Róbinson Úsuga Henao
Colaborador / Proyectos de investigación
Un hombre recoge piedras en el río Medellín. Arrastra sus pasos entre la fuerza de la corriente. Sujeta una bañera de fibra de vidrio (como si fuese una canoa) y justo cuando está en la mitad del torrente comienza la repetida operación de agacharse, palpar con las manos el lecho subacuático y agarrar las piedras encontradas hasta llenar la bañera. Luego se arrastra hasta la orilla donde descarga y hace más grande la pila de piedras. Regresa de nuevo a la mitad del río.
Se llama Carlos Arturo. Pasa su vida con un pie en la tierra y el otro en el río. Allí trabaja con su amigo Luis Hernando, quien a estas mismas horas de las 7:00 de la mañana palea arena en la orilla. “Vienen volquetas de todos los rincones de la ciudad para llevarse esta arena. Nos compran cada metro a veinticinco mil pesos”, explica Luis Hernando, parado con sus zapatos rotos en los travesaños de su canoa.
“Son 37 años. Eso llevo yo trabajando en este río, desde que tenía tan solo 10 años. Y con mis propias manos hice esta canoa”, dice Luis Hernando.
El río Medellín, que sirve a Luis Hernando para llevar dinero a un hogar donde le esperan una esposa y dos hijas, es como un tobogán gigante que serpentea entre kilómetros de asfalto. Que parte a Medellín por la mitad, de sur a norte. Que acompaña el recorrido de los viajeros del tren metropolitano, y que representó, con su canalización iniciada en 1921, uno de los logros de los urbanistas locales del siglo pasado.
Pero la industrialización de la ciudad ha significado un severo castigo para el río Medellín. Grandes y pequeños empresarios de textiles, alimentos, quí- micos, curtimbres y tintas de impresoras, entre otros, vierten allí sus desechos industriales. Y esconden sus rostros cuando los habitantes de la ciudad y los medios de comunicación detectan contaminantes en el río. Algunas veces esos vertimientos son claramente visibles porque tiñen las aguas de colores inusuales, como el blanco, el rojo y el azul.
“Hace unos años lo que más bajaba por el río era grasa. Aceite quemado. Y ese sí nos perjudicaba a nosotros. Esa grasa no nos dejaba trabajar, porque se le pagaba a uno en los pies, las manos y todo el cuerpo. Es más difícil trabajar con la pala y las demás herramientas, parece ‘sacol’ y solo se despega con gasolina”, dice Luis Humberto.
De autoridades y sanciones
El Área Metropolitana del Valle de Aburrá es la autoridad ambiental en la zona urbana de los municipios del Valle de Aburrá, entre estos Medellín. Y en 2013 los funcionarios de esta entidad registraron, al menos, 50 vertimientos de contaminantes que tiñeron las aguas del río. Pero las sanciones han sido mucho menores a esta cantidad.
Alejandro González Valencia, director de Corantioquia, la otra autoridad ambiental sobre el río pero en la zona rural, explica a qué se debe esto. “El año pasado, lamentablemente, tuvimos un número muy alto de coloraciones en el río, y es realmente difí- cil hallar o individualizar a los responsables de estos vertimientos. Además, para procesarlos debemos encontrarlos haciendo las descargas y tener pruebas irrefutables”, aduce.
Tanto es así que, desde que inició operaciones en 1995 esta entidad, ha impuesto multa sancionatoria contra una sola empresa por contaminación al río Medellín. Se trata de una compañía de tinturas, que debió pagar 348’080.040 pesos por arrojar al río los contaminantes que tiñeron de azul sus aguas el 23 de julio de 2013.
“Nunca antes Corantioquia había sancionado por este tema. Esta es la primera sanción que sacamos. En parte debe tenerse en cuenta que el régimen sancionatorio ambiental, que es la Ley 1333, apenas empezó a funcionar en 2009”, señala González.
Una de las razones por las que parece estar aumentando el número de vertimientos es que “en el sur del Valle de Aburrá, entre Caldas y La Estrella, puede verse una gran cantidad de bodegas construidas, que internamente han empezado a operar como empresas. Por su lado, el Área Metropolitana las ha identificado en el norte. Esto es algo nuevo en términos de volumen”, explica.
Pero existe otro fenómeno paralelo y es el aumento de las empresas envejecidas, que tienen maquinarias obsoletas y han ido aplazando su reconversión tecnológica. Empresas rezagadas frente a la normatividad cada vez más exigente. “El último decreto sobre vertimientos, que es el 3930 de 2010, no ha sido tomado en cuenta por muchas empresas y ahí es donde llegan las multas o suspensiones de vertimientos”, manifiesta el funcionario.
Una respuesta desde EAFIT
Edison Gil Pavas es el director del Grupo de Investigación en Procesos Ambientales (Gipab), adscrito al Departamento de Ingeniería de Procesos de la Universidad EAFIT, y lleva 12 años investigando sobre el tratamiento de aguas residuales. En los últimos años ha llevado a las empresas del Valle de Aburrá el mensaje de que no esperen las sancionen, debido a que es posible dar un tratamiento más adecuado a sus aguas residuales.
En 2013 el Área Metropolitana del Valle de Aburrá registró 50 vertimientos de contaminantes que
tiñeron las aguas del río Medellín.
“Por nuestro lado hemos realizado muchas investigaciones
internas y algunas con empresas, y nuestras
idea es tener un impacto real para las empresas y los
habitantes del Valle de Aburrá”, enfatiza el docente.
Su proyecto de investigación Tratamiento de
aguas industriales mediante Procesos Avanzados de
Oxidación, como los procesos electroquímicos se basa
en procesos fisicoquímicos que tienen la capacidad
de producir cambios profundos en la estructura
química de los contaminantes, llevándolos hasta la
mineralización completa (transformación del contaminante
a CO2
, agua y ácidos inorgánicos) o hasta
que se conviertan en compuestos biodegradables. “Se
trata de algo muy distinto a lo que hacen los procesos
convencionales, como la adsorción, coagulación,
sedimentación y otros, que solo transfieren el contaminante
de una fase a otra. Es decir, que el contaminante
persiste”, asevera el académico.
En últimas lo que hace este profesor eafitense
es transformar los contaminantes en compuestos
que sean más benévolos con el medio ambiente. “Ya
lo estamos haciendo con aguas residuales de la industria.
Es complicado impactar al río, pero con el
tratamiento adecuado de las aguas residuales de las
empresas sí lo podemos hacer. No queremos que las
empresas efectúen tratamientos laxos, como control
de temperatura o ajusten el pH, de acuerdo con las
exigencias de la legislación: nosotros ofrecemos un
tratamiento riguroso”, revela el investigador.
“Cuidar el agua no da plata”
Los contaminantes que colorean las aguas impactan
más al medio ambiente, pero existen contaminantes
altamente peligrosos que son transparentes. Sobre
esto llama la atención José David Medina, auxiliar de
investigación del grupo de investigación del profesor
Gil: “Los colorantes son muy ‘escandalosos’ por el
impacto a simple vista. Sin embargo, existen muchas
industrias que contaminan el río con sustancias más
tóxicas, como los fenoles y sus derivados, herbicidas,
plaguicidas, fungicidas, cianuros y monómeros, que
al ojo pasan inadvertidos”.
“Las empresas que quieran tener procesos más
limpios y legales en el tratamiento de sus aguas residuales
deberán considerar la construcción de una
planta y la contratación de operarios para esos fines.
Sin embargo, aunque actualmente las empresas no lo
hacen porque la legislación no es estricta, llegará el
momento en que tendrán que hacerlo”, pronostica Gil.
Para Medina es comprensible que muchas de las
empresas no se entusiasmen en hacer mayores controles,
pues no hay un retorno de la inversión. “Cuidar
el agua no da plata”, sentencia, y como su mentor
Gil, tiene la certeza de que pronto tendrán que escuchar
las propuestas que hoy se presentan desde la
Universidad, pues la legislación ambiental se irá endureciendo
y “el tratamiento de aguas se convertirá
en un tema de vital importancia para las industrias”.
Entretanto el señor Luis Hernando sigue trabajando
en las aguas del río, sector Caribe, paleando
desde su canoa hasta la orilla. Con un ritmo y una
tenacidad como si fuese una máquina con cuerda. Su
rostro luce tranquilo porque en los últimos días no
ha visto al torrente teñirse de colores. “Desde que
se escucha esto de las multas, ya no veo tan curtido
el río”, dice. Pero teme el momento en el que ocurra
otro inesperado vertimiento.
EAFIT lidera la Unidad de Atención a
Emergencias Ambientales
Gracias a un convenio de asociación entre el Área Metropolitana
del Valle de Aburrá y la Universidad EAFIT, desde
diciembre de 2012 opera en el valle de Aburrá la Unidad de
Atención a Emergencias Ambientales. Cuenta con cuatro
tripulaciones y funciona 24 horas al día los siete días de
la semana. Su objetivo es tramitar las denuncias de riesgo
tecnológico y natural, abandono de residuos peligrosos
en zonas públicas, vertimiento de sustancias químicas a
cuerpos de agua, y más actividades encaminadas a la preservación
del medio ambiente, los recursos naturales, el
paisaje y la salud humana.
Entre sus grandes y variadas misiones preventivas, el proyecto
trabaja en conjunto con los grupos de bomberos, los
comités locales de gestión del riesgo y demás organismos
similares. También apoya la auditoría a la gestión de residuos
hospitalarios y el control del deterioro del río Medellín
y sus afluentes.
En 2013 esta Unidad atendió un total de 963 eventos.
De estos, el 17 por ciento estuvieron relacionados con el
recurso hídrico, con 312 eventos, siendo la coloración del
río y los vertimientos ilegales los eventos denunciados
más comunes.
La Unidad cuenta con una línea de atención, un correo
electrónico y una cuenta en Twitter para reportar las emergencias
ambientales:
Teléfono: 3856003
Correo: emergenciaamva@metropol.gov.co
Twitter: @emergenciaAMVA
Investigador
Edison Gil Pavas
Ingeniero químico de la Universidad de Antioquia, magíster
en Ciencias de la Ingeniería Química de la Universidad
Nacional, sede Bogotá. Desde junio de 1998 es profesor
en la Universidad EAFIT, donde lidera el Grupo de Investigación
en Procesos Ambientales (Gipab). Ha sido profesor
visitante en la Universidad de Las Palmas de Gran Canarias
(España). Sus investigaciones se centran en el diseño y optimización
de los Procesos Avanzados de Oxidación (PAO),
fotocatálisis homogénea, heterogénea, electroquímica,
acoplamientos entre PAO y procesos biológicos.
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