Omitir los comandos de cinta
Saltar al contenido principal
Inicio de sesión
Universidad EAFIT
Carrera 49 # 7 sur -50 Medellín Antioquia Colombia
Carrera 12 # 96-23, oficina 304 Bogotá Cundinamarca Colombia
(57)(4) 2619500 contacto@eafit.edu.co

El Eafitense / Edición 107 Pastor Expuesto: abrir la cápsula del tiempo - El Eafitense - Edición 107

EAFITMedios institucionalesEl EafitenseEl Eafitense / Edición 107Pastor Expuesto: abrir la cápsula del tiempo - El Eafitense - Edición 107

​​​Pastor Expuesto: abrir la cápsula del tiempo​

​​​​​​​​​​​Hasta febrero de 2015 estará abierta, en el Centro de Artes de EAFIT, la exposición ¡hágase la luz!, que rescata la memoria de Pastor Restrepo Maya, un pionero de la fotografía en Antioquia, y quien se dedicó a este oficio entre 1865 y 1880. La exsposición revela el origen de la tradición fotográfica del departamento. ​



Sol Astrid Giraldo
Juan Guillermo Isaza
Colaboradores

En 1975 varias huellas del pasado surgieron, cuando con motivo del tricentenario de la erección en villa de Medellín se abrió la urna que cien años atrás se había sellado con el propósito de preservar algunos de los objetos más significativos de la época. Entre un ejemplar de Memorias sobre el cultivo del maíz, la foto de Gregorio Gutié- rrez González, autor de aquella obra emblemática de la antioqueñidad; y la bandera de la Asociación del Sagrado Corazón de Jesús apareció también una serie de fotografías del estudio del polifacético Pastor Restrepo. Este, en un gesto que lo caracterizaba, prefirió mostrar, más que su propio retrato, la fachada de su recién construida casa en una esquina de lo que sería la plaza de Bolívar.

El 16 de octubre de 2014, casi 40 años después, en el Centro de Artes de EAFIT, se vuelve a abrir otra cápsula del tiempo que dirige la luz hacia este caballero de dos continentes, empresario exitoso, pionero de la fotografía, metalúrgico de avanzada y bon vivant, quien encarna, junto con su hermano Vicente, a una generación que sentó las bases de los saberes científicos, técnicos y artísticos sobre los que se cimentó buena parte de la identidad regional.

La exposición ¡Hágase la luz! Pastor Restrepo Maya Fotógrafo despliega un importante material inédito reunido primordialmente, como señala Juan Luis Mejía Arango, rector de EAFIT, gracias al “apoyo del fabulista Nebur Zelev, quien puso a disposición su valioso archivo personal; la generosidad sin límites del genealogista Luis Álvaro Gallo y su familia; el entusiasmo de Marie Joseph Restrepo y su hijo Camilo C. Echavarría; la importante contribución de Margarita García de Ramírez y la oportuna presencia del álbum de la señora Pilar Helena de Greiff y su nieto Carlos Ramírez”.

Este corpus -que incluye no solo fotografías, sino documentos legales, cartas personales y objetos cotidianos, reunidos gracias a la investigación dirigida por Juan Camilo Escobar Villegas, historiador y profesor de EAFIT-entrega un retrato complejo y tridimensional de una figura clave en la historia de Antioquia. Además, el montaje de la exposición, que involucró a profesores y alumnos de la carrera de Ingeniería de Diseño de Producto, brinda al espectador una experiencia totalizante, que permite la inmersión en el universo en el que Pastor Restrepo vivió y produjo.

La invitación sensorial a este pasado comienza con elementos escenográficos, como la réplica de un estudio de fotografía del siglo XIX dispuesto como un gigantesco diorama, que incluye elementos tales como la reconstrucción de una cámara de la época y la cubierta de veladuras que permitía el paso de la luz al tiempo que su difusión. Adicionalmente, la exposición revela, en pantallas de video, los primeros procesos químicos de revelado y fijado utilizados en la época en que Pastor Restrepo fundó su laboratorio fotográfico (alrededor de 1864), en compañía de su hermano Vicente y su socio Ricardo Wills Pontón. Aunque para esta época la fotografía ya era conocida en Medellín, gracias a precursores como Fermín Isaza y Emilio Herbrüger, quienes habían trabajado con el daguerrotipo, el mérito de Restrepo consiste en haber introducido los procesos técnicos que permitieron obtener múltiples copias de un solo negativo. Además de haber sentado las bases tanto técnicas como materiales que facilitarían el desarrollo y difusión de la fotografía como oficio e industria en la región. 

El mérito de Restrepo consiste en haber introducido los procesos técnicos que permitieron obtener múltiples copias de un solo negativo.​

¿Por qué ellos?

El inicio de la fotografía en la región está ligado, como el de toda la economía local, a la minería. Vicente Restrepo, por ejemplo, surge totalmente ligado a esta historia y contexto. Él no solo introdujo en Antioquia técnicas metalúrgicas de última generación, sino que, además, descubrió procedimientos inéditos de fundición que, por su importancia, fueron traducidos a varios idiomas. Es en este trasegar de los hermanos Restrepo con minerales y químicos en el que los procesos fotográficos pueden ocupar con naturalidad su lugar, al lado de otras actividades productivas. Y por esta vía, la exposición permite a los asistentes establecer las múltiples conexiones que se tienden no solo entre el empresario y el fotógrafo, sino entre la América y la Europa del siglo XIX.​

El ideal ilustrado, de exaltación y construcció​n del conocimiento, de búsqueda de civilización y progreso, constituyó el sello distintivo de aquellos viajeros a la vez comerciantes e intelectuales, dados a la industria tanto como al arte o al cultivo de lo que se consideraba el “buen gusto”. De esta manera, se crearon, entre ellos, lazos de hermandad que se expresan no solo en sus cartas o tarjetas de visita, las que constituían una de las formas más apetecidas por la clase dirigente para mostrar las marcas del dinero y el status en aquella época, sino en el carácter mismo de sus relaciones. 

Estos proto -ingenieros, agrónomos, químicos y arquitectos- se reconocieron y asociaron entre sí, no solo por su amor al conocimiento, que adquirieron de manera muchas veces autodidacta, sino, además, con verdadero esprit de corp, sustentado en su calidad de portadores de la llama del conocimiento. No solo crearon instituciones como la Escuela de Ciencias y Artes y, posteriormente, la Escuela de Artes y Oficios, sino que empezaron a mirar (y en el caso de Pastor Restrepo a dirigir la lente de la cámara) hacia el propio acervo botánico, arqueológico, arquitectónico y antropológico. Por primera vez en la historia de la región, en lugar de los representantes de las mejores familias locales, ocuparon el encuadre a plenitud un poporo indí- gena, una orquídea o un rotundo racimo de plátanos. Así, la cámara de Restrepo no solo funcionó como el espejo narcisista e identitario de una aristocracia boyante, sino que sirvió de ventana para el descubrimiento del entorno regional que todavía no tenía su imagen.

El inicio de la fotografía en la región está ligado, como el de toda la economía local, a la minería.​

De sus viajes sedientos de saber a Europa, Pastor Restrepo no se limitó a traer consigo unas cámaras fotográficas, sus correspondientes insumos químicos y procesos de revelado, que en su momento constituyeron tecnologías de punta, como el colodión húmedo, la lambertipia, (cuya licencia compró Pastor directamente a Lambert), la copia a la albúmina, el ferrotipo y la foto-pintura o fotos iluminadas. Junto con estos, importó una serie de convenciones estilísticas que regulaban estética y, socialmente, la imagen de quienes se hacían retratar.  

Ello explica que estos retratos para tarjetas de visita, el principal uso comercial del exótico invento de la fotografía, muestren a sus modelos en poses que realzan no solo su ubicación en la sociedad sino, además, lo que esta espera de ellos: la manera ideal de ser hombre, mujer, niño, familia o militar, en ese momento. 

Pastor Restrepo, también, jugó un papel fundamental en la consolidación de la fotografía como quehacer económico viable: hizo escuela y con esto llevó este oficio medio mágico a los rincones más apartados de la región. Tomando a sus mejores aprendices y convirtiéndolos en asociados, los envió a ofrecer sus servicios fotográficos a los pueblos perdidos de Antioquia. Se ve así surgir a una generación de relevo compuesta por figuras que alcanzaron nombre propio dentro de la historia de la fotografía regional como Gonzalo Gaviria y Gonzalo Escovar. La exposición permite, también, entender este legado de una manera vivencial y próxima cuando invita a fotógrafos contemporáneos a recrear las técnicas fotográficas de Pastor Restrepo para su propia expresión, como es el caso de Camilo Sabogal, quien con la técnica del alotipo logra evocar en la actualidad la atmósfera vagamente deletérea de la fotografía de la segunda mitad del siglo XIX. ​​

Pastor Restrepo, además, jugó un papel fundamental en la consolidación de la fotografía como quehacer económico viable: hizo escuela y con esto llevó este oficio medio mágico a los rincones más apartados de la región.

El 13 de m de 1880, Pastor Restrepo anuncia en el periódico Mensajero Noticioso la venta de un “cuadro fotográfico de 45 retratos de escritores antioqueños” y con este acto desaparece de la escena fotográfica. Aunque no existe ninguna evidencia documental de las razones que lo llevaron a tomar esta decisión, el hecho de que a partir de 1882 se encuentre residenciado en París, es el más serio indicio de que, como señala la investigación, se hubiera decidido a “evitar las persecuciones y las presiones de los conflictos bélicos que comprometían la unidad familiar” de una manera definitiva. Es que las fotos plácidas de sus retratados no permiten percibir el convulsionado telón de fondo tejido por guerras interminables en los tiempos en los que debió vivir, crear y producir su generación. ​

Pastor Restrepo, quien además fue minero, metalúrgico, comerciante de ultramarinos, proveedor de insumos químicos, farmacéutico y maestro cervecero, no desapareció empero de la escena industrial y comercial. Siguió comprando minas con su habitual entusiasmo y aún quedaba por delante la creación de Pastor Restrepo y Compañía, propietaria de la Droguería Central, y el legado farmacéutico que continuaría con sus hijos. La exposición lo muestra en los últimos años de su dorado exilio parisino, al que, como buen hijo de la Bella Villa, supo sacarle punta con el Salón Rojo, almacén de artículos importados que habría de convertirse en referente de buen gusto para quienes forjaron sus fortunas en la década del 20 del siglo pasado.​

Con frondosa abundancia, todo este material de archivo revela una figura que permite observar, según el ángulo de incidencia, las múltiples facetas del ser regional, donde el comerciante convive con el artista, el cervecero con el intelectual, el estudioso con el negociante y el químico con el dandy. Así que tómese su tiempo (de exposición) para darse un variado paseo para descubrir las raíces, las conexiones y los entrelazamientos de estos hilos comerciales, sociales y creativos que son el ADN de la Antioquia contemporánea.  ​​

Última modificación: 27/02/2017 21:50