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Universidad EAFIT
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​​​​​​​


​​Un viaje por
el tejido
que somos



 ​


*Toca los textos resaltados para que conozcas algunos datos, logros y avances de EAFIT durante 2022.

“Mira para arriba” me dice mi papá mientras termina de ajustar el telescopio. Es nuestro ritual de cada 30 de diciembre. Salimos de la ciudad, por un momento nos alejamos del ruido de las fiestas y cuando llega la noche, nos desvelamos mirando las estrellas, conversando y desenredando el hilo de todo lo que hicimos en el año.

Tras acomodar mi silla plegable, al fin puedo hacerle caso y miro hacia el cielo: la noche está espectacular.

El plan, me dice, es que nos quedemos al menos hasta las doce. A esa hora, la constelación de Centauro se va a asomar en el cielo por unos minutos. Aunque estamos a oscuras, en su tono percibo la sonrisa que tiene en la boca. Nunca se lo he dicho pero, esa pasión y las historias que tantas veces escuché en noches como estas, han sido la clave para tomar las grandes decisiones de mi vida.

Desde aquí, desde una de las últimas noches de 2022, es fácil notar que el que termina no fue un año cualquiera. La normalidad que tanto esperamos durante la pandemia comenzó a volver poco a poco, empezó la guerra en Ucrania, fuimos testigos del mundial de fútbol y de una época de grandes cambios que van de los más pequeño a lo más grande, yo, por ejemplo, ​ empecé a estudiar Ingeniería Física en EAFIT.​

Impaciente, mi papá me pide que escoja por dónde vamos a empezar y me pasa el planisferio. Es una pequeña circunferencia de cartón en la que podemos consultar cuáles estrellas nos vamos a encontrar y a qué horas. Aunque hoy son visibles seis constelaciones junto a Marte, Júpiter y Saturno, quiero que empecemos por la que mejor refleja el viaje de mi primer año en la Universidad.


La Universidad
que transforma

Lo que en la antigüedad fue la gran constelación de Argo Navis, hoy está dividida en tres constelaciones más pequeñas que representan las partes del barco en el que Jasón y los Argonautas hicieron su famoso viaje. Carina, también conocida como la Quilla, es una de estas.

Entrar a la Universidad probablemente sea el viaje más importante en el que me haya embarcado y siempre tuve claro que quería hacerlo en un lugar en el que la ciencia y las humanidades no fueran esferas separadas, un lugar conectado con los grandes retos de nuestro tiempo, capaz de formular las preguntas que necesitamos para comprender la realidad, pero, sobre todo, para transformarla.

Mi recuerdo de los primeros días en EAFIT es el del vértigo que producen las cosas nuevas. En esa época y para darme ánimos, papá recitaba un poema de Kavafis, ese que dice: “Cuando emprendas tu viaje a Ítaca/ pide que el camino sea largo, / lleno de aventuras, lleno de experiencias”. Me encantaría decir que estos versos surtieron efecto, pero lo que en realidad me ayudó a disipar mi nerviosismo fue comprobar que este no es un viaje en el que estoy sola.

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La estrella más brillante de la primera constelación a la que apuntamos nuestro telescopio es Alfa Carinae, también conocida como Canopus por el primer piloto de la nave de los argonautas. En 2022, aunque yo misma fui la capitana de mi viaje, en EAFIT siempre encontré compañía, inspiración y ejemplos de creatividad y liderazgo que me ayudaron a transitar mi camino.

Y no lo digo únicamente porque llegué a un lugar lleno de música, cine, libros y exposiciones artísticas que nos ayudaban a pensar nuestro papel como ciudadanos en momentos clave de la historia del país,​ lo digo también porque en EAFIT​, en su manera de evolucionar y asumir sus responsabilidades frente al entorno, encontré herramientas para inspirarme y entender el conocimiento como fuerza para mejorar vidas.

Basta con encontrarse a Óliver Rubio, llegando feliz a la Universidad, montando bicicleta. Óliver trabaja en el Dirección de Servicio y Experiencia y hasta hace poco, el haber nacido sin parte de su extremidad superior derecha, le había hecho casi imposible evitar el tráfico de la ciudad a punta de pedal. Esta situación cambió gracias a la creatividad y al ingenio de un grupo de estudiantes de Ingeniería de Diseño de Producto que trabajaron con él para, juntos, crear Oliv, una prótesis con la que hoy puede montar bicicleta sin problemas.

Este es tan solo uno de los ejemplos de cómo EAFIT hace realidad una de sus promesas: asegurarse de que aprendemos y desarrollamos nuestros talentos aplicándolos a problemas reales. En esta travesía en la que creamos conexiones y vamos tejiendo nuestro futuro, estar en EAFIT es estar rodeado por una comunidad que propone y crea soluciones.

Nos guía la empatía, pero también el pensamiento crítico, la capacidad de anticiparnos y de comprender los fenómenos que nos rodean como parte de un todo. Nos impulsa la curiosidad y el conocimiento sobre las herramientas que le dan forma a nuestra época.

Esta noche, veo el cielo y pienso que cada hito de mi viaje por 2022 podría ser una estrella. Las personas que inventaron las constelaciones probablemente dibujaron esos hilos imaginarios para contar historias que reflejaban su cultura y los valores de la comunidad a la que pertenecían.

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En la India, la misma estrella que conocemos como Canopus llevaba el nombre de Agastya, uno de los sabios más venerados del hinduismo y a quien la tradición le atribuye varios aportes científicos. Cuando señalo la coincidencia que veo en que dos culturas diferentes hayan visto en la misma estrella a un líder (sabio o piloto), mi papá me recuerda que en 1964, esta estrella, junto al sol de nuestro sistema, fueron los puntos de referencia que la sonda espacial Mariner IV utilizó para orientarse en su camino a Marte.

En el cielo veo una estrella que guía y es imposible no seguir el hilo de mis pensamientos hasta conectar esta imagen con la de la Universidad, poniendo a disposición todas sus capacidades para transformar personas y organizaciones dentro y fuera del campus.

“¿Conoces las flores que hay cerca de tu casa o en tu barrio?, ¿por qué los aguacates tienen semilla? o ¿cómo la niebla se convierte en el agua que tomamos?” son algunas de las preguntas con las que más de 650 niños y niñas despertaron su curiosidad y amor por la ciencia gracias a la Universidad de los Niños, una iniciativa por la que fue reconocida en la semana de la ciencia de Berlín. Los niños de Medellín y otros municipios apartados no fueron los únicos en sentir ese impulso que la Universidad nos imprime a través de la ciencia.

EAFIT financió investigaciones, impulsó proyectos de innovación y puso a disposición de la sociedad nuevas tecnologías. A todo esto se suma el hecho de ser un referente, no solo por lo que demuestran diferentes ránquines que la ubican entre las mejores universidades de Colombia, sino por la forma en que cuida su entorno en un campus en el que conviven tecnología, aprendizaje, cultura, emprendimiento y naturaleza. Ébanos, cascos de vaca, cámbulos y mis favoritos, los Clerodendrum quadriculare o lluvia de estrellas, hacen parte del tesoro de biodiversidad que hay en EAFIT, este segundo hogar en el que las plantas y el ecosistema no son lo único que florece.

Después de haber vivid​o la pandemia, nuestra sensibilidad frente al cuidado ha fortalecido la educación virtual, pero también ha hecho nacer iniciativas que conjugan innovación y ciencia. La Universidad avanza para ser un espacio más incluyente y seguro, completamente conectado con el mundo.

Mientras conecto a las estrellas con sus historias y pienso en el año que pasó, es inevitable volver a la nave de los argonautas. Comenzar mi carrera y sentirme inspirada y acompañada por una Institución que avanza con buen viento es, sin duda, un motivo inmenso de alegría. Pero este viaje sería imposible o estaría incompleto sin mis compañeros y compañeras, decenas de estudiantes embarcados hacia el futuro, muchos de ellos con logros excepcionales que nos indican el camino a quienes acabamos de llegar.

Conoce algunos de los impa​ctos y los logros de nuestra Universidad​ 


Estudiantes que se conectan
para e​xperimentar, reflexionar y transformar el mundo

Las constelaciones me apasionan porque representan, al mismo tiempo, la cultura y los avances científicos de una sociedad. Durante la Ilustración, por ejemplo, los astrónomos europeos dejaron atrás los nombres de gigantes, semidioses y bestias mitológicas para empezar a llamar las conexiones que imaginaban en el cielo con el nombre de sus instrumentos de trabajo. Fue así que obtuvimos constelaciones como la escuadra, la brújula, el compás o el octante.

Desde que llegué a EAFIT encontré un campus vivo en el que, sin importar el pregrado que cursamos, nos encontramos todo el tiempo con los frutos del aprendizaje de nuestros compañeros. Estos eventos y experiencias se construyen con las posibilidades que nos abre la Universidad y con las que desde ya trabajamos para abrimos paso con nuestro talento.

Piezas de cerámica inspiradas en el Jardín de las delicias, experiencias transmedia enfocadas en la divulgación científica, ferias de emprendimiento, muestras de ingeniería, pacas digestoras y una lista que no para de crecer, hace palpable que aprendemos a través de la experiencia.

En medio de tanto talento no paran de aparecer figuras admirables. “Hacemos posibles mil retos imposibles” es el lema de Kratos, la iniciativa que, desde que comenzó en 2017, ha conectado a más de 500 estudiantes con soluciones innovadoras y con las empresas que están dispuestas a hacerlas realidad. En 2022 el reto “imposible” fue una carrera de 24 horas a bordo de un vehículo electro solar desarrollado por estudiantes y profesores. La carrera se realizó en Bélgica, en el marco del Ilumen European Solar Challenge, y fue apenas uno de los eventos internacionales en los que los estudiantes de EAFIT brillaron y fortalecieron el tejido que nos une con el mundo.

Como la tripulación de un barco o un ecosistema, la Universidad funciona como una compleja red de relaciones en la que cada uno de nosotros tiene un papel y la oportunidad de ser una fuerza transformadora.

“Lo que no se conoce no se puede amar ni proteger”, dice Samuel Peláez Vélez, integrante del semillero de Botánica de EAFIT, en uno de los recorridos que organiza para dar a conocer la diversidad biológica del campus. Como él, centenares de estudiantes hacen parte de los 130 semilleros de investigación, que se suman a los grupos estudiantiles como espacios en los que podemos cultivar y compartir lo que nos apasiona desde el ambiente, hasta la política internacional, pasando por la producción audiovisual y el liderazgo.

La Universidad es esta barca en la que nos sabemos parte de una comunidad, un lugar diverso y que se abre para que ningún obstáculo nos impida avanzar juntos, un lugar que cultiva nuestras vocaciones científicas, nos conecta con otras latitudes y en el que abonamos y vemos florecer nuestras capacidades.

​Conoce algunos de los impactos y los logros con nuestros estudiantes ​


Profesores que inspiran
pasión por el conocim​​iento

Papá mira su reloj y anuncia que es su turno. Se levanta para estirarse un poco y me pide que me haga cargo del telescopio mientras nos sirve un poco de café. Alumbrando con la luz de su teléfono y tratando de encontrar el termo, con la cabeza ca​si dentro del morral, me dice que esta noche quiere que nuestra segunda constelación sea la del Perro.

Para los egipcios la aparición de Canis y su estrella más brillante, Sirio, anunciaba el fin de la época más calurosa del año y el comienzo de un nuevo ciclo de fertilidad. Para ellos Sirio, o “Sopdet”, que era el nombre con el que la conocían, comenzaba a ser visible en las madrugadas justo antes de la temporada de inundaciones con las que el río Nilo hacía posible la agricultura.

La estrella que indicaba el fin de las sequías me recuerda la forma en que los profesores que encontré a lo largo de 2022 trabajaron con audacia para preparar el terreno, para inspirarnos y sembrar la​curiosidad de la que todos los días seguimos cosechando frutos.

Se viene a la cabeza la imagen de Efrén Giraldo, un profesor de EAFIT que ganó un premio de no-ficción y que, en una entrevista, cuenta la historia fascinante de cómo un árbol, que desciende directamente de los ejemplares que sobrevivieron a la bomba atómica, hizo el viaje desde Japón hasta nuestro campus.

Esa forma de propagar la vida, como un signo de esperanza y en medio de situaciones retadoras, también me recuerda la forma en que nuestros profesores trabajan por llevar el conocimiento más allá de los linderos de la academia, impulsado los sectores empresarial y público a través de la innovación y el conocimiento, participando en las grandes conversaciones sobre problemas globales y destacándose en diferentes ámbitos con los más altos estándares, tanto en la investigación como en la docencia.

Al fin, papá me pasa el café y me dice que 2022 fue un año retador. Por un momento, su tono se ensombrece al hablar de los efectos de los problemas sociales y económicos que golpean al país y al mundo. Aunque siento una inmensa empatía por lo que dice, respondo que, si algo me ha dejado este año en la Universidad, es un cúmulo de experiencias que me hacen sentir mucho más optimista frente a lo que nos depara el porvenir.

Mientras termino de ajustar la posición del telescopio encuentro la oportunidad para recordarle algo que él mismo me enseñó hace tiempo.

​Conoce algunos de los impactos y los logros con nuestros profesores  


Los colaboradores
también hacen pos​​ible
el futuro desde el presente

En 1838, el astrónomo alemán Friedrich Bessel fue el primero en advertir que algo extraño pasaba con la trayectoria de Sirio, la estrella amiga de los egipcios. Veinte años después, el fabricante de telescopios Alvan Graham Clark pudo comprobar lo que para Bessel sólo pudo ser una teoría. La estrella más brillante del firmamento, apenas superada por los planetas más cercanos a la Tierra, en realidad es un sistema binario compuesto por un sol varias veces más grande que el nuestro y lo que en astronomía se conoce como una enana blanca.

Para mí, toda esta historia nos habla de una verdad clara y sencilla: juntos brillamos más y lo mismo se puede aplicar a la difícil tarea de buscar soluciones para los grandes retos que vivimos. Con el telescopio apuntando a esa estrella doble, que brilla en alianza con su amiga y compañera, el tejido que se viene armando en mi cabeza se conecta con ​las personas que desde distintos roles contribuyen a fortalecer esa urdimbre de vida que es la Universidad.

“Más allá de matemáticas y lingüística, crecimos como personas gracias a una Universidad que nos inspira a crear y a transformar el mundo, a nuestras familias, a las profesoras que nos acompañaron y a los empleados que creen en nuestros sueños y capacidades”, esas fueron las palabras con las que, hace unos años, Luisa Fernanda Henao resumió su paso por el programa Nivelatorio con Aportes de Empleados.

Hoy, tras 19 años de historia, el programa sigue siendo un ejemplo del compromiso social de los colaboradores de la Universidad. Aunando los esfuerzos de centenares de empleados, esta iniciativa permite que estudiantes con dificultades económicas reciban el impulso que necesitan para obtener excelentes puntajes en las pruebas de ingreso a la educación superior y así poder lograr becas para continuar su formación en EAFIT o en otras instituciones.

Junto a la solidaridad de los colaboradores de EAFIT se destaca el cuidado y la dedicación con la que su trabajo trae bienestar a toda la comunidad universitaria. Se trata de esfuerzos valiosos que no pasan desapercibidos y que, al contrario, son correspondidos a través de becas de estudio, reconocimientos y actividades que promueven el cuidado y el bienestar.

​Conoce algunos de los impactos y los logros con nuestros colaboradores   


Graduados:
un vínculo que se
expande​ en la sociedad

El viento arrecia y con este llegan las primeras gotas de una nube que venía acercándose poco a poco, agazapada a nuestras espaldas. La que se anuncia no es una lluvia ligera. Caen gotas grandes a un ritmo que nos hace reaccionar rápidamente. Levantamos todo y recorremos al trote los varios metros que nos separan de la cabaña donde planeábamos pasar la noche. En cuestión de minutos el cielo está completamente cerrado.

Resguardados de la lluvia, mi papá me pregunta con qué constelación habríamos seguido mientras me pasa una toalla para secarme el pelo. A esa hora, nuestras opciones habrían estado entre la Cruz del Sur y el Escorpión, pero la forma en que retumba la tormenta me hace inclinarme por Orión.

La constelación del cazador es una de las más útiles para localizar otras estrellas. Durante siglos, astrónomos de muchas culturas extendieron líneas imaginarias desde esa región del cielo para que, en noches como esta, las nubes no fueran un obstáculo para deducir la posición de Sirio, o de Aldebarán, la estrella más brillante de la constelación de Tauro. Existen otros métodos, parecidos, que utilizan a Orión para localizar estrellas y constelaciones, lo que me conecta con quienes fueron mi punto de referencia a lo largo de 2022.

“A mí de solo pensar en el lanzamiento se me vienen las lágrimas de la emoción”, esas fueron las palabras de Sara Rengifo a la víspera del lanzamiento de Artemis 1. Sara es graduada de Ingeniería Mecánica de EAFIT y desde los laboratorios de Tribología y Metrología del Marshall Space Flight Center de la NASA contribuyó al lanzamiento exitoso del cohete más potente creado por la humanidad. Como ella, son incontables los referentes que he encontrado en otros graduados de la Universidad.

El vínculo que une a los graduados va mucho más allá de servir como modelo para quienes apenas estamos empezando nuestra experiencia universitaria. La solidaridad y gratitud que los conecta con EAFIT genera oportunidades que impactan nuestras vidas y crean una red de vínculos con todo tipo de organizaciones.

Esta red no para de crecer semestre tras semestre, con cada vez más graduados que continúan su camino aportando su talento a las organizaciones y que encuentran en EAFIT un apoyo para abrirse paso en el mundo laboral.

​Conoce algunos de los impactos y los logros con nuestros graduados   


Nuestros aliados,
las conexiones con las que
transformamos el mundo

La mañana del 31 de diciembre regresamos a la ciudad para ayudar con los preparativos de nuestra fiesta familiar de fin de año. Mientras el carro serpentea por túneles y carreteras elegimos por turnos cada una de las canciones que nos acompañan en el viaje. A lo lejos se ve Medellín, como una promesa o una señal de los retos que nos esperan en 2023, pero por ahora lo que nos interesa es saborear la última sorpresa que el cielo nos tenía reservada.

Anoche, después de secarnos, cuando dábamos el día por terminado y solo quedaba prepararnos para dormir, nos sorprendió un silencio que solo era interrumpido por el ruido lejano de las ranas. La lluvia al fin había terminado y desde la habitación, escuché que papá salía de la cabaña. Poco después, escuché su señal. Todavía teníamos esperanza de ver nuestra última constelación: "¡apaga las luces!"

Mientras mis ojos se adaptaban a la oscuridad en la que se ve mejor a las estrellas, abrí la puerta y vi la silueta de papá señalando un punto entre las nubes en el que se empezaba a formar un claro.

Para los griegos, la constelación de Centauro representaba la figura mítica de Quirón quien, por su sabiduría, figuraba como maestro y compañero de los protagonistas de muchas de sus historias. Esta habilidad de acompañar a los otros, desde la amistad y el conocimiento me hace pensar en la forma en que, desde la Universidad, se tejen conexiones para alcanzar los objetivos comunes.

Me emociona comenzar 2023 porque las grandes transformaciones seguirán expandiéndose y acompañando el cambio mucho más allá de los límites de nuestro campus. Este año seguiremos viendo los frutos de las alianzas con otras universidades y con diferentes actore​s públicos y privados con los que busca darle forma al futuro de la educación. Como una onda que se expande, la universidad continuará transformando nuestra vida en la ciudad y la forma en la que trabajamos juntos para enfrontar los grandes retos y responsabilidades que tenemos de cara a la naturaleza.

Con la sorpresa y admiración que sentí cuando en Plazoleta del Estudiante pude ver una lancha potenciada por energía solar construida en EAFIT, me imagino a la Universidad multiplicando sus esfuerzos para seguir aportando al bienestar de diferentes comunidades del país.

Al igual que en el año que termina, veo a la Universidad fortaleciendo el tejido social y empresarial, formando líderes interesados en el sector público, pensando la movilidad y el transporte para hacerlos más incluyentes y, sobre todo, tendiendo puentes que la hagan epicentro de encuentros y conversaciones, de acuerdos para trabajar en común y seguir construyendo un mundo de conexiones que nos permite avanzar juntos.

Conoce algunos de los impactos y los logros con nuestras organizaciones aliadas   



Anoche, cuando al fin logramos ver las estrellas de Centauro, fue imposible no sentirnos admirados por la constelación de logros que dejábamos atrás, en 2022.

Por supuesto, la tarea está lejos de estar terminada. 2023 empieza lleno de retos que nos invitan a seguir innovando, a sumarnos a la acción global para crear soluciones, a construir a través del liderazgo, a generar conexiones sin perder de vista la sostenibilidad del planeta.

Viendo el cielo nocturno es difícil no pensar en que, aunque cada hito del año puede verse como una estrella que brilla independientemente, con luz propia, también hace parte de un tejido de historias que vamos construyendo colectivamente y que está allí, no solo para recordarnos el camino que hemos recorrido, sino, sobre todo, para mostrarnos que podemos seguir avanzando y hacer realidad la transformación que el mundo necesita.

Conoce los retos institucionales 2023 

 



Un viaje por el tejido que somos