Dice Martín Vivaldi que uno de los escollos difíciles de salvar en el escritura es el que se refiere al “su” posesivo. Un ejemplo: “El Medellín ganó al Cali en su cancha”. ¿En cuál cancha? “En su” no lo dice. Por tanto, si se jugó en el campo del Medellín, habría que escribir: “El Medellín, en su cancha, ganó al Cali. Y si fue en la cancha del Cali, convendría escribir: “El Cali, en su cancha, perdió frente al Medellín”.
En realidad, en lo que se refiere al “su”, la culpa de las posibles anfibiologías (doble sentido) resultantes, de acuerdo con el maestro Argos, hay que atribuírselas a la pobreza del idioma, puesto que no hay una variedad muy amplia de posesivos como en otras lenguas.
Como lo explican Vivaldi y Argos, en español contamos con el adjetivo “su”, apócope (supresión de letras al final de un vocablo) de “suyo”, para expresar 7 conceptos diferentes: de él, de ella, de ellos, de ellas, de usted, de ustedes, de ello.
Para evitar confusiones en la construcción de la oración, conviene tener en cuenta lo siguiente:
Evitar la oscuridad. Es preciso colocar el “su” de tal suerte que se refiera al nombre anterior más cercano. En otras palabras, construirlo de modo que se refiera a un sustantivo determinado. Si digo: “Carlos fue a la casa de Alberto en su carro”, no sabemos si el carro es de Carlos o de Alberto. Para indicar que es de Carlos, basta escribir: “Carlos fue en su carro a la casa de Alberto”.