En ese contacto entre investigadores fue crucial la llegada de internet. El ingeniero Jorge Devia recuerda que los profesores eafitenses pudieron conectarse con investigadores de otras latitudes y acceder a bases de datos internacionales en formato digital que se adquirieron para la Biblioteca. Esto sirvió para la actualización más ágil de los conocimientos, pero no para ser replicados tal cual en las aulas porque ya se compartía que la visión de la Universidad no se cumplía cuando se transmitía solo conocimiento pensado por otros o depositado en libros
“La Universidad no debe ofrecer un conocimiento codificado. Es necesarioque la investigación alimente la docencia para evitar un sistema de enseñanza-aprendizaje en donde se dicta y se copia, la materia se comprime en fórmulas, el saber es acabado, definitivo e incuestionable y el estudiante es un ser pasivo”.
Este fue uno de los apartes del mensaje que el rector Juan Felipe Gaviria Gutiérrez firmó en la edición número cuatro de la revista El Eafitense, en noviembre de 1996. En esa necesidad de que las labores de investigación permearan las tareas académicas coincide Félix Londoño González, quien llegó a la Dirección
de Investigación y Docencia creada en 1996.
El exdirectivo resalta la confianza como uno de los valores en ese proceso que se intensificó en esos años para crear vínculos más fuertes entre investigación, docencia y academia. Londoño cree que gracias a la confianza institucional en la comunidad académica, tanto docentes como estudiantes, fue posible que surgieran aún más proyectos de los profesores y que los alumnos se vincularan a los semilleros que se empezaron a impulsar.
EAFIT tiene uno
de los índices de producción de patentes más altos del país, si se
divide la cantidad entre el número de grupos de
investigación
Foto: Róbinson Henao
Conocimiento conectado con la sociedad
En 2004, EAFIT implementó una estrategia para fortalecer aún más sus
posgrados.
La premisa, recuerda Félix Londoño, era que un sistema de posgrados
debía ser robusto para que la investigación también lo fuera. Era la
primera década del milenio y EAFIT daba pasos para proyectarse como
una universidad de docencia con investigación, capaz no solamente de
compartir conocimiento, sino también de crearlo y apropiarlo.
La primera patente que se obtuvo fue una de modelo de utilidad –que
se
entrega por la introducción de una mejora significativa a algo ya
existente– que la Superintendencia de Industria y Comercio de Colombia
otorgó en 2005 al Tornillo de Troncos Giratorios.
Celebradas
como se han festejado las 56 patentes que hasta la fecha tiene la
Universidad, el tornillo desarrollado por el profesor Iván Darío Arango
López, útil para máquinas de alta precisión, ameritó publicaciones en
los medios institucionales en las que el docente expresó que el logro
era una muestra del apoyo y de la confianza de la Institución en el
trabajo de investigación.
“Abierta la senda, el segundo paso es hacer del
hecho un suceso repetible en EAFIT y asegurar que en el camino vayan
quedando plasmadas las huellas del impacto social que acarrea consigo la
capacidad de producir patentes. Impacto que, más allá de la posible
explotación económica del derecho que otorgan las patentes, está
constituido por la contribución que la misma hace a la creación de nuevo
conocimiento y con ello al avance social que pueda derivarse del
mismo”, escribía sobre ese logro Félix Londoño en el editorial de El
Eafitense publicado en junio de 2005.
Publicaciones científicas y trabajo interinstitucional
La
huella de impacto social a la que se refería el exdirector de
Investigación y Docencia no paró de crecer. En la década de 1990, por
ejemplo, EAFIT no publicaba más de 10 artículos por año en revistas
indexadas en bases de datos como Scopus: a comienzos de la década del
2000 la cantidad se incrementó y en 2012 se superó el umbral de 100 por
año.
En la alta producción de patentes –EAFIT tiene uno de los
índices de producción más altos del país, si se divide la cantidad de
registros entre el número de grupos de investigación– ha sido crucial el
papel del Centro para la Innovación, Consultoría y Empresarismo.
La
dependencia, que hoy tiene el nombre de Dirección de Innovación, se
creó en 2006, entre otros propósitos, para darle salida al conocimiento y
a la propiedad intelectual generados en las investigaciones a través de
mecanismos de transferencia y apropiación social.
La apropiación
social del conocimiento generado por EAFIT ha sido posible porque el
sistema de investigación no solo está atento a las necesidades del
entorno, sino que también lo hace en un ecosistema de relacionamiento
entre universidad, empresa, Estado y sociedad.
Varias de las
patentes, por ejemplo, se comparten con entidades como Argos,
Suramericana, Augura y Metro de Medellín, y la Institución ha tenido una
participación activa en iniciativas como Ruta N, Tecnnova y la Misión
Internacional de Sabios creada por el Gobierno Nacional en 2019.
La
participación de la Universidad en esa Misión se dio gracias a un
sistema de investigación institucional robusto que es capaz de moverse
en proyectos internacionales (como el promovido por la Universidad de
Oxford, el Proyecto Peak Urban) hasta programas para la formación de
nuevos investigadores como la
Universidad de los Niños, que se creó
en 2005 para propiciar la sensibilización y la formación en ciencia
desde temprana edad, trabajando con niños y jóvenes entre 8 y 15 años,
estudiantes de colegios públicos y privados.
Semillas para la ciencia del futuro
Los
semilleros fueron otra estrategia, que nació en 2002, para unir la
investigación con la academia y hoy son una fortaleza. En este año 2020,
la Universidad tiene 124 semilleros de investigación en los cuales participan
1627 estudiantes.
Uno
de los más tradicionales es el Semillero de Investigación de
Estudiantes de Economía (Siede) destacado porque desde sus inicios
empezó a generar conocimiento y a compartirlo en diferentes espacios de
socialización. Así ocurrió en el segundo semestre de 2005 cuando varios
de sus integrantes viajaron a Perú para mostrar los hallazgos de un
proyecto que adelantaban sobre capital humano en las pequeñas y medianas
empresas del sector textil, uno de los primeros realizados por un
semillero de EAFIT.
Isabel Cristina Montes Gutiérrez, como parte de su práctica profesional
del pregrado en Economía, era la encargada de coordinar el Siede. Tenía 24
años y su tarea era armonizar el trabajo de 15 estudiantes que coincidían con
ella en el asombro que les generaba investigar.
Recuerda que les dieron cerca de 20 millones de pesos para el proyecto y mucha confianza.
En 2020, la Universidad tiene 1627 estudiantes que hacen parte de 124
semilleros de investigación
Foto: Róbinson Henao
Además
del Siede en Economía, en 2005 también existían semilleros en áreas
como Música, Ciencias Políticas, Derecho y Ciencias Físicas. Así se
consolidó una red interna que se vinculó al nodo Antioquia de semilleros
y que desde entonces participa en las convocatorias nacionales para
mostrar los resultados de las investigaciones que realizan.
La
intención en EAFIT desde el comienzo fue que los semilleros perduraran
en el tiempo por la importancia que tienen en la consolidación del
sistema.
Y es
que la Universidad de los Niños, los semilleros, los grupos de
investigación, el sistema de posgrados y el sistema de transferencia de
conocimiento son elementos que conforman un músculo que permiten a la
Institución cumplir con su misión de contribuir al desarrollo sostenible
de la humanidad “mediante la oferta de programas que estimulen el
aprendizaje a lo largo de la vida, promuevan el descubrimiento y la
creación y propicien la interacción con el entorno, dentro de un
espíritu de integridad, excelencia, pluralismo e inclusión”.