Estar expuesto a situaciones inesperadas o de incertidumbre puede llevarnos a sentir una serie de emociones y sentimientos que en muchos casos no logramos entender o no sabemos cómo manejar.
Vale la pena aclarar que la respuesta emocional ante las experiencias cotidianas es completamente normal y adaptativa. Cada uno, ante las situaciones que enfrenta en su día a día, estará experimentando respuestas automáticas, inconscientes, incontrolables y pasajeras (emociones). La alegría, el entusiasmo y la plenitud aparecen normalmente en circunstancias que se valoran positivamente; de igual forma el miedo, la tristeza y la ansiedad aparecen normalmente ante situaciones que se pueden valorar negativamente o que percibimos molestas.
¿Es normal entonces ante situaciones adversas o de crisis sentir miedo, ansiedad y angustia?, la respuesta es sí. Cada emoción como lo plantea Goleman (1996) “nos predispone de un modo diferente a la acción”, nos muestra una ruta para enfrentar las situaciones de acuerdo con nuestra memoria emocional y a los recursos personales y sociales con los que contamos.
La ansiedad como estado emocional aparece ante eventos que la persona considera como amenazantes, que imagina puedan poner en riesgo su equilibrio o que puedan afectar las condiciones en las se encuentra. El miedo y la angustia cumplen funciones similares, se constituyen como signos de alarma que estarían indicando la necesidad de movilizar diversas acciones para dar respuesta a las situaciones que nos encontramos enfrentando.
Las emociones como el miedo, la ansiedad y la angustia se pueden volver problemáticas para algunas personas cuando trascienden la respuesta normal, es decir, cuando se vuelven más frecuentes y persistentes afectando la calidad de vida de las personas, interfiriendo en el desarrollo de sus actividades diarias, generando síntomas físicos como taquicardia, pulso acelerado, respiración agitada, problemas gastrointestinales, tensión muscular, entre otros y síntomas psicológicos como miedo excesivo, pensamientos catastróficos, preocupación exagerada y constante, dificultad para dormir e irritabilidad. En estos casos, indispensable que la persona busque ayuda, inicialmente puede ser con una persona de confianza o directamente con un profesional.