Datos del evento
Fecha: 6 de mayo de 2016.
Hora: de 2:00 p.m. a 5:00 p.m.
Lugar: Bloque 38, auditorio 125.
Entrada gratuita con cupo limitado.
Para obtener su ingreso, favor registrarse en: https://goo.gl/R3hQOC.
Por:
Danielle Navarro Bohórquez
Estudiante
Teresita Gaviria Urrego, presidenta de la
Asociación Caminos de Esperanza Madres de La Candelaria, estará en EAFIT el viernes 6 de mayo en el primer encuentro Ciudadanías en resistencia. Memoria, política y comunicación. Ella asistirá como panelista y compartirá su experiencia de una ciudadana que ha acudido a formas expresivas y comunicativas de la acción colectiva para generar procesos de resistencia.
En su mesa, Teresita conversará con María Emma Wills, del Centro Nacional de Memoria Histórica; con Luz Patricia Correa, coordinadora de la Unidad de Víctimas de la Alcaldía de Medellín; y con
Juan Diego Restrepo, columnista de
Semana.com y director del portal digital
Verdad Abierta. La moderadora será Marta Salazar, del proyecto
Medellín ¡Basta Ya!, quien guiará el diálogo en torno a la pregunta: ¿nos movilizamos más de lo que creemos?
¿Usted sabe quién es Teresita Gaviria y quiénes son Las Madres de La Candelaria?
Las Madres de La Candelaria es un movimiento de víctimas que surgió en 1999 con el propósito de reclamar, públicamente, por el secuestro y la desaparición forzada de algunos colombianos. El movimiento se extendió año tras año, a tal punto que hoy en día, todavía, realiza manifestaciones en Medellín, exigiendo noticias de centenares de secuestrados y desaparecidos de todo el país.
Los viernes, a las 2:00 p.m., el atrio de la iglesia Nuestra Señora de La Candelaria le pertenece a este movimiento. En el parque de Berrío —donde está ubicada la iglesia, en el centro de la capital de Antioquia— ellas, las madres, conforman el plantón, su acto simbólico más representativo. La gente de los espacios aledaños las conoce y sabe que a esa hora ellas estarán allí, en su lugar, sin falta.
"Los queremos vivos, libres y en paz", exclama Teresita Gaviria en el plantón, a través de un megáfono, varias veces seguidas. La consigna es reproducida por los demás participantes, principalmente mujeres. Hoy, el movimiento está conformado por madres, esposas, hermanas, amigas; y por hombres, niñas y niños que las acompañan.
Algunos llevan colgada en el cuello la fotografía de su familiar o amigo —secuestrado, desaparecido o asesinado— como una escarapela. Otros la sostienen en sus manos, y entre varios, ayudan a cargar las grandes pancartas donde se exhiben los rostros de los desaparecidos.
Luego de repetir varias veces la primera consigna, Teresita comienza a variar el repertorio: "si vivos se los llevaron, vivos los queremos", "Basta ya de secuestros y desapariciones. Ven, haz algo, di algo, para que no te toque a ti", "exigimos la liberación de nuestros familiares y amigos", "Las madres de La Candelaria no somos ni seremos parte de la guerra; somos y seremos parte de la paz"…
Este ritual dura aproximadamente una hora. En la calle extienden pancartas con fotografías, y sin importar el sol ni la lluvia, allí están ellas: 10, 20, 30, 40 mujeres, casi todas mayores de 50 años.
"Esa es nuestra forma de hacer resistencia", expresa Teresita Gaviria. El movimiento es un compromiso: "juramos que hasta que no viniera el último desaparecido del país, no nos iríamos de Las Madres de La Candelaria", sostiene con firmeza.
Durante la década de 1990, hacer manifestaciones públicas por secuestro o desaparición forzada era un episodio riesgoso, pues a los líderes que emprendían este tipo de acciones los asesinaban. Teresita no era ajena a esta situación; sin embargo, decidió tomar el riesgo.
Ella, junto a otras mujeres débiles social, económica y políticamente, construyeron valientes armaduras con sus únicos recursos: la ira, el dolor y la indignación. De esta forma, se enfrentaron pacíficamente a unos actores armados dotados de una fuerza militar implacable. Juntas tendrían más poder, y sobre todo, más coraje para reclamar justicia.
"Yo me empoderé de esto y bregué a botar el miedo. Sentía un temor muy fuerte por la persecución del paramilitarismo y la guerrilla, por las pelas que me pegaron, por las humillaciones que sentí por ellos. Pero la desaparición de mi hijo, la muerte de mi papá y de mis familiares me puso a pensar y a reflexionar: ¿será que me quedo callada cuando hay tanto qué reclamar?", narra la presidenta de este movimiento.
Conversatorio: experiencias ciudadanas para resistir a la guerra
Después del conversatorio con Teresita Gaviria, Juan Diego Restrepo, María Emma Wills y Luz Patricia Correa, en el evento se presentarán experiencias digitales de ciudadanos que eligieron contar historias a través de múltiples formas expresivas, narrativas y estéticas como mecanismo de resistencia ciudadana:
Pacifista, 4Ríos, Proyecto NN y
#Noescomolapintan.
El proyecto Pacifista nació del "hartazgo" de la guerra, como ellos lo expresan. Sus creadores, del equipo editorial de Vice Colombia, decidieron ponerse al servicio de la construcción de la paz a través de formas narrativas en diferentes formatos: textos, fotografías, videos… En su sitio web señalan que "está en nuestras manos cambiar la ruta de una historia que nos ha condenado al horror y a la barbarie". El proyecto
4Ríos, por su parte, es una manifestación contra el olvido. Narra hechos y sucesos alrededor del conflicto armado en Colombia, desde un enfoque artístico, comunicativo y social, a fin de proponer otras formas de acercamiento a la memoria y de sensibilización ante los hechos.
La apuesta del
Proyecto NN es por la construcción de ciudad a partir del pensamiento colectivo: reconocimento del territorio, discusiones abiertas, expresiones artísticas e intervenciones en lugares, con el propósito de activar la apropiación de los espacios públicos de la ciudad de Medellín.
Finalmente se presentará el proyecto
#Noescomolapintan, desarrollado por estudiantes de la Universidad EAFIT con algunos habitantes de La Loma. Esta verereda de Medellín ha sido testigo de múltiples episodios de violencia. El fin del proyecto es volver a narrar el lugar, en una versión alternativa a la que han mostrado los medios de comunicación tradicionales. Según los miembros del equipo, esta es la verdadera historia, porque La Loma no es como la pintan.
Las anteriores experiencias digitales eligieron las expresiones comunicativas como forma pacífica de hacer resistencia y de cooperar en la construcción de los nuevos sentidos y mentalidades que modelarán el nuevo relato de un país en paz.