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Un nuevo hito del diseño, la ingeniería, la estética y la eficiencia

​​La sobriedad arquitectónica, la eficiencia de la ingeniería y la innovación de la investigación se conectaron en el puente que construyó EAFIT para unir su campus principal con el Parque Los Guayabos.​

Alejandro Gómez Valencia
Periodista Área Información y Prensa EAFIT


 
Playones y meandros, algo así como terrazas que los mantenían secos y a una altura segura, fuera del alcance de las inundaciones del río. Esos eran los sitios preferidos por los indígenas aburráes que habitaban el Valle de Aburrá y lo siguieron siendo después de que los primeros españoles, encabezados por Jerónimo Luis Tejelo, llegaran a conquistar sus tierras.

 
El nivel del río solía subir y los habitantes siguieron asentados en esas terrazas aluviales durante la Colonia española, tal como lo evidencian los hallazgos arqueológicos de los últimos años de vasijas funerarias en el Parque Los Guayabos, donde EAFIT ha adecuado espacios para nuevas construcciones, respetando las normas para proteger los vestigios culturales.

 
El nivel freático del río en esa zona de Medellín siempre ha sido alto y a eso le debe el nombre el sector que se llama Las Vegas porque la palabra vega denota, entra otros significados, un terreno muy húmedo. Ese mismo nivel se mantiene y es una de las razones para que la Universidad haya decidido construir un
puente peatonal para unir su campus principal con el ahora llamado Parque Los Guayabos, separados por la avenida principal del sector.
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Se trata de una obra de ingeniería innovadora, una prueba más del éxito del ecosistema en el que trabajan juntas la academia y la empresa, y que tiene como resultado proyectos funcionales.

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La idea más natural y lógica sería haber construido un túnel que cruzara la avenida, pero Juan Luis Mejía Arango, rector de EAFIT, cuenta que en la zona ese nivel freático es tan alto que prácticamente se encuentra agua a dos metros de profundidad. El desarrollo de la ciudad hacia al sur, además, ha hecho necesario que muchas de las redes de acueducto, alcantarillado y energía se distribuyan bajo el pavimento de la calle.


 
En esa situación el túnel quedó descartado y la opción que tomó altura fue la del puente, con la intención de que la comunidad universitaria tuviera la posibilidad de aprovechar los servicios de ambos espacios con una conexión directa.

 

Un proyecto de desafíos

​El proyecto, no obstante, tuvo varios desafíos que necesitaron de diálogos entre la academia, la industria y varias disciplinas para ser resueltos. Cuenta el Rector que la Administración Municipal de entonces puso como condición que la estructura no tuviera soporte sobre el espacio público. “Esta situación normativa generó un reto significativo, debido a que la distancia entre apoyos fue más larga de lo previsto (44 metros) y cuando esto sucede en un diseño de estas características los elementos estructurales suelen ser bastante robustos”, explica Guillermo Valencia De La Calle, de Alejandro Echeverri + Valencia, la
firma de arquitectura encargada del diseño.

 
“¿Cómo lograr un objeto esbelto con esta distancia entre los apoyos?” La cuestión se la plantearon Guillermo y su socio Alejandro Echeverri, pues, además de la luz tan extensa, debían sortear la exigencia de que el puente fuera atractivo estéticamente, algo acorde con la intención de EAFIT de tener construcciones
estéticamente funcionales.

 
El resultado para salvar los desafíos es un puente, que en su forma se asemeja a un sable, con una curvatura horizontal, que se armó como se arma un lego con 29 piezas distintas diseñadas con diferencias milimétricas.

 
Se trata de una obra de ingeniería innovadora, una prueba más del éxito del ecosistema en el que trabajan juntas la academia y la empresa, y que tiene como resultado proyectos funcionales y útiles para los eafitenses, que en este caso son quienes cruzan el puente cuatro y hasta seis veces al día, como lo hace Alexandra Bolívar Durango, secretaria de la Dirección de Idiomas.

 
Los empleados de Idiomas fueron los primeros usuarios de Los Guayabos porque ahí está ubicado el edificio que alberga las oficinas de la Dirección y aulas de clases. Cuando Alexandra se trasladó con sus compañeros de trabajo hacia el nuevo edificio tuvo que mantener la rutina de visitar el campus constantemente
para asistir a sus clases del pregrado en Psicología, gestionar documentos o recoger regalos institucionales. Para cada diligencia, cuenta, necesitaba entre 10 y 15 minutos en traslado para salir del lote, esperar el cambio de un semáforo peatonal e ingresar al campus principal.

 
Con la apertura de la obra Alexandra redujo a cinco minutos el tiempo para salir de su oficina, cruzar el puente y estar en las aulas del bloque 38. El Rector explica que el grado de inclinación fue pensado para que pudieran circular personas con movilidad reducida, gente en bicicletas y los vehículos eléctricos que tiene la Institución para el traslado de diversos materiales.

 
Para mantener esa inclinación, la construcción necesitó de una precisión de cirujano ocular. El arquitecto Guillermo Valencia explica que el puente está compuesto por 29 dovelas en concreto de 3.50 metros de largo y 11 toneladas de peso cada una, construidas con alta precisión, pues si un par de caras no quedaba con la precisión milimétrica, el puente podría haber quedado recto y con el riesgo de no coincidir con la llegada al edificio. “El diseño tiene doble curvatura. Una horizontal, la que arma un arco de suave pendiente y una vertical, que se percibe cuando se camina y que surge de la idea de generar un espacio de estancia amplio en el centro del recorrido”, describe Gustavo.

 

Concreto avanzado de Argos

En las dovelas también está la fortaleza de la innovación, pues fueron construidas con un material de gran resistencia desarrollado por primera vez (es un nuevo material) por Cementos Argos, que no utiliza acero de refuerzo y permite formas más esbeltas. Es más resistente a la compresión, la tracción y la flexión que el cemento convencional.

 
Además de la resistencia, Lucas Moreno Kristiansen, vicepresidente de Innovación de Cementos Argos, destaca que el concreto avanzado o de ultra alta resistencia (UHPC) que desarrollaron también tiene muy buena manejabilidad, lo que permite romper la barrera de los concretos convencionales y
alcanzar ventajas estructurales y estéticas significativas. “Este concreto tiene características especiales que le permiten al arquitecto o diseñador pensar diferente y plantear soluciones que antes solo eran posibles en otros materiales como el acero”, dice.

 
Las nuevas soluciones llegan de una relación que menciona Lucas cuando opina que el puente de la Universidad también es una analogía entre el puente que une a la academia con la industria, ese que permite conectar al conocimiento con las empresas. “Para Argos es una gran satisfacción que la primera
aplicación de este producto se encuentre en EAFIT, pues fue en el Centro Argos para la Innovación, ubicado en el campus de la Universidad,
donde fue desarrollado este nuevo producto coherente con nuestra apuesta por la innovación abierta y la investigación aplicada”, anota.

 
Cada una de las dovelas construidas con el cemento avanzado de Argos fueron hiladas con cables de acero tensionados con gatos hidráulicos para conformar el sistema estructural. Por eso Juan Luis Mejía explica que el puente es realmente un puente colgante que en lugar de tener los cables en el exterior los
lleva en su interior. Pasan a través de la viga central que, a diferencia de la mayoría de los puentes, no está ubicada al centro y abajo, sino que está en el costado norte, como antepecho.

 
Esa viga hace las veces de cajón principal en el que se agrega un punto más de funcionalidad al ser un viaducto técnico que conduce redes eléctricas, de voz y de datos entre el campus y el lote. De la viga se desprende el voladizo con un ancho variable y amplio para la circulación. Así se conforma una estructura de 110 metros lineales con cinco apoyos y una luz principal de 44 metros. Un objeto arquitectónico que se distingue por la sobriedad en sus geometrías y proporciones, conservando la eficiencia técnica y de ingeniería. Es un puente que le permite a EAFIT anexar a su espacio 20 mil metros cuadrados en los que
se mantiene la decisión de conservar en Los Guayabos, tal como se hace con las vasijas de los indígenas, parte de la flora y la fauna nativa del Valle de Aburrá que aún existe en ese espacio.​​