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Ana María y Víctor, dos talentos musicales eafitenses que traspasan fronteras

​Ana María Patiño, estudiante de Música de la Universidad, fue seleccionada entre cerca de 400 aspirantes internacionales para participar en el Festival de Lucerna (Suiza). A su vez, en abril, y como parte de la experiencia, la joven directora de orquesta recibió las enseñanzas del reconocido maestro Bernard Haitink, uno de los más connotados del planeta. De igual manera, el profesor Víctor Agudelo se destacó por la publicación del segundo volumen de su libro y por ser invitado a los Estados Unidos, donde compartió parte de su producción académica y artística.

​Juliana Zuluaga Tamayo
Colaboradora


Do, re, mi, fa, sol, la, si… Sí, caminar por los pasillos del Departamento de Música de EAFIT es encontrarse en cada paso con ensayos, sonrisas, pequeños
gestos que muestran la intención de uno que otro estudiante de dirigir una orquesta. Caminar por esos pasillos deja la sensación de ser un pentagrama imaginario que permite dejarse llevar por las tonadas que se tararean en el aire.

Caminar por esos pasillos es, sin duda, parte del día a día de Ana María Patiño Osorio, quien se entremezcla entre sus compañeros de clase y otros
más avanzados.

Ana María tiene 21 años y cursa el último semestre del pregrado en Música con énfasis en Dirección de Orquesta en EAFIT. Desde pequeña la acompaña un saxofón. El amor por este instrumento, que para muchos suena a bohemia y a romance, permanece intacto, pese a que pararse frente a un grupo de músicos
para hacerlos brillar con la interpretación de una pieza es ya una parte de sí misma y el camino elegido entre los pasillos que trazan el Departamento
de Música.

Hoy, Ana María es entre sus compañeros de clase, profesores y colegas uno de los mejores ejemplos de que la disciplina es un factor determinante para alcanzar sueños. El más reciente comenzó en diciembre cuando los videos suyos dirigiendo La quinta sinfonía de Tchaikovsky, con la Filarmónica Joven y el ensayo de La primera sinfonía de Brahms, con la Filarmónica de Medellín, le sirvieron para inscribirse a la convocatoria internacional para participar en el Festival de Lucerna, en Suiza, dirigido a estudiantes avanzados de dirección y directores profesionales menores de 32 años. 

Para esta joven el 13 de febrero de ​2017 es inolvidable porque ese día, vía correo electrónico, le notificaron que hizo parte de los 20 directores de orquesta elegidos entre al menos 400 participantes que hicieron parte de este evento, en el que recibió clases maestras de uno de los más grandes directores de orquesta del mundo y de un ícono en la música clásica. Se trata del maestro Bernard Haitink.
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Para esta joven el 13 de febrero de 2017 es inolvidable porque ese día, vía correo electrónico, le notificaron que hizo parte de los 20 directores de orquesta elegidos entre al menos 400 participantes que hicieron parte de este evento.​

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“Todavía no lo puedo creer”, dice Ana María. Y agrega: “Me he dado cuenta de que es mejor tener sueños a corto plazo. Hace unos años quería estudiar saxofón en Francia. Ahora quiero ir a Lucerna, enriquecerme con esta experiencia y estudiar mucho. Quiero terminar mi carrera, hacer la maestría en Dirección
de Orquesta. Mi sueño grande es ir a Europa por todo lo que representa para la historia musical universal”.

Pero los pasos que ha dado Ana por los auditorios de EAFIT, en teatros y al aire libre como directora de orquesta han sido posibles gracias a sus maestros. Sin embargo, Alejandro Posada Gómez, director musical de la Filarmónica de Medellín, director de la Academia Filarmónica de Medellín y docente de
cátedra de la Universidad, ha sido un apoyo en su crecimiento profesional y personal. 

“Yo la conocí cuando era estudiante de la escuela de saxofón. La invité a la orquesta que dirijo y ahí me enteré de su gusto por la dirección. La animé para que se preparara y considero que es una persona muy dedicada a sus estudios y a su profesión. Para mí, los directores de orquesta tienen que nacer con carisma de
director y ella tiene esa cualidad. Eso le ha dado los éxitos que ha podido acumular a su corta edad”, afirma el maestro Posada.

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Para Alejando Posada las manos están hechas para coger las cosas y hacer la vida más fácil. Cuando un director suprime la batuta, su trabajo se complementa con los gestos, la mirada y hasta la postura corporal.

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Disciplina, talento y vocación son las cualidades que debe tener un músico, según Alejandro. Esas cualidades, considera él, llevaron a Ana María a Lucerna. “Para ponerlo en términos más sencillos: la aceptación de ella en ese curso con una de las mejores orquestas, conformada a su vez por los mejores
músicos de las grandes orquestas del mundo, es como ganarse el oro olímpico”.

Las manos: un todo

Se deslizan. A veces rápido, otras no tanto. En ocasiones parecieran acariciar algo. Otras, como si persiguieran un no sé qué. Pero siempre son delicadas. Siempre buscan la perfección en la cadencia de las notas musicales. Las manos para el director de orquesta son como el agua para la vida: fundamentales.

Las manos, el cuerpo, la mirada, los gestos que transmiten los directores a los músicos son la conexión más importante a la hora de llevar a cabo una interpretación. “Mover las manos requiere de una técnica. Requiere de práctica. Hay que ordenar los movimientos también. Hay que estudiar mucho,
pero, sobre todo, mirarse. Yo acostumbro pararme frente al espejo y hacer ejercicios para mover las manos, para soltarme”, afirma Ana.

Esos ejercicios los desarrolla para transmitir, a través de sus manos, cada sensación que le produce la música. Para Alejando Posada las manos están hechas
para coger las cosas y hacer la vida más fácil. Cuando un director suprime la batuta, su trabajo se complementa con los gestos, la mirada y hasta la postura corporal. Por supuesto, los directores aprenden otro lenguaje: el de las manos. “Nos gastamos tantos años aprendiendo a hacer perfectamente
cada movimiento, que las manos se convierten en un vehículo de comunicación tan importante como la voz”, manifiesta Alejandro.

Buscando la excelencia

Hace dos años, en el colegio La Enseñanza, Ana María hizo su primera presentación como directora. Bajo su batuta estuvo la Orquesta del Departamento de Música de EAFIT con la interpretación de una ópera de Mozart: el primer acto de La flauta mágica.
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El año de la música en EAFIT será 2018. Los pasillos que albergan a tantos estudiantes hoy se preparan para recibir a egresados, visitantes y profesores que serán protagonistas durante la celebración de los 20 años del Departamento de Música.

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​Desde antes y hasta ahora ha sido natural la dirección musical. A diario practica y se llena de conocimientos y experiencias de sus maestros. Su objetivo estuvo enfocado en los detalles del gesto, en estudiar la historia del festival y de las piezas que allí se interpretaron. “Para mí la historia es muy importante. Me gusta leer sobre el compositor, para concentrarme en el momento de vida por el que pasaba, imaginarme cómo era su entorno y qué pasaba en ese momento. De esa forma siento que puedo hacer una mejor puesta en escena. Hay algo que me gusta hacer antes de cada presentación y es estudiar. Leo y estudio la partitura, y trato de coordinar el tempo, sentir los instrumentos, soy fiel a lo que está escrito porque intento que la interpretación de la obra salga lo más fidedigna posible”, expresa la joven directora.


Dos décadas de formación​

El año de la música en EAFIT será 2018. Los pasillos que albergan a tantos estudiantes hoy se preparan para recibir a egresados, visitantes y profesores
que serán protagonistas durante la celebración de los 20 años del Departamento de Música. Desde ya se alistan los preparativos para tres momentos clave. El
primero será una serie de conciertos en el Auditorio Fundadores para que la ciudad conozca la historia de este programa. El segundo será un encuentro de estudiantes y egresados; y el tercero será el Encuentro de Música, que será dedicado a los 20 años de esta dependencia.

“Nuestros estudiantes tienen una particularidad. Ellos llegan seguros de lo que quieren hacer. Aman lo que estudian y prueba de esto ​es que tenemos un grado de deserción muy bajo”, expresa Fernando Gil Araque, jefe del Departamento de Música. Además, se siente orgulloso por la planta docente que tiene esta dependencia que, a su juicio, está entre los más integrales del país.

Para Fernando, a su vez, uno de los grandes pilares del Departamento de Música está en sus estudiantes. Hoy existen algunos que adelantan sus prácticas en Viena (Austria), México, Argentina, Alemania o los Estados Unidos. Los egresados tienen una visión internacional para moverse y competir, pues están
trabajando en estándares musicales importantes.

Están en las orquestas del país, fuera del país y en proyectos de carácter social. Y una de esas representantes importantes es Ana María, quien cuando dirige recuerda estos pasillos donde se hizo directora de orquesta.​

El creador de Blancas, Negras y Mulatas

Víctor Agudelo Ramírez es egresado de Música de EAFIT con énfasis en Composición Musical. Tiene un doctorado en Composición, Teoría y Dirección de Orquesta en la Universidad de Memphis (Estados Unidos), y hoy, además de ser profesor titular de EAFIT, dirige el Ensamble Periscopio, que pertenece al taller de composición y al grupo de investigaciones musicales. En 2015 salió al público su libro Blancas, Negras y Mulatas, volumen 1, una colección de 12 piezas basadas en elementos de la música tradicional colombiana. En este se registra una serie de técnicas compositivas contemporáneas y notaciones no tradicionales, asequibles para estudiantes de piano. 

En 2017 publicó el segundo volumen de esta obra con el apoyo en la investigación de la pianista Natalia Ramírez. 

“Lo más valioso de este proyecto es que quienes han sido mis maestros tienen estos libros como documentos de apoyo para sus clases y tienen a sus estudiantes tocando estas partituras”, expresa Víctor, quien recientemente estuvo como compositor visitante y haciendo el estreno mundial de La madre de Agua, comisionada por el director 

Miguel Harth-Bedoya, que fue interpretada bajo su dirección por la Fort Worth Symphony Orchestra (Texas, Estados Unidos). 

Víctor, a su vez, pudo dar a conocer en la TCU de Texas todo el trabajo realizado en la investigación Blancas, Negras y Mulatas en sus dos volúmenes, donde pudo compartir el proceso de investigación que terminó en este resultado. Se trata de un trabajo al que le ha dado identidad con los nombres de cada pieza, pues en vez de nombrarlas como Sonata N° 1 o Sonata N° 2, se le ocurrió llamarlas con nombres llamativos como, por ejemplo, La piñata de Eva, El hipnó- tico carriel del culebrero, Patadas del burro mocho o 12 gotas de rocío para Diana. 

“Yo creo que la música es universal, y con el trabajo que hacemos los músicos colombianos, nuestras composiciones se van abriendo terreno en el mundo. En Colombia tenemos unos ritmos tradicionales muy bonitos y es muy valioso ver a un chino o a un japonés tocar una cumbia. La música no nos pertenece, la música está en un plano universal y, por eso, es importante que los músicos se apropien de esta”, manifiesta Víctor.


Un talento local para el mundo

Víctor se prepara con la editorial Filarmonika Music Publishing para publicar la obra que lleva compuesta hasta ahora. Se trata de una selección de 36 piezas musicales. Para él, estar activo en la academia, tener contacto con los estudiantes y profesores, y compartir con otros músicos alrededor del mundo es una manera de lograr esa cantidad de composiciones. 
Entre los premios que ha recibido este joven músico se encuentra el Houston Symphony Orchestra Young Composer Competition con la obra El Sombrerón, en 2016. El Morton Gould Young Composer Award, ASCAP Foundation, New York, con la obra Prisma Continental, en 2009. El “Smit Composition Award”, University of Memphis, 2005; así como los concursos de composición realizados en el Departamento de Música de la Universidad EAFIT con las obras Credo, 2000, y Sangre de Hincha, 2001. Además, sus composiciones han sido interpretadas, entre otros, por la Orquesta de la Radio de Noruega, la Orquesta Sinfónica de Houston (Estados Unidos), la Orquesta Sinfónica de Fort Worth (Estados Unidos), la Orquesta Sinfónica de Castilla y León (España), y la Orquesta Sinfó- nica de La Habana (Cuba).​