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El Eafitense / Edición 111 ¡Educación por retos para una generación sin miedos!

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¡Educación por retos para una generación sin miedos!

​​​​La integración de las distintas experiencias y formaciones académicas posibilita nuevos y mejores desarrollos, optimiza el tiempo del trabajo en equipo, amplía el análisis y perspectiva, y mejora el rendimiento de las competencias individuales. Así se plantea la educación, no solo en la actualidad, sino con una perspectiva futurista.​​


Fotografía: Róbinson Henao

Natalia Mojica Herazo
Estudiante del pregrado en Comunicación Social de EAFIT

Cuando se piensa en un producto, independiente de cuál pueda ser, de inmediato se involucran múltiples saberes que indican las diferentes áreas del conocimiento que se deben considerar para cumplir con un objetivo.

En este sentido, los proyectos multidisciplinarios se enriquecen de los conocimientos de cada uno de sus integrantes, que aportan e intervienen desde su profesión y, en conjunto, resuelven un problema de la forma más efectiva posible.

Un claro ejemplo es el equipo de trabajo del vehículo solar EPM-EAFIT, constituido por estudiantes de las distintas ingenierías, administración, ​negocios internacionales, mercadeo y comunicación.​

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​En los proyectos multidisciplinarios cada integrante tiene un papel definido y es consciente de su labor, pero, a la vez, todos están íntimamente relacionados. Es decir, cumplen un papel fundamental.​

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“Es un proyecto abierto porque involucra múltiples áreas del conocimiento y también incluye a otras universidades y empresas”, comenta uno de los líderes del carro solar, Gilberto Osorio Gómez, profesor del Departamento de Ingeniería de Diseño de Producto de EAFIT.

En los proyectos multidisciplinarios cada integrante tiene un papel definido y es consciente de su labor, pero, a la vez, todos están  íntimamente relacionados. Es decir, cumplen un papel fundamental.

El asunto más importante es encontrar cuáles son los perfiles más adecuados para las diferentes actividades y tareas que se requieren, pues cada persona, desde su conocimiento, debe aportar todo su capital intelectual.

“Por ejemplo, como ingeniero podría encargarme perfectamente de temas legales, pero me tocaría estudiar antes de tomar un curso de acción. Entonces, la pregunta es quiénes son las personas que tienen las competencias para hacerlo de una manera más adecuada. Es un tema de optimización, viéndolo desde esa perspectiva”, agrega José Fernando Martínez Cadavid, jefe del Departamento de Ingeniería de Diseño de Producto de EAFIT.

Del mismo modo, es importante reconocer que el modelo clásico de educación radica en que una sola disciplina es capaz de resolver un asunto, es decir, no tiene en cuenta las demás especialidades. Es, también, una herencia de un lejano pensamiento científico, que divide para conocer, por ejemplo, una especie vegetal en especial y no se tienen en cuenta los demás elementos que la rodean.

Lo que subyace a los modelos de enseñanza o a esas dinámicas es volver a la naturaleza humana, a lo esencial, que no solo es el saber intelectual. En la esencia de las personas está el aprendizaje empírico, aprender porque el cuerpo, el intelecto y las emociones se conectan y participan de manera práctica.

Naturalmente todo está entrelazado: la vida, la sociedad, la tecnología y los campos del conocimiento. “Pero nosotros, por procesos muy cómodos, posiblemente derivados de la Revolución Industrial, nos dedicamos a fragmentarlos y a especializarnos”, añade Juan Diego Ramos Betancur, docente del mismo departamento.

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​Otro componente importante es, según José Fernando Martínez, educar para que esta sea una generación sin miedo. Es decir, demostrar que se está a la altura de desarrollar proyectos complejos, como lo son diseñar y construir vehículos, botes o utilizar aplicaciones de energía solar.​​

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De esta manera, las distintas instancias de la Universidad, especialmente Proyecto 50, consideran que las diversas disciplinas se deben integrar en el desarrollo de iniciativas, porque el aprendizaje es un sistema de pensamientos, continúa Juan Diego.

En ese sentido, queda claro que es necesario aunar los diferentes conocimientos para que un proyecto esté a la vanguardia. Y una de las ventajas es que se tiene a disposición una amplia gama de herramientas tecnológicas, que permiten que se interactúe más fácilmente con otras áreas, ya que, anteriormente, las acciones se ejecutaban de manera aislada, porque era muy difícil comunicarse y manejar la información.

En la actualidad se pueden desarrollar ideas con personas de diferentes países, que tienen distintos hábitos, formas de pensar y diversos husos horarios. Esto hace parte de la educación y de la formación en el contexto, en la parte práctica. “Se trata de un trabajo en equipo, multidisciplinario e intercultural, que enriquece el proyecto y a quienes lo integran”, afirma José Fernando.

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Una generación sin temores

Los avances que ha dado la humanidad son gracias a los desafíos que ella misma se ha puesto. Entonces, la educación por retos es una evolución natural, es decir, cualquier proyecto a desarrollar implica un problema que se quiere resolver.

“El papel del docente va cambiando un poco. Ya la clase no es magistral, aunque hay ciertas materias que lo requieren, pero al estudiante hay que darle retos que se puedan desarrollar durante todo un semestre, no solamente proporcionarle la información, porque la enseñanza debe ser más dinámica”, explica Gilberto Osorio.

Este tipo de educación busca motivar y empoderar al estudiante en el proceso formativo, lo que implica superar el papel central que tiene el profesor para que los alumnos desarrollen competencias por medio del trabajo en equipo y, así, generar nuevas experiencias pedagógicas.

Esto obliga a que los jóvenes usen todos sus conocimientos al servicio del proyecto y a que dejen de preocuparse por la nota, el ganar o el perder desaparece por completo. Se convierte en un grupo interesado por el aprendizaje.

“La importancia del reto no es la nota o la calificación. Esta radica en que la persona reconozca cuáles son sus competencias, conocimientos, actitudes y sus mejores disposiciones, porque todos no tenemos las mismas capacidades. Es una de las partes más bellas del proceso educativo”, prosigue Juan Diego Ramos. Entonces, uno de los mayores desafíos para los docentes está en descubrir el talento, en buscar la manera de desarrollar habilidades a su máximo nivel.

Otro componente importante es, según José Fernando Martínez, educar para que esta sea una generación sin miedo. Es decir, demostrar que se está a la altura de desarrollar proyectos complejos, como lo son diseñar y construir vehículos, botes o utilizar aplicaciones de energía solar.

Aunque tengan las capacidades, este concepto debe manejarse con precaución porque se requieren ciertos desarrollos en investigación y preparación por parte de los docentes y los estudiantes. Por esto, en este tipo de proyectos se pueden evidenciar las competencias que tiene una persona.

“Un ingeniero mecánico puede hacer un proyecto solo, lo que le conlleva estudiar y aprender conceptos nuevos para poder realizar las tareas del ingeniero electrónico, del ingeniero de sistemas, etcétera. Aquí ya el tiempo se vuelve una limitante muy grande. Por esto, los equipos de trabajo deben incluir a las diferentes disciplinas”, prosigue Gilberto Osorio.

De esta manera, es evidente que la investigación y la academia se plantean como un todo, que integre las diversas áreas del conocimiento.

Ante esto, Juan Diego Ramos afirma que EAFIT busca que los estudiantes, en su proceso de formación, sean más renacentistas, como Leonardo Da Vinci en la época de 1490 e integren distintas áreas, como, por ejemplo, la ciencia, la política y el arte, que son un conjunto de disciplinas que aportaban al conocimiento de una sociedad.

En conjunto se propone y se hace

La Universidad Tecnológica de Delft, TU Delft, se encuentra ubicada en Holanda y es el principal referente mundial del programa de Ingeniería
de Diseño de Producto. Esta institución fundó el primer programa de Ingeniería de Diseño Industrial, en 1962, porque vieron necesaria la fusión entre el campo de la ingeniería mecánica y el diseño industrial.

“Esta unión de entrada decía que si uno quería aprender a diseñar, la única manera era diseñando. Entonces, el contenido del plan de estudios eran los proyectos”, añade José Fernando Martínez.

Por consiguiente, los programas de Ingeniería de Diseño de Producto recogen toda esa tradición, en la que el eje central es un núcleo de problemáticas, donde los estudiantes tienen que integrar todas las áreas del conocimiento. Entonces, cuando
se habla de ideas que suponen un desafío, realmente lo que están haciendo es aplicar esta metodología.

TU Delft ha sido un referente, ya que sus retos están asociados a competencias internacionales que sacan al estudiante de la zona de confort. Este tipo de educación y de cultura, que se pone metas altas para empujar la tecnología a cumplir con ciertos retos y sueños, demuestra que sí se puede.

“Y nuestros estudiantes tienen la capacidad de diseñar un proyecto, fabricarlo y probarlo. No hay duda de que la competencia ya está”, apunta el jefe del Departamento de Ingeniería de Diseño de Producto.

Por otra parte, EAFIT y TU Delft tienen trabajos en conjunto. Está el proyecto internacional First View, que buscó, por medio de casos de estudio, aplicar metodologías del design thinking para favorecer la cocreación y la innovación abierta en la exploración de nuevas oportunidades asociadas con el desarrollo de productos y servicios.

La iniciativa de ambas instituciones, que contó con la participación de docentes y estudiantes de las dos universidades y cinco empresas aliadas, corrobora la importancia de los trabajos colaborativos, y de pensar la ciencia y la tecnología desde un todo, no desde la individualidad.​
Última modificación: 06/04/2017 18:04