Eso, sumado a mi cargo como presidente de la Asociación, me permite estar en contacto continuo con el país que me apasiona y que me dedico a estudiar.”
¿Cómo se creó la Asociación de Colombianistas y cómo recuerda esos primeros años? Y ¿cuál ha sido la acogida y el nivel de participación de los mismos colombianos en este estamento?
Raymond Williams: “Como docente y alumno de posgrado siempre veía cómo en los campus universitarios se creaban asociaciones en torno a temas específicos. Recuerdo que en la Universidad de Kentucky existían grupos de gaudocistas, hispanistas y peruanistas. Comencé a reunir a otros académicos e interesados en Colombia para crear un colectivo
similar e, incluso, llegamos a reclutar a un experto en teatro colombiano, un tema del que no se sabía mucho en aquel momento.
Inicialmente realizábamos los encuentros en los Estados Unidos y, en los años ochenta, hicimos el primer congreso en el recinto Quirama. Fue una experiencia muy satisfactoria. Invitamos al presidente de ese momento, asistieron autores locales y trajimos a un grupo de estudiantes de pregrado para que viviera esta experiencia y practicara su español. La gente se maravillaba al saber que había un grupo de “gringos locos” que se interesaba en su cultura. Puedo decir, con seguridad, que son los colombianos los que han elevado el nivel de la Asociación y sus congresos, y han permitido que un grupo muy pequeño y modesto haya crecido a más de 250.
¿Y que cuál ha sido la participación de los colombianos?
Pues toda, porque han creído en ellos mismos y en esta causa”.
¿Qué es lo que hace exactamente un colombianista?
Kevin Guerrieri: “En su definición más simple es una persona que se especializa en la cultura colombiana, pero ahora es mucho más que eso, porque hemos encontrado nuevas articulaciones y lo que significa estudiar un país en tiempos contemporáneos.
Ya no nos dividimos en colombianistas norteamericanos y locales, sino que les dimos la bienvenida a personas de otros países, a los emigrantes colombianos en Estados Unidos, a los hijos de esos emigrantes, o a personas que tienen algún tipo de raíz o vínculo en este país.
Ser colombianista es toda una gama de experiencias, vivencias y razones al pertenecer a un grupo de gente que se junta para hablar de su camino en el conocimiento de esta nación, y de los temas afines a esta.
Pero que también es capaz de insertar a Colombia en el contexto global y relacionarla con otras realidades. No podemos ser una asociación nacionalista, sería algo anacrónico en un mundo donde cada vez más impera el discurso de la globalización”.
¿Qué es lo que hace atractivo a Colombia para ser motivo de estudio en el extranjero?
Raymond Williams: “Cuando empecé este recorrido era muy poco lo que se hacía sobre Colombia, ahora reviso la bibliografía y encuentro que hay mucha gente trabajando en los más diversos temas, hay tesis, artículos, libros, es enorme. Los académicos han entendido que este país es un campo muy amplio. Acá hay asuntos de interés internacional que merecen ser estudiados”.
Kevin Gerrieri: “Cada país tiene su encanto, pero Colombia es un caso especial por su riqueza histórica, su diversidad geográfica, topográfica o racial, y otros tantos elementos que han enriquecido su producción científica. Además, ahora tiene una serie de retos al superar los estigmas de la violencia y el conflicto armado que ofrecen otras maneras de estudiarla”.
Justamente, ¿cuáles son esas nuevas posibilidades académicas e investigativas frente a un eventual cese del conflicto y el avance a una fase de posconflicto?
Raymond Williams: “No puedo dar una respuesta tajante frente a este asunto, pero recuerdo que en los primeros años de la Asociación, los colombianos valoraban que nosotros rescatábamos lo más positivo del país en un momento en el que su imagen pasaban por un mal momento.
Desde entonces entendían que veíamos el país con ojos diferentes. Que no solo veíamos lo negativo, sino que generábamos reflexión, análisis y pensamiento crítico. Eso es lo que seguiríamos haciendo en un posconflicto, pero desde las nuevas miradas que nos ofrezca esa situación”.
Kevin Guerrieri: “Desde lo personal lo veo como un gran cambio, porque una vez se materialice tendremos otros retos académicos. No tengo la osadía de decir si va a suceder o no, pero, definitivamente, sería algo muy interesante para los académicos”.
Finalmente, los dos son especialistas en literatura colombiana y, específicamente, en novela. ¿Cómo ha sido la evolución y cuál es el estado actual de este género en el país?
Raymond Williams: “De las 50 novelas que leí en 1974 todo me parecía interesante, pero cuando llegué a Colombia y comencé a conocer otros autores me di cuenta de que existía otra literatura experimental que la academia o la gente no reconocía. Creo que el estado de la novela colombiana es muy saludable. Lo que falta es una mayor convicción por parte de los colombianos,
pues desde hace 30 años, cuando leía los suplementos dominicales de los diarios, se ha hablado de una crisis de la novela colombiana, como si no existiera nada. Para mí es lo contrario, es un género cada vez más interesante y llamativo”.
Kevin Guerrieri: “He podido identificar nuevas tendencias que enriquecen el panorama novelístico del país. Hay subgéneros que siguen centrándose en la violencia, pero también hay novelas históricas que están retomando el período colonial o la figura de Simón Bolívar. Hay novelistas colombianos radicados en el exterior que están trabajando, o bien en temas que no tienen nada que ver con Colombia, o sobre las situaciones de los colombianos en el exterior. También hay un neoregionalismo cada vez más latente; escritores del Eje Cafetero, de la Costa, del sur del país están emergiendo. Creo que tenemos mucho por estudiar todavía”.