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“Soy genetista, no determinista”

​​Jaime Bernal, primer médico del país en doctorarse en genética. Líder de las principales expediciones intelectuales del país que reconstruyen nuestro pasado cultural, a través de la moderna tecnología biológica.​

 

En el cuadro, Gregorio Mendell, padre de la genética, pintado por Bernal. Lo acompañan sus hijas y el primer microscopio que usó cuando organizó, en los años sesenta y siendo aún estudiante, su primer laboratorio.

Ana María Jaramillo Villegas
Colaboradora / Entrevistas​
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​Jaime Bernal es un científico consagrado. Por años se ha dedicado al estudio de la diversidad cultural de Colombia “cazando experimentos naturales” como aquel en la isla de Providencia donde algunos habitantes se llenaron de manchas blancas en la piel y perdieron la audición; o el de los indígenas Chimila que, al nivel del mar, presentaban una enfermedad de la piel que solo se conoce en pobladores de alturas.

Recorriendo el país, acompañado de un equipo interdisciplinario, Bernal ha buscado comprender y valorar las riquezas colombianas al combinar la gené- tica con las disciplinas sociales.

​Hay una pregunta fundamental para las ciencias biológicas de hoy que tiene que ver con cuánto es genes y cuánto es ambiente. Cuéntenos cómo un genetista que ama la cultura ve el determinismo genético.
Esa es la pregunta más importante de mi vida como científico: entender hasta qué punto estamos determinados genéticamente. Soy genetista, no determinista. Esto me llevó, por ejemplo, a ser rector durante ocho años del colegio en el que estudié. Si todo lo que le sucede a los seres humanos fuera genético, la educación no tendría ninguna razón de ser.
 
¿Es a eso a lo que se refiere con la frase “los seres humanos no tenemos esta lengua porque tengamos estos genes, sino que tenemos estos genes porque tenemos esta lengua”?
Sí, la lengua es la mejor manifestación de la cultura. Cada lengua comporta un entorno, un bagaje de saberes y es la que nos permite interactuar con otras personas para poder transmitir nuestros genes a la descendencia. La cultura es realmente la que acuña la estructura genética de los seres humanos, mucho más que los genes como tal.

Detállenos un poco cómo se da esa interacción entre la cultura y los genes, teniendo en cuenta que el dogma central de la biología va de los genes al fenotipo y no viceversa.
Tenemos unos veintipico mil genes y ahí no cabe todo lo que somos los seres humanos. De hecho, ya hoy sabemos que ni siquiera la estructura de los genes es ​​​lo importante sino la forma como se manifiestan. Es lo mismo que si uno cogiera El Quijote y pensara que ahí solo hay una secuencia de palabras. Por ejemplo, en el color de la piel o del pelo se ve claramente la diversidad biológica y siguen siendo características difíciles de explicar porque no dependen de un solo gen.

Aunque su énfasis ha sido la genética humana, vemos que ahora se interesa también por otras líneas de investigación…
En lo académico tengo muchas áreas de trabajo. Los estudiantes de doctorado me jalonan los intereses. Yo les planteo problemas y ellos buscan cómo se solucionan. Cuando empecé, los genetistas humanos como yo hacíamos solamente genética humana, pero en la medida en que vino la genómica y se entendió que había una cantidad de mecanismos genéticos comunes a los humanos y a otros seres vivos, todos replanteamos nuestro trabajo. Hoy tengo proyectos con animales, con plantas y con genética humana.

Si todo lo que le sucede a los seres humanos fuera genético, la educación no tendría ninguna razón de ser.​​​

Respecto a la interdisciplinariedad, ¿involucran en sus investigaciones a profesionales de diversas áreas?
En muchas sí. Trabajamos con botánicos, con antropólogos. El ser humano es mucho más complejo que la genética, reducirlo a sus genes es no entender su complejidad. Cada investigador debe entender que su saber no explica nada si no lo pone en el contexto cultural, histórico y ambiental.

Hablemos de Colombia. ¿Qué líneas de investigación en genética considera que tienen potencial para hacer aportes mundiales a la ciencia hoy?
 Hay grupos muy buenos, pero realmente el potencial más grande no está en los genetistas sino en la cantidad de cosas que hay alrededor. Vivimos en un país que tiene cuatro millones de personas que se identifican como afrodescendientes, un millón como indígenas, que hablan 64 lenguas, y otros 40 millones de habitantes. ¡Es un potosí para un genetista! La​​ genética es la ciencia de la diversidad, de modo que donde hay tal variedad hay una potencia enorme. Necesitamos hacer un gran trabajo para analizarla y entenderla, para hacerla propia. ​

¿El rezago del país en investigación en genética tiene que ver con las tecnologías o con la formación del talento humano? Definitivamente con la formación del talento humano. Tenemos una política totalmente incoherente en Colombia y vemos que van a venir años negros para la investigación. Ya ni siquiera tenemos los grupos de investigación. ¿En qué están pensando? Por otro lado, mandan el presupuesto para regalías donde queda bajo el control del político de turno. Me opuse radicalmente a que Colciencias se volviera un departamento de planeación. Veo la situación muy grave. Cuando los investigadores manejábamos a Colciencias (yo estaba en salud y el actual vicerrector de Los Andes estaba en sociales) teníamos una nómina reducida y se hacía bien. Hoy sale gente por debajo de los escritorios.

​Si lo dejaran ser director de Colciencias por un mes, ¿qué haría?
Si a mí me hubieran ofrecido la dirección de Colciencias yo la habría aceptado. Pero, hoy en día, no creo que haya ningún investigador que se le mida a semejante camello tan espantoso. Lo que habría que ​hacer para retomar la ruta en la que veníamos es muy complicado. Necesitamos varias cosas: que el presupuesto que se pasó por regalías vuelva a Colciencias para que haya política de Estado, un programa serio de doctorados, fortalecer la investigación en ciencias básicas porque son estas las que dan la posibilidad del desarrollo tecnológico y de patentes. Nadie se sienta a hacer una patente, uno se sienta a hacer un trabajo de investigación básico y, de pronto, aparece algo patentable y usable. ​

El ser humano es mucho más complejo que la genética, reducirlo a sus genes es no entender su complejidad.​​​​
¿Qué hace Jaime Bernal cuando no está investigando, qué preguntas no académicas lo rondan?
Una huerta, treinta gallinas, cuatro patas, una vaca, pinceles, lienzos y letras… Así transcurre mi tiempo libre. Tengo una finquita a las afueras de Bogotá y allá me refugio cuando no estoy en el Instituto. Para mí, la pregunta clave la hizo el filósofo persa Omar Jayam: no sabemos de dónde venimos ni para dónde vamos. A cualquiera, en una noche de vigilia, nos perturba saber qué estamos haciendo acá. Antes me atormentaba más “de dónde venimos”, pero cuando uno va más allá de la mitad del camino, ya se preocupa más por “para dónde vamos”.

​​Investigador

Jaime Bernal​

Médico de la Pontificia Universidad Javeriana y PhD en Genética Humana de la Universidad de Newcastle upon Tyne en Inglaterra. Director del Instituto de Genética Humana de la Universidad Javeriana desde 1980, año en que lo fundó. Director de la Red Colombiana de Medicina Genética (Pregen) que lidera todos los procesos de tamizaje neonatal en Colombia. En Colciencias, ha sido jefe del Programa Nacional de Ciencia y Tecnología de la Salud y miembro del Consejo Nacional de Biotecnología.

​Ha recibido múltiples distinciones entre las que se encuentran el Premio Alejandro Ángel Escobar (2011), el Doctorado Honoris Causa por la Universidad Nacional Hermilio Valdizán de Perú (2012), el Premio a la Vida y Obra de un Científico Colombiano de la Asociación Colombiana de Medicina Interna (1998), el Premio a la Vida y Obra de un Exalumno de la Gran Bretaña por la Asociación de Exalumnos de la Gran Bretaña (1992) y la Orden Francisco Hernández de la Panamerican Federation of Medical Schools (1993).

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Última modificación: 06/03/2017 14:28