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El Eafitense / Edición 108 Para que al Golfo de Uraba no se lo lleve el mar - El Eafitense – Edición 108

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¡Para que al Golfo de Urabá no se lo lleve el mar!

​Hay sectores que han perdido hasta 30 metros de playa. Volcanes de lodo y fisuras en las rocas que sostienen la costa hablan de un terreno inestable para la infraestructura que allí se construya. Esta es una de las conclusiones del trabajo geológico de investigacion que, por más de 20 años, ha hecho EAFIT en esta zona del Caribe colombiano.


​Del golfo de Urabá derivan su sustento pescadores de Antioquia y del Chocó​
​Mauricio López Rueda
Colaborador 

Al golfo de Urabá no solo lo miran la región y el país. Allí también tiene sus ojos puestos el continente, ya que se trata de un punto estratégico para el comercio y la comunicación marítima. Son cerca de 1.800 kilómetros cuadrados que abarcan, sobre sus costas, los municipios de Turbo y Necoclí (Antioquia), y Acandi (Chocó), y en los que se encuentra la puerta de entrada hacia Centro y Norteamérica, sin contar las rutas marítimas que se abren a cualquier parte del mundo, ya sea por el océano Atlántico -Europa y África- o, a través del Canal de Panamá, al inmenso Pacífico -Asia y Oceanía-.

Y en esta zona está la huella de EAFIT para determinar qué es lo que ocurre con las costas del golfo. Desde hace dos décadas, la Universidad hace presencia con el grupo de investigación en Ciencias del Mar -Escuela de Ciencias-, que dirige el geólogo Iván Darío Arango Correa, y que trabaja de la mano con Corpourabá y Colciencias. Con estas entidades se desarrolla el estudio Sísmica de alta resolución del borde este del Golfo de Urabá.

El proyecto tuvo una inversión de 650.000.000 de pesos y, aunque sus resultados fueron positivos, para el investigador eafitense apenas significó un primer paso en lo que podría ser una campaña de largo alcance.

"Urabá está ubicada geológicamente en una zona donde se encuentran tres placas tectónicas: la del Pacífico, la suramericana y la del Caribe. Desde hace más de 230.000.000 de años esas placas se vienen moviendo una con respecto a otra y, como resultado, tenemos esa fisiografía y una geografía rica y variada: tenemos el Darién, el golfo de Urabá y la costa del Sinú. Es una zona muy hetereogénea y, al mismo tiempo, muy inestable", dice el experto.

Esa situación de inestabilidad a la que se refiere el docente se materializa, entre otros factores, por el avance del mar sobre esa zona del golfo. Gran parte de ese problema es consecuencia de la simple acción de la naturaleza. Pero otra parte está relacionada con los usos y abusos que, como lo explica el académico, han cometido los seres humanos con estas playas. Por ejemplo, la tala de árboles, la remoción de arenas y la construcción indiscriminada de infraestructura.

"La costa este de Urabá se está erosionando por causas naturales, frente a las que nada podemos hacer; pero también se erosiona por causas atribuídas a la acción humana. Hacer un manejo adecuado de la zona es indispensable para ayudar a su conservación", indica.

Y agrega: "Desde 1906, cuando comenzó la colonización de estos sectores, se está sacando arena de la costa este de Urabá. Si le sacan arena a la playa, la playa entra en déficit. Eso está prohibido, pero hay quienes no cumplen la ley. Sacar arena es una de las causas principales de que las playas estén desapareciendo".

El investigador explica que, desde 1930, hay sectores de esta costa que han perdido entre 20 y 30 metros; y otros de 40 hasta 60 metros. "En Arboletes, por ejemplo, había una península de kilómetro y medio que desapareció", cuenta.

Ahí radica la importancia del proyecto que adelanta la Universidad en Urabá, ya que este partió de la pregunta: ¿se estará hundiendo el golfo de Urabá?

La respuesta

"Tenemos estudios que nos muestran que el mar está avanzando sobre la tierra, y eso está afectando muchas cosas, entre estas la infraestructura. Calculamos que para 2100 el mar estará 80 centímetros por encima del nivel que registra hoy. Eso nos pone las cosas color de hormiga y nos obliga a plantear escenarios de lo que podría pasar".

Y añade: "No es solamente el nivel del mar asociado al cambio climático. Resultado de esas interacciones de las tres placas tectónicas, en la zona pueden haber problemas de subsidencia costera, eso quiere decir que la costa puede estar hundiéndose, y esa es una de las cosas de mayor interés de nuestro estudio".

Es que según Arango Correa, el estudio del grupo de investigación en Ciencias del Mar intenta conocer qué hay en el fondo y el subfondo del golfo. "Tenemos sondas que nos permiten llegar 100 y 150 metros por debajo del fondo, y hacer una radiografía de las rocas, para ver si tienen fracturas, por discontinuidades o también por el fenómeno llamado diapirismo de lodo (volcanes de lodo), que causa hundimientos y levantamientos de terreno, lo que es muy común en la zona costera del Caribe, algunas veces de forma muy violenta", señala el profesor.

Algunos ejemplos del diapirismo de lodo han sido, lamentablemente, fatales para los habitantes de las costas. En 1992 explotó el famoso volcán de lodo de Cacahual, ubicado en el municipio de San Pedro de Urabá, donde murieron nueve personas. Violentas explosiones también han ocurrido en otros sitios de la costa Caribe colombiana, como en el volcán de El Totumo, en Cartagena.

"Estas fracturas, así como los diapiros de lodo, que se pueden encontrar cerca a la superficie de la tierra -como en el municipio de Arboletes-, es necesario ubicarlos en mapas, para advertir sobre su peligro a la hora de poner estaciones portuarias, o infraestructuras hoteleras y demás", menciona el profesor Correa Arango.

Sin embargo, esos volcanes de lodo detectados en el costado este del golfo, aunque generan gases que "inflan" la Tierra y emanan etano y metano -que afectan las especies marinas-, podrían ser utilizados para abastecer de combustible a toda la zona costera de Antioquia, Córdoba y Sucre.

La historia

Los estudios geológicos en Urabá, por parte de EAFIT, comenzaron hace 20 años aproximadamente. El profesor Iván Correa ha sido uno de los profesionales más entusiastas en conocer la zona a profundidad. Junto al grupo de investigación en Ciencias del Mar participó en la Expedición Estuarina en 2013, la que hacía parte del macroproyecto Expedición Antioquia.

La idea, en aquella ocasión, era "tomar muestras e imágenes para adelantar una completa colección de mapas de la zona y un diagnóstico de impacto ambiental".

La comisión estuvo integrada por representantes de los grupos de investigación Limnología Básica y Experimental (Limnobase), de la Universidad de Antioquia; Oceánicos, de la Nacional sede Medellín; y el de Ciencias del Mar de EAFIT, en los que participan biólogos marinos y zoólogos, ingenieros forestales, geomorfólogos, geólogos, oceanógrafos y antropólogos.

Durante 15 días, los expedicionarios recorrieron en lancha 476 kilómetros de costa, en jornadas que empezaban a las 7:00 a.m. y terminaban a las 6:00 p.m. Exploraron las bahías de Capurganá, Sapzurro y El Aguacate, en Acandí (Chocó), y recorrieron ríos y ensenadas hasta llegar a Córdoba.

Ya desde aquellos tiempos, las preguntas por la situación del golfo tenían un mismo hilo conductor. "El impacto ambiental de la intervención humana nos preocupó. Desde el punto de vista geológico nos inquietó la manera en la que el océano estaba erosionando algunos sectores, incluso poblaciones como Necoclí y Turbo", cuenta el profesor.

La suma de todo ese conocimiento llevó a Correa Arango y a sus colaboradores a plantearse interrogantes. "Se trata de una zona muy protegida, donde el oleaje no pega tan fuerte; eso nos llevó a preguntarnos por qué el mar estaba avanzando tan rápido", se decía. Un nuevo estudio, contratado con Corpourabá, respondió muchas de esas dudas sobre el golfo.

Para el investigador, el golfo de Urabá es una zona rica gracias en muchos factores geográficos, pero esa riqueza se paga con una inestabilidad importante a lo largo de la frontera entre la tierra y el mar. La zona es geomorfológicamente inestable: las placas se mueven, las playas se erosionan, el mar avanza y se retira.

"Nuestros paisajes cambian muy rápidamente. Tenemos transformaciones a nivel del mar, un clima tropical, terremotos, es decir, una cantidad de factores que le dan a nuestras playas un carácter muy inestable", continúa.

Es que durante el estudio el equipo investigador encontró, básicamente, tres asuntos muy importantes: fracturas en la profundidad de la tierra, diapiros de lodo y emanaciones de gases. Eso explica, en parte, por qué la tierra se está hundiendo en el golfo de Urabá.

Pero estos resultados no pueden ser interpretados como un llamado de atención alarmista para Urabá, sino más bien una advertencia hacia el futuro, que puede servir de pauta para los planes de desarrollo de esta zona de Antioquia y de Chocó.

"El hecho de que existan estos diapiros de lodo no significa que estas zonas no puedan ser turísticas, pues los espacios se pueden trabajar con precaución, por ejemplo, implementando sistemas de alarmas. Un caso es Arboletes, que vive de su volcán de lodo, pero hay que ser preventivos. Eso se puede aprovechar con la seguridad que permite la tecnología".

Por otro lado, los problemas que se están presentando en el golfo, y que son cada vez más acelerados, están afectando no solo los ecosistemas de la zona y la dimensión de la playa, también están afectando la economía básica de los pobladores. "Todo esto tiene como consecuencia que el mar no sea cristalino, por ejemplo, y eso deteriora las posibilidades turísticas y, por ende, la economía de los habitantes", explica.

Las reacciones químicas de la roca con la sal marina debilitan la costa. La colonización de las playas termina de hacer el trabajo. Los improvisados sistemas de desagües y el manejo de las aguas residuales también influyen de manera drástica en el problema.

"Ya podemos mostrar resultados muy serios a Colciencias y a las autoridades. Quisiéramos estudiar mejor esto. Las capacidades técnicas y las capacidades tecnológicas las tenemos. Necesitamos más financiación", indica el profesor Correa Arango.​

El equipo

​Además del docente Iván Darío Correa Arango, en este trabajo intervinieron el doctor en geofísica Jorge Rey Salgado, el geólogo Andrés Barranco Ojeda, el técnico Jaime Rey Salgado, el biólogo John Bayron Ospina, el geólogo Diego Sánchez. Por parte de Corpourabá colaboraron Vanesa Paredes, Diana Calderón y Alberto Vivas.
Última modificación: 27/02/2017 23:43