Los sonidos de las cadenas eran ensordecedores. Retumbaban en las selvas, en los caminos, sobre todo si no había luz de luna. En las noches oscuras, los cascos de un caballo fantasma, acompañados por el ruido de estos hierros, espantaban a borrachos peleadores, trasnochadores y a jugadores tramposos y empedernidos.
Por eso, las matronas de la época no dejaban salir a sus esposos cuando estos tenían malos vicios, porque El sombrerón, el dueño de estas cadenas y de este caballo, podría llevarselos si se lo cruzaban. Y los tormentos que este personaje, quien siempre vestía de negro y llevaba un gran sombrero para cubrir su rostro sombrío y esquelético, serían infernales si llegara a inflingirlos.
Una leyenda que pasa, todavía, de generación en generación, en varios países de América Latina. Una leyenda que se convirtió en una obra para orquesta a través del trabajo de Víctor Hugo Agudelo Ramírez, profesor del Departamento de Música de EAFIT, y que fue escogida por la Orquesta Sinfónica de Houston para ser interpretada en su casa: el teatro Jones Hall.
"La Orquesta Sinfónica de Houston, a través de su director Andrés Orozco Estrada, escogió a El sombrerón como la obra ganadora del Houston Symphony Young Composers Competition, que en esta versión se encargó de convocar 56 obras de compositores colombianos. Este reconocimiento incluye que la obra será interpretada por la orquesta el próximo 23, 24 y 25 de septiembre, y que yo tendré un espacio de charla con los asistentes a estos conciertos", explica Agudelo Ramírez.
¿Cómo es El sombrerón?
Esta obra fue escrita, especialmente, para un concierto en donde la mayoría del público era infantil, por lo que varios de sus fragmentos llaman la atención con sonidos inesperados, en medio de una atmósfera de misterio.
Según su compositor, "el motivo melódico que representa a El sombrerón está elaborado a partir de cuatro sonidos que se desarrollan a lo largo de una introducción, cinco secciones contrastantes y una coda, que hacen referencia a la temática extra musical de la leyenda".
Así, desde la introducción se expone un elemento rítmico, el woodblock -un pequeño tambor compuesto por una sola pieza de madera-, que representa el galopar del caballo del Sombrerón y aparece de forma intermitente a través de toda la obra.
En general, se acude a una textura homofónica, con excepción de la cuarta sección que desemboca en un fugato con aires de ritmo de bambuco colombiano. "Por último, el fugato se difumina lentamente hasta llegar a la quinta sección que expone elementos ya trabajados por la introducción para luego concluir en una coda que invita a silbar al público", explica el profesor.
Una historia exitosa
La leyenda de El sombrerón, en EAFIT, comenzó en el año 2009. Se acercaba el tradicional concierto de Embrujados con la Orquesta, en el que la Sinfónica EAFIT le regala a los niños de Medellín un espacio de mágico encuentro con la música clásica y contemporánea, en plena celebración de Halloween.
"Yo regresaba a la Universidad luego de mis estudios de posgrado cuando me comisionaron esta obra para el concierto de ese año. Y luego de su estreno en el Auditorio Fundadores de la Universidad, la obra quedó guardada por algún tiempo. Hace dos años, el maestro Miguel Harth-Bedoya la descubrió, al revisar obras de nuevos compositores colombianos y me propuso su publicación en la editorial Filarmonika".
Gracias a esta publicación, y a la buena publicidad hecha por el maestro Harth-Bedoya, la obra fue grabada por la Orquesta de la Radio Noruega para un CD de la disquera Harmonia Mundi -el video que abre este artículo muestra un fragmento de esta grabación realizada en 2015-, que pronto saldrá al mercado. Además, El sombrerón ha sido interpretado por la Sinfónica de Antioquia y la Orquesta Sinfónica del Valle bajo la dirección del maestro Andrés Felipe Jaime (ambas orquestas colombianas).
"Fue la editorial Filarmónika quien envió al Houston Symphony Young Composers Competition la obra. Es un honor que hayan escogido a El sombrerón y es de gran mérito que abran convocatorias para que afuera se den cuenta que hay muchos compositores trabajando, con muy buenas ideas. Sin duda, estos reconocimientos suben la calidad artística musical del país, permiten que los compositores colombianos tengamos interacción con otros públicos, y que estos espectadores se den cuenta de qué es lo que se hace en Colombia y en EAFIT en términos de música contemporánea", concluye Víctor Agudelo.