Juan Carlos Luján Sáenz
Periodista del Área de Información y Prensa de EAFIT / Universidad de tercera generación
Que se sepa la ingeniería nació lejos de Envigado, pero con seguridad una buena parte de esta sí vive allí, en la planta de Renault-Sofasa.
Al caminar por las instalaciones de la ensambladora se puede observar la “intimidad” que con tanto “pudor” guardan los autos tras su carrocería, lo que puede notarse mientras decenas de operarios ponen a punto los cientos de vehículos que se aprestan a dejar esta “sala de maternidad”, en la que se mueve, por entre las diferentes unidades de producción, el ingenio del ser humano.
Estas máquinas integran una “gran familia”, la de la industria automotriz, sector de la economía que representa cerca del 6.2 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) del país y que en los últimos años mantiene un crecimiento acelerado, tanto que Colombia se ubica en la actualidad como el quinto productor de automóviles de Latinoamérica.
De este mercado, y según informaciones del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, la marca Renault fue la segunda en ventas en 2011.
“Tenemos un mercado que crece, que es muy interesante, donde las particularidades de la topografía, del clima y de las condiciones de las carreteras implican que nuestros productos tengan que ser adaptados y, en muchas ocasiones, más exigentes que en cualquier otra economía”, menciona Juan Camilo Vélez Martínez, gerente de la División de Ingeniería de Producto de Renault, quien de esa forma analiza las características de un sector que también se destaca por lo competitivo.
Vélez Martínez es ingeniero mecánico de EAFIT y de la Escuela de Ingenieros de Saint Etienne, de Francia. Su pasión no es difícil adivinarla, “las máquinas y los carros, como la mayoría de ingenieros mecánicos”, a lo que se suma que siempre quiso trabajar con Renault. Y allí, desde su oficina en Sofasa, analiza una alianza de saberes que, desde 2009, se convirtió en un ejemplo de relación entre universidad y empresa.
Este profesional es el contacto entre EAFIT y RenaultSofasa, entidades que sellaron un convenio de colaboración que en un principio se firmó por dos años y que, a finales de 2011, se extendió por cuatro más, gracias a los buenos resultados obtenidos. La unión se denomina Centro de Desarrollo Tecnológico para la Industria Automotriz.
La génesis
El equipo de eafitenses de la alianza, que opera desde el quinto piso del Edificio de Ingenierías de la Universidad, lo conforman cinco ingenieros mecánicos, de ellos tres egresados de la Institución. El líder del grupo es Felipe Piedrahíta Arroyave, que cuenta con estudios de doble titulación en EAFIT y en la Escuela Nacional de Ingenieros de Metz (Francia). Además, es magíster en Mecánica Computacional de la Escuela Nacional Superior de Minas de París y realizó un año de Estudios Latinoamericanos en La Sorbona.
Felipe trabajó en Renault (Francia) durante cuatro años e inició en junio de 2010 las actividades como coordinador de este proyecto.
Frente al novedoso centro, el gerente de la División de Ingeniería de Producto de Renault indica que algo de estas características no existe en Colombia, de hecho hace énfasis en que ni es una prestación de servicios ni la compra de fuerza de trabajo. En ese sentido, recuerda que el origen de esta idea se dio cuando su organización emprendió proyectos de gran magnitud como los autos Logan, Sandero o Duster, momento en el que confirmó que es la competitividad la que rige el mercado y determina quién sobrevive y quién no.
“En Sofasa se estructuran unos proyectos,
se traen y con el equipo de ingenieros se analiza
qué hacer. De esta forma, vamos
mirando en el camino la capacidad
de respuesta que tenemos”.
“Para esta competitividad uno de los pilares es contar
con una ingeniería muy fuerte cerca de los mercados
donde se desarrollan los productos”, comenta. Así, explica
que países como Francia, Estados Unidos, Japón o Alemania
tienen avances muy significativos en este campo, lo
mismo que Brasil, Rusia, India y China, las naciones que se
conocen como Bric, las llamadas economías emergentes. En
estos lugares, aparte de una ingeniería muy consolidada,
existe una cultura automotriz importante.
Lo anterior implica que, para hacerle frente a las
condiciones actuales de la economía y del sector, se piense
en una ingeniería robusta y desarrollada, no obstante,
cuando en Renault-Sofasa salieron a buscarla al mercado
encontraron que no había una cultura automotriz muy
avanzada en Colombia.
Emprendieron, entonces, unos estudios, lo que les permitió
enterarse de que en estos países existen empresas que
prestan servicios de ingeniería que se denominan centros
de desarrollo tecnológico, en los que las empresas no solo
tienen el know-how de la creación de los componentes y de
los sistemas del vehículo, sino que, en muchas ocasiones,
se les busca para el desarrollo de muchos de los productos.
“Lo que queríamos con EAFIT, teniendo en cuenta que
nuestra empresa es muy cercana con esta institución de
educación superior, era crear ese Centro de Desarrollo Tecnológico
para la Industria Automotriz. Esa era la intención
como ensambladora que somos. Y claro, entendimos que la
Universidad -si se analizan sus políticas, su expansión y el
ser de tercera generación- también lo veía bien”, subraya
el directivo, quien considera que la clave de los resultados
es que se ha respetado el saber de cada actor.
Los tres ejes del proyecto
Felipe Piedrahíta se traslada en metro desde EAFIT hasta
la ensambladora Sofasa. La cercanía entre ambas instituciones,
ubicadas en el sur del Valle de Aburrá, le permite
desplazarse en poco tiempo, sin embargo, trata de evacuar
varios temas en cada reunión.
“Esta es una relación en la que hemos ganado los
dos”, reitera el joven y a la vez experimentado ingeniero,
quien no pierde de vista los tres ejes que componen la iniciativa:
la reducción de costos o la búsqueda de economías,
el tratamiento y el pilotaje de incidentes de calidad, y el
desarrollo de nuevas materias primas.
Sobre el primero especifica que estas economías se logran
con la búsqueda de nuevos proveedores para las piezas
existentes y en un rediseño sencillo de las que en la actualidad
se fabrican en Colombia. “Queremos unificar o hacer
común una pieza para varios vehículos. Además, con las locales
podemos proponer mejoras en el proceso de fabricación
o algún cambio que permita una reducción de costos”.
El segundo componente de la relación EAFIT-Renault
se enfoca en los incidentes de calidad. “Sofasa, dentro sus
políticas de ventas, le hace un seguimiento riguroso y de
cerca a las reclamaciones de los clientes durante los primeros
dos años de tener el vehículo. Pues bien, algunos de esos
incidentes deben ser tratados por la ingeniería, es decir, no
se debió a una imperfección en el proceso, sino que algunos,
desde el diseño de la pieza, se pueden mejorar. Allí buscamos
y aplicamos una solución para que no se vuelva a repetir”.
El tercero de los ejes, el de las nuevas materias primas,
trata de la fabricación de piezas y la gestión de certificación
de pruebas en laboratorios locales, con el fin de
validar los elementos que se construyen en Colombia.
“Por ejemplo, cada pieza de un automóvil requiere de
un plan de validación más o menos extenso y riguroso, lo
que depende de las características de la pieza; y para Sofasa
es más rentable y para sus proveedores es mejor realizar
estas pruebas en Colombia”, resalta Felipe.
En este último ítem, la labor de los eafitenses se enfoca
en gestionar dichos servicios con los laboratorios en el
país, lo que consiste en identificarlos para cumplir con los
ensayos y acompañarlos alrededor de unas normas específicas
para el sector automotriz y, por supuesto, para Renault
en particular. Hoy, en Colombia, el convenio ha permitido
que haya unos 100 ensayos certificados.
Con este tema de las materias primas se logró concretar,
en palabras de Felipe, un proyecto interesante que
nació en 2009 con EAFIT y la Universidad de Antioquia, y
que tuvo como objetivo buscar un polipropileno reciclado
que se pudiera utilizar en los vehículos. La iniciativa se
alcanzó, se encontró el material apto para esta utilización
y se entró en un proceso de industrialización.
“Desde mayo de este año tenemos un vehículo Renault
saliendo en serie y vendiéndose con piezas en polipropileno
reciclables. Esto genera economía porque reutilizamos
materias primas”, opina el líder de esta propuesta.
Hay retorno
Uno de los aspectos más positivos de esta propuesta son las
ideas surgidas a partir del trabajo, lo que pondera Adriana
García Grasso, directora del Centro para la Innovación, Consultoría
y Empresarismo (Cice) de EAFIT, uno de los eslabones
de la relación entre la Universidad y la ensambladora.
“En Sofasa se estructuran unos proyectos, se traen y
con el equipo de ingenieros se analiza qué hacer. De esta
forma, vamos mirando en el camino la capacidad de respuesta
que tenemos”, anota la directiva.
En su concepto, un punto que debe resaltarse es que
el saber de la Institución también se perfecciona. Inclusive, le pone especial énfasis a que a partir de una necesidad
de Sofasa, con el ensayo de unas piezas, la Universidad
se encuentra en la instalación de un laboratorio con un
equipo que se adquirió, así como con una metodología y un
software que se desarrolló. Esto hará que EAFIT empiece a
ofrecer un servicio de pruebas de vibraciones no solo para
Sofasa sino, en general, para la industria automotriz.
“No solo prestamos un servicio, sino que tenemos
vinculación de estudiantes y de egresados. Sofasa obtiene
beneficios, nosotros entregamos un trabajo de calidad y
logramos retornos financieros, académicos, de imagen y
de tipo social”, arguye.
Y por supuesto, al ser una universidad de tercera
generación, EAFIT le apuesta a llevar su conocimiento a
la sociedad, a hacerlo práctico y a que la población se vea
beneficiada, un hecho que le llama mucho la atención a
Juan Camilo Vélez. “Una universidad no se puede quedar
en lo teórico o en las dificultades que están en los libros.
En la industria tenemos problemas reales y retos que le
podemos plantear a la academia”.
Pero en medio de este panorama está también la calidad,
lo que hace que los productos de Renault-Sofasa estén
adaptados al mercado, que se tenga fiabilidad en cada uno de
los componentes, que el nivel de incidentes de los vehículos
sea satisfactorio para los clientes y que se sea competitivo.
Este es el reto, algo que la Universidad asumió con conocimiento
y pertinencia, dos conceptos que unidos marcan
un camino que, en este caso, tiene a la ingeniería como
guía, la misma que asumió forma de máquina y que puede
verse en las instalaciones de Renault-Sofasa, esa “sala de
maternidad” donde nacen muchos vehículos que ruedan
por vías nacionales e internacionales.