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El Eafitense / Edición 109 La arquitectura como medio de comunicación El Eafitense - Edición 109

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La arquitectura como medio de comunicación

​​Una de las conclusiones del Congreso Arquitectura: Territorio y Ciudad, que organizó Arquine –en asocio con el Centro de Estudios Urbanos y Ambientales (Urbam) de EAFIT– es que la concepción de esta disciplina trasciende las fronteras de las metrópolis para ejercer un papel fundamental en la construcción de una sociedad más equitativa, como se ha hecho en Colombia y en México.


​Mónica María Vásquez Arroyave
Colaboradora

En el contexto semántico, la palabra arquitectura se asocia con arte y diseño, y remite a la proyección y construcción de edificios, monumentos y espacios públicos. Pero más allá del entramado de cálculos, planos y materiales que llevan a que se determine un espacio físico, la estética, la arquitectura y el urbanismo están cargados de un sentido mucho más profundo: el social.

Basta con salir a las calles de Medellín y encontrarse con algunos espacios de la zona norte, que pasaron de la marginación a la vida, para dimensionar el valor que tiene esta disciplina en la transformación de las ciudades y de sus habitantes.

En torno a esta concepción del espacio, y con la capital antioqueña como referente, se cumplió el Congreso Arquitectura: Territorio y Ciudad, que organizaron conjuntamente el Centro de Estudios Urbanos y Ambientales (Urbam) de EAFIT y la revista Arquine, el 16 y 17 de julio de 2015, y en el que se analizaron diferentes experiencias latinoamericanas.

“Nuestro interés por llevar a cabo este primer congreso en Medellín es muy significativporque esta es una ciudad que, en los últimos años, ha experimentado modelos de transformación de un modo muy creativo y es un referente en Latinoamérica y en el mundo”, refirió Miquel Adrià, director de Arquine.

Al Museo de Arte Moderno de Medellín (Mamm) llegaron invitados de diferentes países, convocados por este encuentro que se desarrolla hace más de 15 años, según Adrià, como una herramienta para la construcción de la cultura alrededor de la arquitectura y la ciudad. La idea es, entonces, contribuir a una urbe mejor, más integral, en la que todas las disciplinas puedan participar.

“Son necesarias unas tácticas mucho más locales, más de acupuntura urbana, que refuercen esas estrategias que son más generales, y que tienen que ver con movilidad, transporte e infraestructuras culturales que, de algún modo, detonan la transformación de la ciudad”, explicó el director de Arquine.

Experiencias de paz

Los arquitectos Jorge Ambrosi (México), Gabriela Etchegaray (México) y Antonio Yemail (Colombia) presentaron propuestas aparentemente modestas, con unos materiales muy básicos pero que, en opinión de Adrià, de algún modo intelectualizan y cargan de valor al proyecto y al material, para “hacer unas obras que son unos ‘parteaguas’ de la arquitectura contemporánea, tanto mexicana como colombiana, en las que la participación del usuario también es relevante”.

Gabriela Etchegaray enunció que la arquitectura tiene injerencia en el territorio y en la ciudad, y que lo que este campo del conocimiento puede aportar en este discurso de la transformación de la urbe radica en la concientización de cómo los factores que involucran a la metrópoli son mayores y más complejos entre lo político, lo administrativo, lo económico, lo social y lo cultural, y  esta disciplina solo ayuda en esta primera etapa de comprensión.

“Seguramente la arquitectura puede reflejar momentos de guerra y opresión, y también momentos de tregua y de paz. En Colombia y México es un poco pronto para describirlo. Sin embargo, más que reflejarlo, de manera formal, creo que lo hace a través de los recursos y las soluciones y en cómo se están o no ejecutando ciertos proyectos”, sostuvo.

Para la arquitecta, la tradición consiste en reconocer quién se es y de dónde se viene y, desde la arquitectura, se puede abrazar ese pasado y hacerlo transitar en el tiempo, pues solo respondiendo a esas preguntas es posible dar continuidad a lo que se hace en las ciudades.

“Nos gusta pensar que el paisaje en el que estamos inmersos nos define y está en nuestro inconsciente colectivo, y creo que es inminente que se tenga que considerar la topografía para la conformación de ciudades que están tan inmersas en contextos con mucho contraste e interacción con la naturaleza. Hay que reconocer que la ciudad es parte de esa naturaleza y no oponerlas sino hacerlas trabajar en conjunto”, opinó Etchegaray.

En ese sentido, Adrià apuntó que la arquitectura es un modo más de expresar la cultura, y que desde esta se atiende a una situación de posconflicto con obras como los parques biblioteca, en el que zonas que eran marginales y sitiadas forman parte ya de la sociedad civil.

“La ciudad es una de las creaciones más complejas de la humanidad, es por definición incompleta, es decir, no existe la ciudad terminada, pues sería un museo, y una ciudad museificada no es una ciudad para la vida, por lo que no se pueden quedar complaciéndose de los resultados sino seguir trabajando en otros proyectos”, concluyó el Director de Arquine.

Calidad de vida

Andrea Griborio, directora de proyectos creativos de Arquine, subrayó que hoy hay consenso global en muchos aspectos sobre lo que se necesita para que una ciudad tenga una mejor calidad de vida, como un buen sistema de transporte público que llegue de manera clave a lugares estratégicos y que pueda tener sistemas alternativos, lo que se ha hecho en Medellín, de muy buena manera, con el metro y el metrocable.

Según ella, la red de densificación urbana debe tratar de que la urbe no se expanda de manera descontrolada y que sea caminable, con aceras cómodas y cruces donde la gente respete el paso del peatón. Es un tema de cultura, de ir sembrando en la ciudadanía la idea de que todos viven juntos en un artefacto que el ser humano creó.

“Medellín te da fe, en el sentido de que en América Latina sí se pueden hacer cambios importantes en el ámbito de la transformación de las ciudades, porque quizás, muchas veces, nuestras urbes latinoamericanas son tan convulsionadas y complejas que damos todo por perdido: no creemos en las instituciones”, afirmó Andrea.

Las ciudades, dijo, no se fundan por casualidad sino que obedecen a elementos estratégicos que hicieron que la vida fuera mejor, sea porque hay agua o porque las montañas protegen del viento, pero la humanidad ha cometido el error de desconocer esos recursos.

“El desconocimiento del río no pasa solo en Medellín, también en Caracas, Madrid, el crecimiento acelerado que trajo la industrialización en el siglo XX hizo que nos olvidáramos de esos elementos que el urbanismo actual está tratando de rescatar, incluir y repensar de manera creativa”, aseguró la experta.

Arquitectura y salud pública

Para Jorge Ambrosi es responsabilidad de los arquitectos la asignación de valores y principios dentro de la arquitectura, porque a partir de estos se construye la visión de la ciudad, entendiendo la expresión arquitectónica como un lenguaje que puede ser transmitido.

De esa forma, las tradiciones tienen que ver con lo que se es y a lo que se pertenece y es fundamental darles valor, pero el mundo moderno y la globalización borran o restan atención a estas.

“No existiría Medellín si no existiera el río y las montañas. Es responsabilidad de los ciudadanos integrar esos elementos. No podemos pensar que estamos desconectados de ese elemento cuando fue este el que nos dio vida y nos permitió estar aquí. Si la arquitectura lo gra sembrar esa semilla de generar conciencia en la masa crítica, sin duda la ciudad tendrá otra cara”, indicó Ambrosi.

La arquitectura, de acuerdo con él, es un medio de comunicación, es un lenguaje, por lo que los arquitectos deben entender la responsabilidad que tienen. Por ejemplo, mencionó que los espacios y la arquitectura influyen significativamente en la salud de los habitantes de una ciudad.

La relación de la salud física e intelectual de una persona tiene mucho que ver con el entorno en el que vive y con la salud de ese espacio como tal, pues el lugar en el que se habita es una extensión de sí mismos.

“Cuando estás triste y deprimido tu cuarto puede ser un desastre y viceversa, y así funciona en los espacios públicos, una estación de autobuses caótica es el reflejo de una administración y un descontrol de gobierno que habla de una falta de salud administrativa. Pero si la ciudad tiene orden, limpieza, estructura, seguridad habla de un bienestar común. El espacio físico es una extensión del estado de las personas”, precisó el arquitecto.

En las situaciones de inseguridad de Colombia y México, más allá del problema en sí, de la guerra del narcotráfico, tienen que ver ciertas estructuras sociales que no están resueltas desde el inicio de los procesos mediante los que se conforman las ciudades: los problemas de desigualdad.

“El flagelo del narcotráfico tiene que ver mucho con la desigualdad. Las soluciones radican en visualizar una ciudad más justa, porque la desigualdad una ciudad más justa, porque la desigualdad se expresa en la arquitectura cuando hay un proyecto de una casa de 100 millones de dólares y una construcción de bajos recursos con muchísimas carencias. Quizás no hablan de esa violencia todavía, pero expresan la problemática”, puntualizó.​

Última modificación: 27/02/2017 12:47