“¡Ama a Dios!”. ¿Qué significa eso? ¿Acaso un personaje que está afuera, allá, y que me atisba? Eso no puede significar, sino que aceptes y vivas tu verdad, que te aceptes íntegramente, con la negación que conlleva tu afirmación, como lleva germen destructor todo fruto. Que vivas así: incierto, con auges afirmativos y podredumbres llenas de auroras. Sé humilde aceptante, aun de tu vanidad. Aceptarse y representarse (confesarse) es estar en Dios y amar a Dios.
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