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EAFITCiencia, Tecnología e InnovaciónInvestigación / Revista Universidad EAFITRevista Universidad EAFIT edición 170“La paz no es una moda”, es la asignatura pendiente de los colombianos: Gloria Gallego

“La paz no es una moda”, es la asignatura pendiente de los colombianos: Gloria Gallego

La profesora Gloria María Gallego García, doctora en Derecho y quien dirige el grupo de investigación Justicia y Conflicto de la Universidad EAFIT, lleva una década de pesquisas para entender el conflicto armado y apoyar la reconciliación.

“Si los colombianos se miran solo en la ofensa padecida se pierden las alas para volar hacia un futuro mejor. Hay que conocer el pasado, pero no para hacer de este una obsesión”, señala Gloria Gallego. Foto: Róbinson Henao.

Rafael González Toro
Colaborador

Diez años después la mirada en el tiempo es solo otro impulso para continuar. Atrás quedaron los recuerdos de ese 2007 en el que el retorno al país le planteaba un reto grande que debía afrontarse sin vacilacio- nes. Muy lejos de los días de desesperanza de 2001, cuando Gloria María Gallego García se fue al exterior para buscar la forma de entender por qué Colombia se desangraba en medio de la vorágine del con icto armado interno.

Por eso regresó. Tras cursar y aprobar sus estudios de doctorado en Derecho, en la Universidad de Zaragoza (España), el lastre de esa violencia, que vivió en carne propia en el Nordeste antioqueño, no la desanimó y decidió apostar de nuevo. Fueron las aulas y los espacios de discusión, esta vez en la Universidad EAFIT, los escenarios para iniciar una prolífica década de trabajo que hoy le genera satisfacciones y le da la fortaleza para seguir el camino a diario.

“En 2001 partí sin la esperanza de volver y ver el país en paz. Pero cuando uno tiene angustias y dolo- res no se puede quedar paralizado. Ese es un motivo para trabajar con más compromiso y dedicación. Es claro que nos hemos transformado. Por eso no podemos ser tan banales al medir lo que ha sucedido en Colombia y tampoco tan catastróficos. A la orilla del abismo sí estuvimos hace 20 años, pero hoy estamos mejor”, asegura Gloria Gallego.

Esa década de trabajo fuerte tuvo en 2016, año coyuntural para la paz en Colombia, una serie de resultados gratificantes en la labor de la profesora Gallego, directora del grupo de investigación Justicia y Conflicto de la Escuela de Derecho de EAFIT. Para ella, fundadora y directora de la Cátedra para la Paz, la Memoria y la Reconciliación, fueron los 365 días más intensos de su vida como académica e investigadora.
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“Hubo también personas que no fueron acompañadas en su luto. Que sufrieron la indiferencia de la comunidad. No hay una zona del país a la que haya ido y no salga ese lado de la guerra".

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Uno de los trabajos de Gallego como filósofa del Derecho fue analizar la fundamentación moral, política y jurídica de los acuerdos que iban saliendo de la negociación entre el Gobierno Nacional y las Farc. Ahí apareció el dilema de la justicia transicional y cómo se podía equilibrar la sanción a autores de crímenes graves, con una respuesta penal atenuada, con unos beneficios penales que permitan obtener la voluntad de paz, firmar el Acuerdo y allanar el camino a la paz con sometimiento a la justicia.

En ese primer componente la profesora Gallego produjo una gran cantidad de trabajos que se publicaron a la par de lo que se iba conociendo del Acuerdo Final con las Farc. “Es muy importante que lo que dicen los políticos afuera encuentre, o no, una funda- mentación. Esto implicó que la comunidad académica me invitara a muchos lugares del país a explicar. Esto es lo que uno llama ‘la paz política’, que se construye entre quienes han estado enfrentados política y militarmente, luchando a muerte”, asegura.


‘La paz social’

Otro campo de su trabajo se centró en lo que ella llama ‘la paz social’ que, para la docente, puede ser mucho más difícil de lograr que ‘la paz política’. El concepto de ‘la paz social’ se enmarca en la vida cotidiana. Esa convivencia entre vecinos, amigos, familiares y conciudadanos que terminaron separándose a causa del con icto armado interno.

“Acá se nos olvidó que el periodo más crítico de la guerra, que yo llamaría el giro civil de la contienda, que se da de 1994 a 2006, fue una guerra civil. La sociedad quedó fracturada y gran parte de los colombianos tomó partido por una de las partes en conflicto y justificó su violencia y sus actos de barbarie”, afirma la eafitense.

Esto significa que dentro de las comunidades hay una serie de desconfianzas, celos, miedos y muchos resentimientos, obviamente con los actores del conflicto que cometieron atrocidades y con un montón de ciudadanos que justificaron ese accionar mientras otros sufrían persecuciones, masacres, desplazamientos forzados, secuestros y desapariciones. 

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El grupo de investigación Justicia y Conflicto desarrolla el proyecto Rehenes del conflicto. Memorias del secuestro en Antioquia, que busca mostrar la experiencia humana del secuestro con ocho casos emblemáticos.

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“‘Es que algo debía’. Quien dijo eso se puso del lado del verdugo y no de la víctima. Hubo también personas que no fueron acompañadas en su luto. Que sufrieron la indiferencia de la comunidad. No hay una zona del país a la que haya ido y no salga ese lado de la guerra. Yo también trabajo con esas personas que han pedido apoyo para procesos de reconciliación adentro. Por ejemplo, en el Darién, Urabá, Atrato, Nordeste y Oriente antioqueño. Antioquia sufrió mucho con la guerra y desde la Universidad apoyamos esa reconciliación en los territorios. El enfoque es en la construcción de paz en la vida cotidiana”, expresa Gallego.

Es así como desde EAFIT, cada vez más presente en los grandes procesos sociales, políticos y económicos del país, se generaron los espacios para realizar esta labor de reconciliación. Para tratar de entenderse sin insultar, al renunciar a la descali cación del otro para evitar seguir ahondando las heridas sociales. Es decir, para argumentar de manera racional sobre todas las decisiones trascendentales que se tomaron.

Por eso, según Gallego, las escuelas de Derecho y Humanidades estuvieron al frente de hacer uso público de la razón para aportar racionalidad y sensatez al debate en el proceso de paz con las Farc. 

La cátedra

En 2016 también se materializó uno de los sueños por los que más había luchado la profesora. Comenzó la Cátedra para la Paz, la Memoria y la Reconciliación en el segundo semestre del año, con una primera promoción de 25 estudiantes de Derecho, Ciencias Políticas, Comunicación Social, Ingeniería Civil e Ingeniería de Sistemas.

En esta materia participan como docentes invitados: Mario Alberto Montoya Brand y Alfonso Cadavid Quintero, de la Escuela de Derecho; y Marda Zuluaga Aristizábal, Jorge Giraldo Ramírez y Gustavo Duncan Cruz, de la Escuela de Humanidades. También, inte- grantes de los equipos de Pedagogía del Centro Nacional de Memoria Histórica y del Museo Casa de la Memoria de Medellín.

La cátedra contribuye a construir una nueva conciencia de qué fue lo que pasó tan terrible y una nueva mentalidad en donde se aprende a descartar las vías de hecho, la intolerancia y el uso de las armas cada vez que hay una divergencia. Se ofrece de manera permanente como materia optativa de tres créditos en la que se pueden inscribir estudiantes de todos los programas de pregrado de la Universidad.

Para Mariana Toro Taborda, estudiante de Derecho que hizo parte de la segunda promoción de la cátedra en el primer semestre de 2017, esta experiencia ha sido maravillosa y transformadora porque “genera un montón de reflexiones para entender lo que ha vivido el país y la forma en que uno se relaciona con esos hechos. Es un espacio interdisciplinario y ahí se puede entender las posiciones que se tienen desde otras perspectivas”.

Para los alumnos, inicialmente, según la experiencia de la investigadora Gloria Gallego, la cátedra es una confrontación en la que se toma conciencia de que la guerra debe cesar, que no puede repetirse y que se deben sembrar los cimientos de una nueva manera de convivencia civil en el país lejos de las armas, del militarismo y de la guerra.

Los estudiantes viajan a los más alejados lugares del departamento y el país para recoger testimonios de las víctimas y compartir esas experiencias. Así se crea un nuevo discurso humanista para Colombia.

“Este es un espacio en donde se debate con altura. El papel de la academia es fundamental en ese objetivo. No solo es contar con argumentos de retórica, sino observar el panorama general para poder concluir. Por eso la profesora Gloria Gallego tiene un papel fundamental con su experiencia como investigadora para ayudarnos a dar esos pasos para llegar a la paz”, asegura Juan Sebastián Uribe Quintero, estudiante de Derecho, integrante del grupo de investigación y quien hizo parte de la segunda promoción de la cátedra. 

Mirar el futuro

La profesora Gallego sostiene que un poscon icto dura, más o menos, tres a cuatro décadas y por eso la Universidad EAFIT no ha reducido el Acuerdo de Paz a un tema coyuntural. Ella afirma que la apuesta es de largo aliento para sembrar los cimientos de la paz que van a residir en las generaciones jóvenes, que son las que se van a encargar de ponerle n a los odios en el país.

En ese sentido, expresa: “La paz no es una moda, es la asignatura pendiente más grande que tiene el pueblo colombiano. Hay que hacer un trabajo de largo aliento por la paz. El proceso de paz arroja resultados concretos: se ha salvado la vida de cerca de 2.600 combatientes porque se dejaron de matar. No hay tomas de poblaciones, no hay cilindros bombas, paró el sembrado de minas antipersonas y las Farc renunciaron al secuestro. Hay hechos concretos de paz que una parte del pueblo colombiano no quiere ver”.

Para Gloria Gallego, estos hechos demuestran que esa parte de la población está instalada en un nivel de ignorancia de la realidad y de polarización, que hace necesario que las universidades se hagan cargo mostrándole al público joven lo que sucedió en el país. También, que los colombianos tengan una dimensión real de la barbarie.

“Lo más usual en un conflicto tan cruento como el colombiano –según el Registro Nacional de Víctimas hay 8.3 millones de afectados– es que se genera un rencor que no permite mirar hacia delante. Por eso, si los colombianos se miran solo en la ofensa padecida se pierden las alas para volar hacia un futuro mejor. Hay que conocer el pasado, pero no para hacer de este una obsesión. Se deben tomar las lecciones de lo sucedido ayer como una base de experiencia para no volverlo a repetir. Tenemos que aprender del pasado para proyectar un futuro mejor”, argumenta.

Entre los impactos sociales que dejan los trabajos de la profesora eafitense, realizados en 2016, se resalta que la responsabilidad social que tienen los académicos en el país es contribuir a mejorar las condiciones de vida de las personas más afectadas por la injusticia.

De ahí que su labor académica la complementa con las víctimas en los territorios al explicarles, por ejemplo, todo el proceso de paz y las di cultades para decidir en el Plebiscito. También, les enseña a apropiarse del Derecho para reclamar la reparación y acompaña algunos procesos de reconciliación y perdón. “De otra manera no creo que esté justi cado ser académico en una sociedad tan desequilibrada y tan injusta como la nuestra”.

Todo este compromiso académico afianza en la profesora Gloria Gallego la decisión que tuvo hace una década. Está convencida de que el paso que dio al regresar se dio en la dirección correcta. Que la mirada atrás sigue siendo el impulso porque “hay que seguir produciendo memoria. La paz no se ha alcanzado todavía”, concluye. 

Investigadora

Gloria María Gallego García
Abogada, Universidad de Antioquia, y doctora en Derecho, Universidad de Zaragoza (España). Es profesora del Área de Teorías del Derecho de la Universidad EAFIT, donde es docente de los cursos de Ética y Filosofía del Derecho, y del curso de Derecho internacional humanitario y crímenes de guerra en la maestría de Derecho penal. Es directora del grupo de investigación Justicia y Conflicto.