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El Eafitense / Edición 111 Contadores y administradores, en la ruta social

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Contadores y administradores, en la ruta social

​​​​​​​​Una de las maneras para alcanzar avances en este camino es lograr un currículo mínimo básico que permita que los profesionales en estas áreas, de América Latina, puedan ejercer su profesión en cualquier punto de la región. Así lo plantea uno de los contadores más reconocidos de Argentina.


​Foto: Róbinson Henao​​
​Andrés Felipe Velásquez Ibarra
Colaborador

Los contadores públicos deben fortalecerse desde el punto de vista social y, en ese mismo aspecto, enfocarse las facultades de Contaduría Pública a formar los profesionales.

Así lo cree Ricardo José María Pahlen Acuña, contador público, investigador y profesor emérito de la Universidad de Buenos Aires (UBA), de Argentina, y quien participó en la XV Asamblea General de la Asociación Latinoamericana de Facultades y Escuelas de Contaduría y Administración (Alafec), que se realizó en EAFIT y en el Hotel Intercontinental (Medellín) entre el 25 y 28 de octubre, y donde el tema
principal fue Los desafíos en la formación de contadores y administradores en América Latina: una visión para el futuro.

En esta ruta de trabajo, el académico sugiere que “tenemos que formar, fundamentalmente, al alumno pensante, al futuro contador que tiene que tener como sinónimo la información”. Esta es la manera cómo se le brindan herramientas a estos profesionales para que logren una ruta de imparcialidad y asuman un papel protagónico donde no solo se les mire como sujetos sumergidos en informes y con calculadoras.

El papel de la academia es avanzar. Los pasos que deben darse en las facultades apuntan a todo aquello que requieren incorporar los estudiantes para ejercer con éxito y ética su labor. Pahlen Acuña es el pionero de la contabilidad ambiental y, desde este campo, ha logrado ganar espacios en la academia y la aceptación suficiente para hacer oír su voz en la búsqueda de incorporar más elementos sociales en los planes de estudio de la Contaduría. Así, entre los llamados que hace el profesor está revisar la contabilidad que se tiene hoy en día porque, según sus palabras, esta no sirve porque es parcial.

“La información que se da, a través de la contabilidad financiera, es total y absolutamente parcial. Hay infinidad de factores que no se contemplan. Por ejemplo, los recursos naturales. Cómo puede ser que los estos recursos no los tengamos, por lo menos, listados, al margen del valor que tienen. Cuando entregamos en concesión un bien, en cualquiera de nuestros países, las empresas que se presentan a las licitaciones conocen perfectamente el valor que hay en una explotación minera, piscícola o forestal. ¿Cómo puede ser que un estado nacional, departamental, provincial o municipal no conozca el recurso natural o el valor de sus recursos naturales?”, dice.

Herramientas académicas

Un aspecto que resalta el contador argentino es el pensamiento macro. Mirar la profesión en micro, centrarse en la ciudad, provincia o país de origen —o de residencia— es un tema que debe revaluarse y en el que las facultades deben concentrar los esfuerzos.

“Cuando la universidad piensa en el contador del siglo XXI tiene que pensar en forma macro, en todos los países. Mi colega Tomás Rosales Mendieta, de la Universidad Autónoma de México, indica que tiene que ser ciudadano del mundo, o sea, desempeñarse e interpretar la información de todos los lugares, fundamentalmente, de América. Hoy un graduado de Colombia, para ir a ejercer a Argentina, prácticamente, tiene que hacer de nuevo la carrera. Esto ocurre porque no hay un currículo básico mínimo. Y no hablo de un plan de estudios único, hablo de algo donde esté incluido el tema de la contabilidad social y ambiental, donde nos formemos bien en contabilidad gubernamental. No puede ser que el contador público no tenga noción de la función social de su profesión. Nosotros debemos dar cuenta a la sociedad de los bienes que tiene el Estado. La comunidad, que de manera directa o indirecta tributa impuestos, tiene que ser usuaria de la información contable. Hoy no lo es”, explica.​

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​Cuando la universidad piensa en el contador del siglo XXI tiene que pensar en
forma macro, en todos los países. Mi colega Tomás Rosales Mendieta, de la Universidad
Autónoma de México, indica que tiene que ser ciudadano del mundo, o
sea, desempeñarse e interpretar la información de todos los lugares, fundamentalmente, de América.​​

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Plantea que este currículo debe contener los conocimientos técnicos y científicos que debe tener el contador en cuanto a contabilidad, a los que se suman herramientas tecnológicas, y componentes sociales y ambientales. A esto, que es lo básico, se suman aspectos propios de cada país. “Cada universidad los va a agregar de acuerdo con su idiosincrasia y cultura, y añadir lo que crea oportuno, pero que lo mínimo esté en ese currículo”, comenta.

En esta propuesta insistió durante el desarrollo de Alafec. “Es una construcción colectiva y Alafec es el organismo propio para hacerlo. Creo que es la organización adecuada para homogeneizar este currículo, además de trabajar con los organismos profesionales de contadores públicos para concientizarlos también de esto”, agrega.

El académico destaca que ya se ha hecho eco de la propuesta en la que viene centrando sus esfuerzos desde hace un poco más de dos décadas. En Argentina y en Colombia ya ha realizado tareas que evidencian que la ruta planteada permitiría el avance y el fortalecimiento de la profesión. “En Argentina, por ejemplo, la Contaduría General de la Nación me ha encomendado la elaboración de las nuevas normas para el sector público. Las hemos preparado con un equipo de la Universidad de Buenos Aires y en esas normas ya está incluido, obligatoriamente, el inventario de los recursos naturales”.

La segunda experiencia la tuvo con contadores colombianos. “En 2007 me invitó la Contaduría General de la Nación a dar una charla para los funcionarios sobre contaduría ambiental”. No obstante, ¿dónde se ha fallado para no tener ese componente social en la Contaduría?

“Yo empecé con esto en 1993, cuando hablaba de contaduría social y ambiental. Al principio me miraron muy raro. Hoy ya se recibe mejor esta cuestión. Pero creo que es porque se relacionó al contador exclusivamente con la empresa. Era un elemento esencial para la organización y para lo que tenía fines de lucro. Aun así, hay una función social y es la de no engañar, aun a los que pretenden los fines de lucro. Si yo la contabilidad la tomo parcialmente estoy siendo, por lo menos, hipócrita. Nadie dice que sea fácil, pero hay que empezar a hacerlo. Creo que está en nosotros, los que nos toca ser maestros de nuestros sucesores, concientizar al futuro contador y al administrador de su función social, de qué es lo que va a tener que brindarle a la sociedad a la que le debe su educación”, señala.​ 

“Nosotros pensamos”

El académico argentino destaca la importancia de emplear herramientas que facilitan el trabajo profesional, sin dejar de ser el protagonista. Y va más allá, pues plantea que se deben desdibujar las ideas erróneas de que el contador se puede sustituir por un sistema.

“Es muy frecuente escuchar en este ambiente que la contabilidad podría ser reemplazada por un sistema informático. No es así. Porque el que instrumenta ese sistema es un tipo que piensa y, lógicamente, el registro podría hacerse, pero nunca la medición y evaluación.

Cuando la máquina se demora un poquito, se dice: ´la máquina está pensando´, pero la máquina no piensa, nosotros pensamos y entonces tenemos que formar a nuestros alumnos en esa idea, de que tenemos que valernos de las herramientas tecnológicas porque son riquísimas, y tenemos que aprovecharlas, pero que no nos olvidemos de que el que piensa es el futuro contador público y administrador”.​​
Última modificación: 27/02/2017 17:24