Casas, edificios, puentes y demás estructuras están diseñados para soportar determinadas cargas durante su vida útil. En Colombia dichos diseños se basan en estudios de suelo que tienen en cuenta las regulaciones del Código de Sismoresistencia, que recomienda cómo construir según las diferentes zonas de amenaza sísmica.
En este sentido, la ciudad cuenta con información detallada sobre sus suelos gracias a la implementación de la Red Acelerográfica de Medellín (RAM) como parte del proyecto de Microzonificación Sísmica, liderado por Juan Diego Jaramillo, miembro del Grupo de Sismología de Medellín.
Este proyecto instaló equipos de registro de actividad sísmica (acelerógrafos) y se dividió la ciudad en 14 microzonas
sísmicas. Los datos de este laboratorio físico y del laboratorio virtual sirven para predecir cómo serían los movimientos del terreno si ocurriera un sismo.
Para Jaramillo, precursor de la ingeniería sísmica en EAFIT, la apuesta es ser capaces de estimar con precisión la intensidad de los movimientos telúricos, es decir, que esos datos sirvan de insumo a los ingenieros para diseñar construcciones más seguras.