un punto que no se ha cumplido, pues si bien hay esfuerzos particulares interesantes no ha logrado ser un asunto público, es decir, no se ha constituido en una política de Estado. Además, la ciencia es un tema que se debe impulsar desde la infancia”, apuntó.

En sus palabras, la educación continúa con problemas estructurales, en términos de financiación, a pesar de ser un derecho. A esto se suma un contexto que ha desviado las preocupaciones hacia el asunto del conflicto armado interno, así como la inexistencia de una apuesta de la educación como factor primordial para el desarrollo y la inclusión social.

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Marcela Olarte Melguizo ​
Área de Información y Prensa EAFIT 
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Última modificación: 07/01/2015 17:42

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