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El Eafitense / Edición 108 La vida de León Giraldo: disciplina, música y flauta - El Eafitense – Edición 108

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La vida de León Giraldo: disciplina, música y flauta

​​​​Este eafitense, oriundo del municipio de El Retiro (Oriente de Antioquia), encontró en la música su manera de conectarse con el mundo. Gracias a su instrumento, pudo estudiar en Francia y recorrer varias partes del orbe. Este es el testimonio de un profesional que, gracias al impulso que obtuvo con la beca Fondo Social Andi-EAFIT, hoy es un artista de talla internacional que habla de la proyección de la Institución.


​León y la flauta, una pareja inseparable.​

Juan Esteban Mejía Upegui
Colaborador

La música llegó a la vida de León Alberto Giraldo Flórez casi como una imposición y terminó atrapándolo para siempre, literalmente. Su abuelo fue músico y hacía parte de la banda de El Retiro (municipio del Oriente de Antioquia). Por eso, cada sábado la casa de la familia se llenaba de instrumentos y artistas. Eran los años ochenta y al entonces pequeño León Alberto casi le imponían que dejara de jugar con carros y, a cambio, lo sentaban frente a un tambor. La idea no lo alegraba mucho. Al contrario, le daba pereza. No entendía por qué no lo dejaban hacer lo que quería, jugar con carros, como cualquier niño.

Su abuelo fue músico y hacía parte de la banda de El Retiro (municipio del Oriente de Antioquia). Por eso, cada sábado la casa de la familia se llenaba de instrumentos y artistas.​

El tiempo se encargó de hacer que terminaran gustándole los sonidos. Por esta razón, adoptó la costumbre de coleccionar palos. Cualquiera que se encontrara en el suelo, en la calle, se lo llevaba para la casa a engrosar su galería. Los usaba para darle golpes al tambor. Se divertía jugando con los diferentes sonidos que emitía con cada uno. El placer que le despertaba la música fue aumentando y cuando tenía 10 aprendió a toca violín gracias a un programa que había en el municipio. 

Más tarde, ingresó a la banda de música de El Retiro. “Allá uno no escogía el instrumento que quería tocar, sino lo que estuviera disponible”, recuerda. Por descarte, le tocó uno que poco lo atraía: la flauta. Empezó a ensayarla y el entusiasmo pareció agotarse rápido. Insatisfecho con la imposición, se salió de la banda, pero el disgusto fue aún más pasajero. No tuvo que esperar demasiado tiempo para a sentir que algo le faltaba, que su vida no era la misma. Entonces volvió a la banda a tocar lo que fuera, la flauta, en este caso. La música ya lo poseía y desde entonces no lo suelta. Está con él todos los días. 

Mientras estudiaba en el colegio y hacía parte de la banda de El Retiro, tuvo la posibilidad de acercarse a la Sinfónica de la Universidad de Antioquia. Su rutina se volvió exigente. Casi todos los días madrugaba y viajaba de El Retiro a Medellín (este municipio se encuentra a una hora de la capital de Antioquia) para ir a los ensayos de la sinfónica. Antes del mediodía regresaba para ir al colegio y, en las noches,​ tocaba con la banda del municipio. Como le había pasado antes con otros instrumentos, la flauta terminó por encantarlo.


En 1999 se graduó del colegio. Dejó de lado el sueño de ser médico y se inclinó por el de ser músico. En 2000 empezó a estudiar flauta en la Universidad de Antioquia, con el maestro Hugo Espinoza. A pesar de que los padres siempre apoyaron a León en su decisión, el resto de parientes no la veía con buenos ojos… Él hace parte de una familia tradicional de El Retiro, de esas que toda la vida ha vivido junta en el mismo municipio. 

Ellos tenían otro imaginario de la música. Pero León sabía que las cosas serían distintas, que iba a necesitar una rutina rigurosa. “En el mundo de la música hay un dicho: Si no ensayas un día, te das cuenta tú. Si dejas de estudiar dos días, se dan cuenta tus colegas. Y si dejas de hacerlo tres días, se da cuenta la gente”, dice. 

Por eso, cuenta, estudiar música, y particularmente flauta, es como ser un deportista de alto rendimiento, un atleta, porque requiere tener buena respiración y buen estado físico. Pero también hay que ser investigador, porque ese arte no se limita a saber ejecutar un instrumento. Es necesario también conocer todo el contexto de una obra, la vida del compositor y el momento específico que vivía cuando compuso la obra. Incluso, ser músico profesional implica aislarse un poco de relaciones sociales porque se debe estar concentrado mucho tiempo consigo mismo, ensayando y escuchando sonidos. 

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Entonces se presentó a una convocatoria de las becas Andi-EAFIT y no solo obtuvo la financiación de su carrera, sino todos los beneficios de este programa: auxilio económico para su sostenimiento, y acompañamiento psicológico y social permanente.​

Quienes estudian la música como carrera profesional aprenden toda la historia de un instrumento y cómo se ha usado en los diferentes momentos de la historia de la humanidad. Por ejemplo, hace muchos años las flautas eran de madera, porque la música era para fiestas pequeñas. Luego crecieron los auditorios y la madera se quedó corta en su sonido, entonces aparecieron las flautas metálicas. Además, la música se estudia porque hay épocas de las que no quedaron registros sonoros, solamente permanecen las partituras. Entonces los investigadores procuran descifrar el sonido de lo que permanece escrito. 

Mientras León encontraba ese otro encanto de la música, en EAFIT creaban el Departamento de Música, adscrito a la entonces Escuela de Ciencias y Humanidades (hoy Humanidades). Su maestro, Hugo Espinoza, le dijo que se cambiara de universidad. La propuesta sonaba atractiva, pero León sabía que las posibilidades económicas eran remotas. Entonces se presentó a una convocatoria de las becas Andi-EAFIT y no solo obtuvo la financiación de su carrera, sino todos los beneficios de este programa: auxilio económico para su sostenimiento, y acompañamiento psicológico y social permanente. 

Cuando estaba en quinto semestre, un flautista de la Orquesta Sinfónica EAFIT se salió y él ocupó su lugar. Durante su carrera aprendió a tocar la música clásica, pero no se olvidó de la popular. “Cuando estaba en la banda de El Retiro tocaba pasillos y bambucos. Ahora cuando vuelvo a tocar esa música me siento como en mi hogar”, dice. Por eso, también, tocó música latina, como salsa y música cubana, con la banda La República, con la que visitó países como Israel, los Estados Unidos y Uruguay. Ahora el grupo se llama Tímbara y está preparando nuevos trabajos. 

Al finalizar su carrera, hizo la práctica dictando clase en EAFIT. Y cuando se iba a graduar en 2005, Moisés Beltrán, que en ese entonces era el jefe del Departamento de Música, le dijo que se quedara como profesor. Pero León consideró que aún le faltaban conocimientos y quería irse para Francia, a aprender más sobre la manera como en ese país solían tocar la flauta. Fue aceptado por el Conservatorio Nacional de Meudon, en París, en la clase del profesor François Veilhan para estudios de Nivel Superior y Perfeccionamiento. La Universidad le brindó apoyo económico por medio del programa Futuros Docentes. Le aportó el 70 por ciento de los gastos de su estadía en ese país y Argos, Bancolombia, Sura y Protección contribuyeron con el restante 30 por ciento. 

En Francia vio clases con personas que han dedicado largos años a estudiar profundamente la música, como Raymond Guillot, Bernard Chapron e Ivan Degardin. En 2006, el jurado en el Nivel Superior de Flauta Traversa, por unanimidad, reconoció su trabajo con medalla de oro, la mención más alta que da el Conservatorio. Además de sus logros profesionales, conoció de primera mano el gran interés por la cultura que se vive en Francia. “Allá hay ópera todas las semanas y un interés por las artes muy amplio, desde los jóvenes hasta los más adultos”, cuenta León. 

Su viaje duró tres años, desde 2005 hasta 2008. Después volvió a EAFIT, ahora como profesor, y estudió una maestría en dirección de orquesta. 

En Francia vio clases con personas que han dedicado largos años a estudiar profundamente la música, como Raymond Guillot, Bernard Chapron e Ivan Degardin. En 2006, el jurado en el Nivel Superior de Flauta Traversa, por unanimidad, reconoció su trabajo con medalla de oro, la mención más alta que da el Conservatorio.​

Ahora tiene 12 alumnos. “Para estudiar flauta se necesita amor más que talento porque el talento es como ganarse una lotería: si no lo sabes administrar, no tienes nada”, dice. Sus días empiezan dictando clases de flauta, de música de cámara y de jazz desde las 8:00 a.m. hasta las 12:00 m. Luego ensaya con la Orquesta Sinfónica EAFIT y en las tardes se dedica a estudiar y a proyectos personales. 
 
Hoy, a sus 32 años, León tiene una trayectoria de logros, en la que se destacan premios nacionales como mejor instrumentista de banda en 1996 y 2002. Fue primera flauta de la Orquesta Sinfónica Juvenil de Antioquia, la Banda Sinfónica Juvenil de Antioquia y la Banda Sinfónica de la Universidad de Antioquia. En 2001 ganó el Concurso Roberto Mantilla para jóvenes intérpretes y en 2003 quedó en el primer puesto en el Concurso Nacional de Flauta durante Tercer Festival Nacional de Flauta de Bogotá.

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Última modificación: 27/02/2017 23:34