Otro componente importante es, según José Fernando Martínez, educar para que esta sea una generación sin miedo. Es decir, demostrar que se está a la altura de desarrollar proyectos complejos, como lo son diseñar y construir vehículos, botes o utilizar aplicaciones de energía solar.
De esta manera, las distintas instancias de la Universidad, especialmente Proyecto 50, consideran que las diversas disciplinas se deben integrar en el desarrollo de iniciativas, porque el aprendizaje es un sistema de pensamientos, continúa Juan Diego.
En ese sentido, queda claro que es necesario aunar los diferentes conocimientos para que un proyecto esté a la vanguardia. Y una de las ventajas es que se tiene a disposición una amplia gama de herramientas tecnológicas, que permiten que se interactúe más fácilmente con otras áreas, ya que, anteriormente, las acciones se ejecutaban de manera aislada, porque era muy difícil comunicarse y manejar la información.
En la actualidad se pueden desarrollar ideas con personas de diferentes países, que tienen distintos hábitos, formas de pensar y diversos husos horarios. Esto hace parte de la educación y de la formación en el contexto, en la parte práctica. “Se trata de un trabajo en equipo, multidisciplinario e intercultural, que enriquece el proyecto y a quienes lo integran”, afirma José Fernando.
Una generación sin temores
Los avances que ha dado la humanidad son gracias a los desafíos que ella misma se ha puesto. Entonces, la educación por retos es una evolución natural, es decir, cualquier proyecto a desarrollar implica un problema que se quiere resolver.
“El papel del docente va cambiando un poco. Ya la clase no es magistral, aunque hay ciertas materias que lo requieren, pero al estudiante hay que darle retos que se puedan desarrollar durante todo un semestre, no solamente proporcionarle la información, porque la enseñanza debe ser más dinámica”, explica Gilberto Osorio.
Este tipo de educación busca motivar y empoderar al estudiante en el proceso formativo, lo que implica superar el papel central que tiene el profesor para que los alumnos desarrollen competencias por medio del trabajo en equipo y, así, generar nuevas experiencias pedagógicas.
Esto obliga a que los jóvenes usen todos sus conocimientos al servicio del proyecto y a que dejen de preocuparse por la nota, el ganar o el perder desaparece por completo. Se convierte en un grupo interesado por el aprendizaje.
“La importancia del reto no es la nota o la calificación. Esta radica en que la persona reconozca cuáles son sus competencias, conocimientos, actitudes y sus mejores disposiciones, porque todos no tenemos las mismas capacidades. Es una de las partes más bellas del proceso educativo”, prosigue Juan Diego Ramos. Entonces, uno de los mayores desafíos para los docentes está en descubrir el talento, en buscar la manera de desarrollar habilidades a su máximo nivel.
Otro componente importante es, según José Fernando Martínez, educar para que esta sea una generación sin miedo. Es decir, demostrar que se está a la altura de desarrollar proyectos complejos, como lo son diseñar y construir vehículos, botes o utilizar aplicaciones de energía solar.
Aunque tengan las capacidades, este concepto debe manejarse con precaución porque se requieren ciertos desarrollos en investigación y preparación por parte de los docentes y los estudiantes. Por esto, en este tipo de proyectos se pueden evidenciar las competencias que tiene una persona.
“Un ingeniero mecánico puede hacer un proyecto solo, lo que le conlleva estudiar y aprender conceptos nuevos para poder realizar las tareas del ingeniero electrónico, del ingeniero de sistemas, etcétera. Aquí ya el tiempo se vuelve una limitante muy grande. Por esto, los equipos de trabajo deben incluir a las diferentes disciplinas”, prosigue Gilberto Osorio.
De esta manera, es evidente que la investigación y la academia se plantean como un todo, que integre las diversas áreas del conocimiento.
Ante esto, Juan Diego Ramos afirma que EAFIT busca que los estudiantes, en su proceso de formación, sean más renacentistas, como Leonardo Da Vinci en la época de 1490 e integren distintas áreas, como, por ejemplo, la ciencia, la política y el arte, que son un conjunto de disciplinas que aportaban al conocimiento de una sociedad.
En conjunto se propone y se hace
La Universidad Tecnológica de Delft, TU Delft, se encuentra ubicada en Holanda y es el principal referente mundial del programa de Ingeniería
de Diseño de Producto. Esta institución fundó el primer programa de Ingeniería de Diseño Industrial, en 1962, porque vieron necesaria la fusión entre el campo de la ingeniería mecánica y el diseño industrial.
“Esta unión de entrada decía que si uno quería aprender a diseñar, la única manera era diseñando. Entonces, el contenido del plan de estudios eran los proyectos”, añade José Fernando Martínez.
Por consiguiente, los programas de Ingeniería de Diseño de Producto recogen toda esa tradición, en la que el eje central es un núcleo de problemáticas, donde los estudiantes tienen que integrar todas las áreas del conocimiento. Entonces, cuando
se habla de ideas que suponen un desafío, realmente lo que están haciendo es aplicar esta metodología.
TU Delft ha sido un referente, ya que sus retos están asociados a competencias internacionales que sacan al estudiante de la zona de confort. Este tipo de educación y de cultura, que se pone metas altas para empujar la tecnología a cumplir con ciertos retos y sueños, demuestra que sí se puede.
“Y nuestros estudiantes tienen la capacidad de diseñar un proyecto, fabricarlo y probarlo. No hay duda de que la competencia ya está”, apunta el jefe del Departamento de Ingeniería de Diseño de Producto.
Por otra parte, EAFIT y TU Delft tienen trabajos en conjunto. Está el proyecto internacional First View, que buscó, por medio de casos de estudio, aplicar metodologías del design thinking para favorecer la cocreación y la innovación abierta en la exploración de nuevas oportunidades asociadas con el desarrollo de productos y servicios.
La iniciativa de ambas instituciones, que contó con la participación de docentes y estudiantes de las dos universidades y cinco empresas aliadas, corrobora la importancia de los trabajos colaborativos, y de pensar la ciencia y la tecnología desde un todo, no desde la individualidad.