Alejandro Gómez Valencia
Periodista del Área de Información y prensa EAFIT
A partir del estudio de los fósiles, 12 estudiantes de los pregrados en Geología, Biología y Derecho de la Universidad EAFIT intentan hacerse una idea de cuántos animales, plantas o microorganismos han podido habitar la Tierra y hace cuánto tiempo.
Ellos pertenecen al Semillero de Investigación en Paleontología (SIP), de la Escuela de Ciencias, dedicado a auscultar los restos de esos seres que quedaron encapsulados, muchos en rocas, y que son huellas, pistas, pinceladas de la postal del mundo miles de millones de años antes de que existiera el ser humano.
David Pulido Arenas, estudiante de séptimo semestre de Geología y uno de los miembros de este Semillero, se interesó en esta ciencia natural en una de sus visitas a Villa de Leyva (Boyacá), una de las zonas de Colombia más rica en especímenes paleontológicos para explorar..
Cuando era un niño, allá viajaba David con su papá y compraba fósiles que los lugareños sacaban de las rocas para luego vender en el mercado local.
De esos viajes han pasado cerca de dos décadas, cuando no estaba prohibido el mercadeo de ese material y casi que cualquier persona podía subir una montaña en esa zona y llevarse su propio fósil para la repisa de la casa.
En la actualidad esa situación es diferente, todo está más regulado e, incluso, está instalado el Centro de Investigaciones Paleontológicas (CIP), inaugurado en 2012, con la intención de desarrollar técnicas y metodologías para recuperar, conservar y estudiar fósiles.
A ese centro llegaron la primera semana de noviembre de 2015, como parte de una salida de campo del Semillero, Yenny Paola Valencia Giraldo y Luis Carlos Escobar Arenas, estudiantes de séptimo y sexto semestre de Geología, respectivamente.
Los acompañaba José Ignacio Martínez Rodríguez, profesor-investigador y asesor del SIP.
Uno de los objetivos de Yenny era probar un taladro especial que sirve para extraer los fósiles de las rocas de una manera más prolija, ya que estos materiales son cortes de fósiles disponibles a la vista, pero no a la mano y, por eso, los estudiantes que los investigan deben seguir un proceso de extracción que sería más sencillo si lo hacen con un martillo neumático, como el que usan en el CIP.
Esta era la misión que le había encomendado a Yenny uno de los subgrupos del Semillero interesado en los invertebrados, que tiene entre sus actividades extraer, analizar y clasificar fósiles de erizos, conchas, cangrejos, foraminíferos (pequeños organismos unicelulares semejantes a la amebas), entre otros especímenes que vivieron hace aproximadamente entre 41 y 21 millones de años.
Algunos de estos restos estudiados por los miembros del Semillero se pueden apreciar en las baldosas del campus de EAFIT, específicamente en enchapes y pisos de la plazoleta de la Biblioteca Luis Echavarría Villegas de la Universidad, porque están hechos con una roca extraída de una cantera del departamento de Sucre.
“Se trata de una roca caliza de la formación conocida como Toluviejo, que es usada como material de construcción y, por eso, también hay en centros comerciales y hasta en un centro gerontológico de Medellín”, explica la estudiante Valencia.
De hecho, el norte de Colombia, cerca a la costa, es una zona que ha dado noticias importantes para la paleontología. En 2012, por ejemplo, científicos del Instituto Smithsonian de Panamá hallaron el fósil de una serpiente que vivió hace cerca de 58 millones de años, cuyo peso se aproximaba a la tonelada y su extensión era de 13 metros, la más grande descubierta hasta ahora.
La enorme serpiente prehistórica, quizá una de las más grandes que haya existido, fue bautizada como Titanoboa, y su esqueleto quedó expuesto tras la excavación en la mina de carbón a cielo abierto El Cerrejón (La Guajira). Resulta que en 2002 los científicos encontraron indicios de que esa zona árida, donde hoy está ubicada la mina, fue una selva húmeda.
“Era algo parecido a la selva amazónica que conocemos hoy. Así de húmeda”, afirma Alejandra Tabares Grajales, otra de las integrantes del Semillero.
No solo es pasión
Buscar indicios de cómo era la Tierra en tiempos remotos no está motivado únicamente por un interés “romántico” de revivir el pasado. También existen intereses que pueden favorecer la ubicación o caracterización de pozos exploratorios de hidrocarburos.
Conocer cómo estaba conformada una zona rica en minería, y cuáles animales y plantas la habitaban, permite crear una interpretación ambiental que, a su vez, facilite identificar en cuáles zonas con características similares también se puede encontrar, por ejemplo, petróleo.
La información también es útil para hacerse una idea de cómo eran los seres vivos que habitaban el planeta, donde las condiciones ambientales eran muy diferentes a las actuales. Así lo explica Juliana Mendoza Ramírez, estudiante de Geología de EAFIT, para quien tener modelos sobre cómo era la Tierra ayuda a saber cómo se comportaría el mundo si, por ejemplo, regresan las condiciones atmosféricas ancestrales, cuáles seres sobrevivirían, cuáles serían sus características. Incluso, cómo sería todo frente a un cambio climático extremo.
“Puede ser más rico en esa información un microorganismo que un dinosaurio gigante”, asegura Luis Carlos Escobar, coordinador del Semillero, pues mientras un dinosaurio aporta los datos de un solo individuo, una pequeña muestra de roca sedimentaria puede contener miles de microorganismos. De ahí que aporten mucha información para la exploración de los ambientes del pasado.
Los fósiles de plantas también son materiales que proveen noticias del mundo pasado y así lo han identificado en el Semillero, gracias a una pesquisa bibliográfica en la que sus integrantes comprobaron que en Antioquia hay una buena cantidad de fósiles que no han sido explorados.
Por lo anterior, uno de los objetivos de los miembros de este grupo es, precisamente, captar el interés para que la paleontología se fortalezca en esta zona del país y tratar de acortar la inmensa franja que existe entre la cantidad de fósiles y el poco conocimiento que se tiene de ellos.
Semillero de Investigación en Paleontología
Creado en 2011, hoy tiene 12 miembros activos. Aunque atrae principalmente a estudiantes de los pregrados en Biología y Geología de EAFIT, está abierto a todos los universitarios. De hecho, actualmente cuenta con integrantes del pregrado en Derecho.
Su objetivo es introducir a los participantes en el estudio de los fósiles como herramientas para el análisis paleoambiental, paleogeográfico, estratigráfico y evolutivo, que a su vez permiten inferir la historia geológica y biológica del planeta, y sus aplicaciones con fines científicos y económicos.
Además, busca que los miembros se formen como investigadores, al generar un espacio donde se estimula la discusión y el análisis de los avances de la paleontología, a partir de discusiones y revisiones bibliográficas.
Investigador
José Ignacio Martínez Rodríguez
Geólogo, Universidad Nacional de Colombia (sede Bogotá); magíster en Micropaleontología, Universidad de Hull (Reino Unido); PhD en Paleoceanografía, Universidad Nacional de Australia, donde ocupó una posición posdoctoral. Áreas de interés: paleoceanografía y paleolimnología Cuaternaria, y el estudio del fenómeno de El Niño en el pasado. Es miembro correspondiente de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Pertenece a programas internacionales que investigan el cambio global (PAGES-IGBP). Los resultados de sus investigaciones han sido publicados en revistas internacionales como Paleoceanography, Marine Micropaleontology, Palaeogeography- Paleoclimatology-Paleoecology, Palaios y J. South American Earth Sc.