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El Eafitense / Edición 110 Las paradojas del español: expansión y empobrecimiento de la lengua de Cervantes - El Eafitense

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Las paradojas del español: expansión y empobrecimiento de la lengua de Cervantes

​​​​​​​​En abril de 2016 se cumplieron 400 años de la muerte del autor de Don Quijote de la Mancha, la obra española más universal de todos los tiempos. Con motivo de este aniversario cabe preguntarse por el estado del idioma que le permitió a Cervantes narrar las aventuras del ingenioso hidalgo.​


Marcela Olarte Melguizo
Docente de cátedra del Departamento de Humanidades

Es la segunda lengua materna más hablada del mundo (la primera es el chino mandarín), tiene casi 470 millones de hablantes, que representan el 6.7 por ciento de la población mundial. Es el tercer idioma más usado en la red (después del inglés y el chino mandarín), y el segundo más utilizado en Facebook y en Twitter. Cerca de 21 millones de personas lo estudian como idioma extranjero y, para 2050, se prevé que Estados Unidos desplazará a México como el país con mayor número de hispanohablantes. Sí, los números avalan la potencia de este idioma y no cabe duda de su capacidad de expansión, pero ¿es también una lengua rica en calidad?​​​​​

​​Para Víctor García de la Concha, actual director del Instituto Cervantes, los formidables niveles de expansión del español contrastan con el empobrecimiento de su uso​

​Para Víctor García de la Concha, actual director del Instituto Cervantes, los formidables niveles de expansión del español contrastan con el empobrecimiento de su uso, que se ve amenazado, según él, por la escasa lectura, la mínima reflexión que propicia la educación y el advenimiento de las tecnologías de la información y las comunicaciones. La falta de consciencia a la que se refiere García tiene que ver con el hecho de que las lenguas maternas se aprenden de forma inconsciente, por remedo de los mayores y sin un estudio concienzudo en la mayoría de los casos. Se suele repetir lo que se escucha por ahí, sin verificar la correspondencia entre lo que se nombra y​​ el significado, sin comprobar siquiera la pronunciación. “Usted me entendió”, suele decir la gente pensando que con eso basta. 

Pero no, no es suficiente, porque la importancia de un uso adecuado del español no solo radica en que permite una comunicación más segura, más comprensible y, por ende, menos propensa a equívocos y malos entendidos, si no en aquello que les proporciona a los individuos: “Una persona que cuida la lengua piensa mejor, se expresa mejor, defiende mejor sus derechos. Tiene mayor capacidad de matizar, de que no lo engañen”, dice García de la Concha. 

En este punto coincide Sonia López Franco, docente de la Escuela de Humanidades de EAFIT y coordinadora del Centro de Estudios en Lectura y Escritura (Celee) de la Institución. “Si yo no tengo como nombrar, no me represento el mundo y cuando esto ocurre se produce ausencia de ideología, de modelos mentales. Cuando un estudiante no tiene estructura lingüística, no tiene nada de qué hablar, es un chico al que se le pueden mostrar todos los carros, las nuevas tecnologías, pero que no tiene manera de dominarlo porque tener dominio lingüístico es tener dominio del conocimiento”.

Revertir esta tendencia requiere, según el filólogo español, una educación que privilegie la enseñanza de la lectura, la escritura y la declamación, cuidando aspectos formales como la ortografía que, al unificar la escritura, propician los intercambios de ideas y la producción de conocimiento. Para Sonia es necesario, además, un dominio integral de la lengua, que incluya tanto la semántica (sentido), como la gramática y la sintaxis, que son las áreas de la ​​ lingüística que aseguran la correcta formación de los enunciados. El reto, por supuesto, está en la manera de transmitir estas reglas a los estudiantes, de hacerles ver que ellos se representan en lo que dicen y escriben. 

A propósito de la divulgación académica y científica, Carmen Millán de Benavides, directora del Instituto Caro y Cuervo, afirma que una de las grandes preocupaciones de quienes velan por el buen uso del idioma es aumentar la publicación de artículos en español en revistas especializadas, en las que la corrección idiomática es un requisito ineludible; y ese fue, precisamente, uno de los temas principales del coloquio Hablemos de ciencia, que hizo parte de la programación del VII Congreso Internacional de la Lengua Española (Cile), que se realizó en Puerto Rico en marzo de 2016.

El mundo digital es producto, en su mayoría, de culturas que se relacionan en inglés y que han designado sus instrumentos y procedimientos con términos de esta lengua. Estos llegan al mundo hispanohablante sin tiempo de ser apropiados y, mucho menos, traducidos, de ahí que se hable de tablets, chats, blogs, online e emails.​​

¿Apocalípticos o integrados? 

En este evento lingüístico, que se realiza cada tres años con el objetivo de celebrar, reflexionar y educar sobre el español y la cultura hispánica, primaron las opiniones positivas sobre el estado de la lengua. Así lo confirma el periodista Mauricio Silva Guzmán, quien cubrió el evento para el periódico El Tiempo.

“Entrevisté a 11 personalidades de este Congreso, incluido el premio Nobel de Literatura, Jean Marie Gustave Le Clezio, y la mayoría coinciden en que no hay que quitarle nada, que al ser una lengua en constante evolución, lo natural es que aparezcan nuevas palabras”. 

El escritor francés manifestó que “le agregaría todos los mexicanismos, los colombianismos, los puertorriqueñismos y así cada ismo de cada país hispanoparlante”, tarea que ya adelanta el Instituto Caro y Cuervo con el Diccionario de colombianismos: Nueva expedición al patrimonio léxico colombiano (2015-2017), que recoge, hasta el momento, 3.500 términos, 4.000 definiciones y 3.000 ejemplos de expresiones del español colombiano de uso frecuente y actual como: algo (comida ligera que se toma en la tarde), bicicletero (pantalón elástico y delgado que se ajusta al cuerpo), charro (en Bogotá hace referencia a una situación o persona aburrida, pero en Antioquia es todo lo contrario, algo divertido o gracioso), dizque (al parecer), fría (cerveza). 

Silva Guzmán también se refirió al papel de los medios de comunicación como formadores de opinión y cuya influencia permea, igualmente, las manifestaciones lingüísticas de las personas. “A quienes trabajamos en medios escritos, que son de los que puedo hablar, nos importa mucho el buen tratamiento del idioma. Somos muy rigurosos en este aspecto”. El editor de la revista​​ Bocas habla desde su experiencia, pero esta contrasta con la opinión que a su colega Jorge Eduardo Espinosa le merecen los estudiantes de programas como Comunicación Social y Periodismo. “Uno de tantos males de nuestro periodismo es que estos egresados no leen, y cuando digo no leen, hablo también de las lecturas más básicas de cualquier periodista: los periódicos, revistas y columnas de opinión. No saben qué ocurre en su ciudad, en su país, y mucho menos en el mundo. Su mundo, el de ellos, suele acabar en algún video de gatos publicado en Facebook, o en un chat lleno de horrores ortográficos y emoticones pendejos. La consecuencia, por supuesto, es el mediocre nivel de escritura de los jóvenes que llegan como practicantes a las redacciones de los medios. Desconocen las reglas ortográficas, la puntuación no existe” (“La mediocridad y el periodismo”, El Espectador, 17.01.16).​

“Utilizamos formas de expresión plagadas de metáforas de guerra, decimos blindar y no proteger. No preguntamos ¿me expliqué?, sino ¿me entendió?, lo que implica una actitud ofensiva frente a nuestro interlocutor”.​

Otra voz crítica frente a este oficio es la de Carmen Millán, quien llama la atención sobre los tonos bélicos que adquirió la lengua en nuestro país, producto de tantos años de cubrimiento de la guerra. “Utilizamos formas de expresión plagadas de metáforas de guerra, decimos blindar y no proteger. 

No preguntamos ¿me expliqué?, sino ¿me entendió?, lo que implica una actitud ofensiva frente a nuestro interlocutor”. En los medios de comunicación, especialmente en la radio, se evidencia el asalto a la palabra del otro, el irrespeto de los turnos, las descalificaciones de las opiniones diferentes, y esto, agrega Millán, “es el resultado de una carencia trascendental, la de la ética en el manejo del lenguaje y en la producción de noticias, que no respetan siquiera el dolor ajeno”. ​

And last… 

Pero no menos importante es la influencia de las tecnologías de la información y las comunicaciones y, sobre este asunto, también hay opiniones encontradas. El mundo digital es pro​ducto, en su mayo​ría, de culturas que se relacionan ​en inglés y que han designado sus instrumentos y procedimientos con términos de esta lengua. Estos llegan al mundo hispanohablante sin tiempo de ser apropiados y, mucho menos, traducidos, de ahí que se hable de tablets, chats, blogs, online e emails. 

Los anglicismos superan el ámbito tecnológico, aunque se cuelan a través de las redes sociales que estos inventos propician, y es así como no se afirma más que con okey, y las despedidas son simples bye. Ahora hasta el Quijote tiene su versión en spanglish: “In un placete de La Mancha of which nombre no quiero remembrearme, vivía, not so long ago, uno de esos gentlemen who always tienen una lanza in the rack, una buckler antigua, a skinny caballo y un grayhound para el chase”. ¿Se revolcará Cervantes en su tumba al leer estas líneas? Maybe, quién sabe for sure.​​​
Última modificación: 27/02/2017 13:51