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El guayacán

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Ethel Gilmour y el guayacán

Exposición El Pueblo y el Guayacán. Exposición El Pueblo y el Guayacán. Exposición El Pueblo y el Guayacán. Exposición El Pueblo y el Guayacán. Exposición El Pueblo y el Guayacán.

El Pueblo y el Guayacán (fragmentos)

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"El Pueblo y el Guayacan: Una Obra de Ethel Gilmour"



El Guayacán

Ethel Gilmour


En esta obra vemos fragmentos rebosantes de ternura sobre la vida apacible de un pueblo, cuyo centro es un Guayacán florecido. Ethel, diminuta entre la lluvia de flores amarillas, mira la majestuosidad del árbol. Ella nos cuenta que los viejitos del pueblo se sientan a mirar el Guayacán al final del día. 

 

 

Herman Hesse escribía:

“Los arboles son santuarios; quien sabe hablar con ellos,
quien sabe escucharlos, aprende una verdad”.

 

 

El Guayacán Amarillo

Por: Alberto González R.

[…] Los que hemos seguido la obra de Ethel recordamos cómo hace tan sólo tres décadas el parroquial mundo del arte colombiano imitando lo que se veía en “Art Forum” o “Art in America”, decidió que la pintura había muerto y que el futuro pertenecía al video, “las propuestas” y las instalaciones, pero a pesar de que la profecía de los nuevos sepultureros nunca llegó a cumplirse, un artista de esta época que amara la pintura, necesitaba tener convicciones muy firmes y ser muy valiente para rechazar la sabiduría tribal de la crítica de los finales de la década de los setenta, pero por fortuna Ethel tenía las dos cosas que, unidas a una sólida formación profesional, le permitieron abordar el mundo de sus propias experiencias para recrearlo en imágenes poderosas y significativas.

Nuestra pintora, oriunda de Charlotte, pequeña población de Carolina del Norte, completa su formación académica en el prestigioso Instituto Pratt de Nueva York, donde tuvo como profesores a personalidades como, Erwin Panfosky, el padre de la iconología moderna, y el pintor George McNeil, quien a su vez había sido discípulo de Hans Hoffman, el famoso artista pedagogo que había abierto, junto a Jackson Pollock, Arshile Gorky, Robert Motherwell y otros, la vía nueva al arte norteamericano y que las historias del arte moderno suelen denominar como “expresionismo abstracto”. Después de una rica experiencia en la Universidad de la Sorbona en París y de incursionar en el terreno de la litografía, Ethel llega a Colombia y en el año de 1971 la vemos vinculada a la Universidad Nacional en la sede de Medellín donde compartiría su experiencia docente con el escultor Germán Botero y el pintor Saturnino Ramírez. Luego, nuestra artista sería una de las impulsoras de la carrera de artes en la mencionada universidad.

Ethel Gilmour nos cuenta un cuento para celebrar la alegría de la vida y la belleza del mundo.

Firmemente comprometida con las experiencias que le proporciona el nuevo medio cultural, Ethel comienza a reelaborar su lenguaje pictórico; es así como sus pinturas iniciales, de fuertes pinceladas y de color agresivo, se van transformando en imágenes más depuradas pero no menos intensas. En un momento en que gran parte del arte es paródico y parasitariamente dado a citar los medios de masas, la obra de Ethel va contra la corriente, optando por un camino difícil, ya que su figuración estará siempre controlada por esa fina abstracción muy suya, que comprende la rigurosa disposición de los planos de la superficie pictórica y el cuidado en los acentos de color o de formas para dirigir la mirada del contemplador de manera implacable; estos elementos, unidos a un elegante y refinado manejo del color, nos hablan de una pintura culta pero también legible aún para un público desprevenido.

Es importante señalar en la obra de Ethel esa especial tensión que se produce entre el espacio pictórico y sus objetos que ella transforma en emblemas: mesas, perros, juguetes, o incluso reproducciones de los grandes pintores que ella ama: Gaugin y Matisse, especialmente, y también las grandes pintoras, sin embargo, ella no es una “pintora feminista” en el sentido ideológico del término, pero es indudable que su obra, como la de Paula Modersohn – Becker o la de Gerogia O´Keeffe, transmite un poderoso sentimiento de experiencia femenina, como aquellas formas y aquellos espacios que sugieren la sensación de protección y, sobre todo, la construcción de una imaginería a partir de los objetos cotidianos que, como ya se dijo, nuestra artista los eleva al nivel de formas emblemáticas. […]

“Al visitar de nuevo la última exposición de Ethel Gilmour y despedirnos del fabuloso guayacán amarillo, queda una impresión visual diferente y peculiar: es la presencia del aroma que emana de su obra reciente, obra con la que esta gran pintora ha querido agradecer a sus amigos y admiradores”.

Alberto González

Texto publicado en: Escritos desde la Sala. Boletín cultural y bibliográfico de la Sala Antioquia, Biblioteca Pública Piloto de Medellín para América Latina, Medellín, núm. 15, octubre 2006, p. 12

Exposición: El Pueblo y el Guayacán: Una obra de Ethel Gilmour. 25 de Julio de 2006. Museo de Antioquia - Medellín.

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