El mundo digital es producto, en su mayoría, de culturas que se relacionan en inglés y que han designado sus instrumentos y procedimientos con términos de esta lengua. Estos llegan al mundo hispanohablante sin tiempo de ser apropiados y, mucho menos, traducidos, de ahí que se hable de tablets, chats, blogs, online e emails.
¿Apocalípticos o integrados?
En este evento lingüístico, que se realiza cada tres años con el objetivo de celebrar, reflexionar y educar sobre el español y la cultura hispánica, primaron las opiniones positivas sobre el estado de la lengua. Así lo confirma el periodista Mauricio Silva Guzmán, quien cubrió el evento para el periódico
El Tiempo.
“Entrevisté a 11 personalidades de este Congreso, incluido el premio Nobel de Literatura, Jean Marie Gustave Le Clezio, y la mayoría coinciden en que no hay que quitarle nada, que al ser una lengua en constante evolución, lo natural es que aparezcan nuevas palabras”.
El escritor francés manifestó que “le agregaría todos los mexicanismos, los colombianismos, los puertorriqueñismos y así cada ismo de cada país hispanoparlante”, tarea que ya adelanta el Instituto Caro y Cuervo con el
Diccionario de colombianismos: Nueva expedición al patrimonio léxico colombiano (2015-2017), que recoge, hasta el momento, 3.500 términos, 4.000 definiciones y 3.000 ejemplos de expresiones del español colombiano de uso frecuente y actual como:
algo (comida ligera que se toma en la tarde),
bicicletero (pantalón elástico y delgado que se ajusta al cuerpo), charro (en Bogotá hace referencia a una situación o persona aburrida, pero en Antioquia es todo lo contrario, algo divertido o gracioso),
dizque (al parecer),
fría (cerveza).
Silva Guzmán también se refirió al papel de los medios de comunicación como formadores de opinión y cuya influencia permea, igualmente, las manifestaciones lingüísticas de las personas. “A quienes trabajamos en medios escritos, que son de los que puedo hablar, nos importa mucho el buen tratamiento del idioma. Somos muy rigurosos en este aspecto”. El editor de la revista Bocas habla desde su experiencia, pero esta contrasta con la opinión que a su colega Jorge Eduardo Espinosa le merecen los estudiantes de programas como Comunicación Social y Periodismo. “Uno de tantos males de nuestro periodismo es que estos egresados no leen, y cuando digo no leen, hablo también de las lecturas más básicas de cualquier periodista: los periódicos, revistas y columnas de opinión. No saben qué ocurre en su ciudad, en su país, y mucho menos en el mundo. Su mundo, el de ellos, suele acabar en algún video de gatos publicado en Facebook, o en un chat lleno de horrores ortográficos y emoticones pendejos. La consecuencia, por supuesto, es el mediocre nivel de escritura de los jóvenes que llegan como practicantes a las redacciones de los medios. Desconocen las reglas ortográficas, la puntuación no existe” (“La mediocridad y el periodismo”, El Espectador, 17.01.16).
“Utilizamos formas de expresión plagadas de metáforas de guerra, decimos blindar y no proteger. No preguntamos ¿me expliqué?, sino ¿me entendió?, lo que implica una actitud ofensiva frente a nuestro interlocutor”.
Otra voz crítica frente a este oficio es la de Carmen Millán, quien llama la atención sobre los tonos bélicos que adquirió la lengua en nuestro país, producto de tantos años de cubrimiento de la guerra. “Utilizamos formas de expresión plagadas de metáforas de guerra, decimos
blindar y no
proteger.
No preguntamos ¿me expliqué?, sino ¿me entendió?, lo que implica una actitud ofensiva frente a nuestro interlocutor”. En los medios de comunicación, especialmente en la radio, se evidencia el asalto a la palabra del otro, el irrespeto de los turnos, las descalificaciones de las opiniones diferentes, y esto, agrega Millán, “es el resultado de una carencia trascendental, la de la ética en el manejo del lenguaje y en la producción de noticias, que no respetan siquiera el dolor ajeno”.
And last…
Pero no menos importante es la influencia de las tecnologías de la información y las comunicaciones y, sobre este asunto, también hay opiniones encontradas. El mundo digital es producto, en su mayoría, de culturas que se relacionan en inglés y que han designado sus instrumentos y procedimientos con términos de esta lengua. Estos llegan al mundo hispanohablante sin tiempo de ser apropiados y, mucho menos, traducidos, de ahí que se hable de
tablets, chats, blogs, online e emails.
Los anglicismos superan el ámbito tecnológico, aunque se cuelan a través de las redes sociales que estos inventos propician, y es así como no se afirma más que con
okey, y las despedidas son simples
bye. Ahora hasta el
Quijote tiene su versión en spanglish: “In un placete de La Mancha of which nombre no quiero remembrearme, vivía, not so long ago, uno de esos gentlemen who always tienen una lanza in the rack, una buckler antigua, a skinny caballo y un grayhound para el chase”. ¿Se revolcará Cervantes en su tumba al leer estas líneas?
Maybe, quién sabe
for sure.