“Todavía no lo puedo creer”, dice Ana María. Y agrega: “Me he dado cuenta de que es mejor tener sueños a corto plazo. Hace unos años quería estudiar saxofón en Francia. Ahora quiero ir a Lucerna, enriquecerme con esta experiencia y estudiar mucho. Quiero terminar mi carrera, hacer la maestría en Dirección
de Orquesta. Mi sueño grande es ir a Europa por todo lo que representa para la historia musical universal”.
Pero los pasos que ha dado Ana por los auditorios de EAFIT, en teatros y al aire libre como directora de orquesta han sido posibles gracias a sus maestros. Sin embargo, Alejandro Posada Gómez, director musical de la Filarmónica de Medellín, director de la Academia Filarmónica de Medellín y docente de
cátedra de la Universidad, ha sido un apoyo en su crecimiento profesional y personal.
“Yo la conocí cuando era estudiante de la escuela de saxofón. La invité a la orquesta que dirijo y ahí me enteré de su gusto por la dirección. La animé para que se preparara y considero que es una persona muy dedicada a sus estudios y a su profesión. Para mí, los directores de orquesta tienen que nacer con carisma de
director y ella tiene esa cualidad. Eso le ha dado los éxitos que ha podido acumular a su corta edad”, afirma el maestro Posada.
Para Alejando Posada las manos están hechas para coger las cosas y hacer la
vida más fácil. Cuando un director suprime la batuta, su trabajo se complementa
con los gestos, la mirada y hasta la postura corporal.
Disciplina, talento y vocación son las cualidades que debe tener un músico, según Alejandro. Esas cualidades, considera él, llevaron a Ana María a Lucerna. “Para ponerlo en términos más sencillos: la aceptación de ella en ese curso con una de las mejores orquestas, conformada a su vez por los mejores
músicos de las grandes orquestas del mundo, es como ganarse el oro olímpico”.
Las manos: un todo
Se deslizan. A veces rápido, otras no tanto. En ocasiones parecieran acariciar algo. Otras, como si persiguieran un no sé qué. Pero siempre son delicadas. Siempre buscan la perfección en la cadencia de las notas musicales. Las manos para el director de orquesta son como el agua para la vida: fundamentales.
Las manos, el cuerpo, la mirada, los gestos que transmiten los directores a los músicos son la conexión más importante a la hora de llevar a cabo una interpretación. “Mover las manos requiere de una técnica. Requiere de práctica. Hay que ordenar los movimientos también. Hay que estudiar mucho,
pero, sobre todo, mirarse. Yo acostumbro pararme frente al espejo y hacer ejercicios para mover las manos, para soltarme”, afirma Ana.
Esos ejercicios los desarrolla para transmitir, a través de sus manos, cada sensación que le produce la música. Para Alejando Posada las manos están hechas
para coger las cosas y hacer la vida más fácil. Cuando un director suprime la batuta, su trabajo se complementa con los gestos, la mirada y hasta la postura corporal. Por supuesto, los directores aprenden otro lenguaje: el de las manos. “Nos gastamos tantos años aprendiendo a hacer perfectamente
cada movimiento, que las manos se convierten en un vehículo de comunicación tan importante como la voz”, manifiesta Alejandro.
Buscando la excelencia
Hace dos años, en el colegio La Enseñanza, Ana María hizo su primera presentación como directora. Bajo su batuta estuvo la Orquesta del Departamento de Música de EAFIT con la interpretación de una ópera de Mozart: el primer acto de La flauta mágica.
El año de la música en EAFIT será 2018.
Los pasillos que albergan a tantos estudiantes
hoy se preparan para recibir
a egresados, visitantes y profesores
que serán protagonistas durante la celebración
de los 20 años del Departamento
de Música.
Desde antes y hasta ahora ha sido natural la dirección musical. A diario practica y se llena de conocimientos y experiencias de sus maestros. Su objetivo estuvo enfocado en los detalles del gesto, en estudiar la historia del festival y de las piezas que allí se interpretaron. “Para mí la historia es muy importante. Me gusta leer sobre el compositor, para concentrarme en el momento de vida por el que pasaba, imaginarme cómo era su entorno y qué pasaba en ese momento. De esa forma siento que puedo hacer una mejor puesta en escena. Hay algo que
me gusta hacer antes de cada presentación y
es estudiar. Leo y estudio la partitura, y trato
de coordinar el tempo, sentir los instrumentos,
soy fiel a lo que está escrito porque intento que
la interpretación de la obra salga lo más fidedigna
posible”, expresa la joven directora.
Dos décadas de formación
El año de la música en EAFIT será 2018. Los pasillos que albergan a tantos estudiantes hoy se preparan para recibir a egresados, visitantes y profesores
que serán protagonistas durante la celebración de los 20 años del Departamento de Música. Desde ya se alistan los preparativos para tres momentos clave. El
primero será una serie de conciertos en el Auditorio Fundadores para que la ciudad conozca la historia de este programa. El segundo será un encuentro de estudiantes y egresados; y el tercero será el Encuentro de Música, que será dedicado a los 20 años de esta dependencia.
“Nuestros estudiantes tienen una particularidad. Ellos llegan seguros de lo que quieren hacer. Aman lo que estudian y prueba de esto es que tenemos un grado de deserción muy bajo”, expresa Fernando Gil Araque, jefe del Departamento de Música. Además, se siente orgulloso por la planta docente que tiene esta dependencia que, a su juicio, está entre los más integrales del país.
Para Fernando, a su vez, uno de los grandes pilares del Departamento de Música está en sus estudiantes. Hoy existen algunos que adelantan sus prácticas en Viena (Austria), México, Argentina, Alemania o los Estados Unidos. Los egresados tienen una visión internacional para moverse y competir, pues están
trabajando en estándares musicales importantes.
Están en las orquestas del país, fuera del país y en proyectos de carácter social. Y una de esas representantes importantes es Ana María, quien cuando dirige recuerda estos pasillos donde se hizo directora de orquesta.