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Noticias / Institucional-Academia

Las consecuencias del fraude van más allá de un cero

 

 

Algunos comportamientos no éticos hacen parte de la vida académica y, la mayoría de las veces, tiene un precio más alto en el estudiante estar impune que ser descubierto.

Y es que detrás de la amonestación, que se ejerce en la mayoría de instituciones educativas, hay todo un mensaje de reconocimiento de capacidades y confianza en sí mismo, diferente a cuando se dejan pasar por alto estas conductas, pues al final el resultado será un profesional poco idóneo.

Así lo piensa Carlos Mario Henao Galeano, jefe del pregrado en Psicología de la Universidad, al afirmar que el único que se engaña es el mismo estudiante. “A los alumnos se les dan bases, tanto en el conocimiento de las disciplina como en asuntos éticos. Cuando se comete fraude académico, así el estudiante piense que engaña al profesor o a la Institución, se está engañando a sí mismo”.

En este sentido, dos casos de fraude académico aparecen para ilustrar lo dicho y confirmar que, cuando se incurren en estas prácticas, las consecuencias pueden ir más allá de un simple cero. 

Dudó de sus conocimientos y sentó un precedente

Era un examen parcial sobre marketing. La idea de Daniela*, aunque había estudiado, era llevar apuntado en un papelito algunos de los pasos para hacer una investigación de mercado, pregunta que, según le habían comentado en el otro grupo que ve la materia, era muy probable que se realizara. Ella lo llevó por si de pronto alguno de estos pasos se le olvidaba.

Una vez repartieron la evaluación, pegó el postit de la última hoja, con el fin de que, al leerla, la profesora que cuidaba el examen pensara que lo que estaba leyendo eran las preguntas y no las respuestas.

Pero su papelito salió a la luz y, como dicen sus compañeros, la “pillaron”. Así que a Daniela le tocó salirse del salón y su examen fue cancelado con una nota de cero. “Me quedé en shock, no sabía qué hacer”, dice.

Ante este comportamiento la titular de materia debió tomar medidas, que no solo incluían esa nota para el 20 por ciento de la asignatura, sino que además y a la luz del reglamento estudiantil, hacer la anotación pertinente en la hoja de vida de la joven.

“Esta es una materia muy teórica y los estudiantes dudan mucho de los conceptos. Pero el haber “pasteliado” le traía consecuencias a mi alumna, que además siempre ha sido muy participativa e interesada en los temas y que no tenía necesidad de hacer lo que hizo”, explica la profesora.

Así lo asumió Daniela. Para ella fue una tontería haber llevado ese papel y haberlo sacado en el examen. “Yo estudié, pero dudé de mis conocimientos y ahora sé que es mejor que a uno le vaya mal en un examen porque así se puede saber qué tal va uno con respecto al tema, que incurrir en un comportamiento que no es ético. Tocó afrontar la sanción”.

Y así fue. Ella se convirtió en el precedente ante sus compañeros de lo que puede ocurrir si alguien se inclina por estas conductas. Por eso, en una exposición de 15 minutos, que tuvo que trabajar previamente, expuso ante su salón de clase el proyecto Atreverse a Pensar y en inglés, idioma en el que se dicta la materia.

“Fue muy difícil exponer el tema y sobre todo en otro idioma porque soy muy tímida, además allí aproveché la exposición para hablar de mi caso”, señala la estudiante.

Y dice la profesora: “Yo quería utilizar el hecho y le pedí que expusiera el tema para generar un precedente con los otros estudiantes porque ella, de alguna manera, es una vocera del proyecto en mi clase. Pero después de Daniela no habrá tregua para nadie, quien caiga en estos comportamientos debe asumir las consecuencias de su acto”.

Reincidió en la falta

Hasta hace algunos años, Jorge*, un estudiante de posgrado, no le prestaba mucha atención al tema del fraude académico. Sin embargo, durante su estancia en la Universidad vivió una experiencia que lo hizo reflexionar sobre el asunto.

Como una de las propuestas que postuló para obtener su título, se decidió a escribir un artículo en inglés sobre un importante tema de actualidad. “Comencé a recoger la información y pensé que simplemente podía unir ideas, porque no sabía como manejar las citas y referencias”.

El eafitense asegura que desconocía que lo que estaba cometiendo era una falta al reglamento estudiantil y que, por el contrario, su metodología de trabajo era la correcta.

El problema vino después de la primera entrega, cuando la asesora de contenidos lo citó para decirle que había vulnerado los derechos de autor y que se trataba de un plagio.

“Me notificaron que era un error muy grave y les pedí que me dieran una oportunidad para retomar el escrito. Sentí mucha vergüenza porque no era mi intención y solo quería mostrar resultados”, explica.

Los cambios que realizó para la segunda revisión volvieron a ser insuficientes. En esta ocasión fue citado de nuevo por reincidencia en la falta, al apropiarse de contenidos que no eran suyos sin la debida citación.

En ambos casos, la asesora se apoyó en los software Viper y Tumitin, los que le permitieron detectar la cantidad de texto copiado textual que existía en el artículo del estudiante con respecto a otras publicaciones existentes.

Después de este segundo reporte, la docente prefirió retirarse y cederle la tutoría a otro colega. El alumno, por su parte, argumentó de nuevo su falta de conocimiento sobre la forma correcta en la que se deben atribuir referencias y se comprometió a reescribir el texto.

“Fui a buscar profesores investigadores y les pedí que me enseñaran como citar, me documenté más y me apoyé en el asesor siempre que lo necesité”.

El estudiante asegura que fue un momento muy difícil en su vida, sobre todo por los aspectos éticos relacionados con la profesión, incluso perdió credibilidad frente a sus compañeros y profesores. 

Al mismo tiempo, agrega, fue una motivación para reflexionar, corregir a tiempo su error y seguir adelante. 

Jorge reitera que, si bien el primer llamado de atención fue por desconocimiento, este tipo de faltas han llegado hasta instancias superiores donde se tratan procesos disciplinarios.

Muchos aprendizajes le quedaron después de esta experiencia que, según él, le enseñó a ser más riguroso con su trabajo, a respetar el derecho de autor, a capacitarse y a consultar lo suficiente antes de hacer el uso indebido de alguna metodología.

“Ese error no lo volveré a cometer jamás”, ratifica el alumno.

* Nombres cambiados para proteger la fuente.​