Omitir los comandos de cinta
Saltar al contenido principal
Inicio de sesión
Universidad EAFIT
Carrera 49 # 7 sur -50 Medellín Antioquia Colombia
Carrera 12 # 96-23, oficina 304 Bogotá Cundinamarca Colombia
(57)(4) 2619500 contacto@eafit.edu.co

El Eafitense / Edición 112 Skip Navigation Linkstrump-proteccionismo-desorden-mundial Trump: del proteccionismo al nuevo desorden mundial

EAFITMedios institucionalesEl EafitenseEl Eafitense / Edición 112Trump: del proteccionismo al nuevo desorden mundial

Trump: del proteccionismo al nuevo desorden mundial

​​​​El presidente estadounidense aún no concreta muchos de sus anuncios de reformas, pero su discurso ya moviliza a países y a mercados para no perder años de avances en comercio y globalización. Analistas desnudan implicaciones del modelo nacionalista de la Casa Blanca.

​​​

​Juan Fernando Rojas Trujillo
Colaborador


La receta proteccionista que orquesta el presidente Donald Trump bajo la bandera de “América primero” está hecha de unos ingredientes que, mezclados, resultan explosivos: nacionalismo, reformas radicales, brotes de racismo, mayor gasto público en tiempos de alto déficit fiscal, menos impuestos a empresas, restricciones al comercio, desregulación financiera, y todo un tono populista interno y más desafiante ante el mundo.

En suma, en tiempos de la globalización efectiva, su plan no atiende las lógicas de la economía y el manejo juicioso de las ya golpeadas finanzas públicas, que, hasta ahora, eran banderas republicanas. De paso, añade más incertidumbre y volatilidad a los mercados frente a lo que ya varios analistas comienzan a llamar como el “nuevo desorden mundial”.

trump.jpg
“El mercado ya superó el primer miedo de tener a Trump como gobernante, pues se demostró que no puede hacer todo lo que quiere su visión nacionalista, pero la expectativa continúa con lo que pueda hacer, ya no de la noche a la mañana”, señaló Camilo Rojas, director de Estrategia de Inversión de la firma Credicorp Capital. 

Los reflectores apuntan ahora a lo que ocurra en tribunales con un segundo polémico decreto que, más suavizado que el inicial, ordena cerrar temporalmente fronteras a emigrantes y refugiados de Irán, Libia, Somalia, Sudán, Siria y Yemen. Excluyendo de la lista a Irak, Trump lo firmó el 6 de marzo pasado con la justificación de proteger a los Estados Unidos del terrorismo. Más allá de la indignación que genera la orden ejecutiva entre los demócratas y defensores de derechos civiles, esto restó interés a unas declaraciones que, el mismo día, anticiparon cómo se profundizará el modelo proteccionista de Trump.

A juicio del director del Consejo Nacional de Comercio de la Casa Blanca, Peter Navarro, el déficit comercial, es decir, la diferencia entre lo que importa y exporta Estados Unidos, sumó al cierre del año pasado los 502 mil millones de dólares. En esas condiciones, aseveró que se trata de un tema “de seguridad nacional” y se debe evitar que “el capital extranjero se haga al control de amplias franjas de la economía estadounidense”. Para él, más que incrementar barreras arancelarias a las importaciones con un nuevo impuesto fronterizo, como ha dicho Trump, “la meta es forzar a que otros países reduzcan las suyas”.

El efecto inverso de Trump 


Con ese endurecimiento de la política comercial, la salida de los Estados Unidos del Tratado Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), con 11 países de esa parte del mundo y sin China, o renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Tlcan), con Canadá y México, pasan a ser solo hechos anecdóticos.

Lo que hay de fondo, advirtió Theodore Richard Breton, profesor del Departamento de Economía de EAFIT, es la posibilidad de que haya un efecto bumerán en la población estadounidense de menos ingresos, esa clase obrera en que Trump halló respaldo electoral, luego de tres décadas de ver cómo sus ingresos no aumentaron, al tiempo que los empresarios concentraron fortunas y los más educados mejoraron su calidad de vida. 

“La política de Trump de echar más inmigrantes va en contra del esfuerzo de los últimos años de aumentar el crecimiento de la economía, porque no solo se pierde mano de obra barata, sobre todo en la producción agrícola, sino que habrá menos demanda de bienes y las empresas invierten cuando hay más demanda, no solo porque bajan los impuestos. El modelo de Trump es un acto fallido”, aseguró Breton, doctor en Economía, quien sigue atento hasta dónde los republicanos están dispuestos a acompañar el plan económico del mandatario estadounidense. 
​​​

si la idea de Trump era frenar las importaciones mexicanas, la devaluación del peso de ese país frente al dólar  abarata la producción. Con sus anuncios de construir un muro y cerrar fronteras al país manito, ya logró una depreciación histórica​ de la moneda mexicana.​

​​​

Por ahora se prevé que el Congreso solo discutiría a finales de este año una reforma tributaria planteada por la Casa Blanca para repatriar inversiones de grandes empresas y aplicar un impuesto a las exportaciones. En el caso de aprobarse y si aumenta la inversión, efectivamente se pueden crear más empleos. Pero también el retorno de dólares encarece esta moneda frente a otras, y las exportaciones estadounidenses pierden competitividad y, por ende, vienen recortes de personal en las industrias. 

En contraste, si la idea de Trump era frenar las importaciones mexicanas, la devaluación del peso de ese país frente al dólar  abarata la producción. Con sus anuncios de construir un muro y cerrar fronteras al país manito, ya logró una depreciación histórica​ de la moneda mexicana. No en vano, aumentaron 9,7 por ciento las exportaciones de vehículos en febrero pasado, según un reporte de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (Amia). 
​​​

Las ideas de cierre de la economía en el reinado de Trump las terminan, tarde o temprano, pagando los ciudadanos de ese país y, de paso, la vulnerabilidad de otros países emergentes, cuya salud económica depende de los flujos de capitales en la divisa estadounidense y las decisiones de la FED.​

​​​



Pero ese efecto viene acompañado de un brote inflacionario, es decir, un mayor costo de vida para los estadounidenses, especialmente los de menos ingresos, por cuenta del aumento de precios de los productos importados. Y la inflación será mayor, si el Congreso aprueba a Trump su anunciado plan de renovación de la infraestructura vial del país, que tasó en un billón de dólares en su discurso de inicios de marzo de 2017. Ese plan habría servido para reactivar la economía estadounidense, luego de la crisis financiera de 2008, pero ahora puede traer perjuicios en dos frentes. 

De una parte, cuando se tiene una tasa de desempleo inferior al cinco por ciento, considerada una condición de pleno empleo, crear más puestos de trabajo encarece la mano de obra y, con más ingresos, se consume más y sube la inflación. De ser así, la Reserva Federal (FED), banco central estadounidense y que controla la inflación con sus tasas de interés, las aumentaría para aminorar la demanda estadounidense por la vía de encarecer el crédito.

Por otro lado, una alza paulatina de tasas de interés también aumentaría la deuda pública estadounidense, una línea roja para los republicanos, pues hoy ya supera el 100 por ciento del producto interno bruto (PIB) anual, con los riesgos desestabilizadores que esto trae para la economía. Este efecto explica las reiteradas críticas del presidente estadounidense a la política monetaria de la FED, cuyas decisiones eclipsan las movidas de inversión en los mercados de capitales y tienden a fortalecer el dólar frente a monedas como el euro. 

trump2.jpg

Implicaciones externas del proteccionismo 

Al final, el plan de Trump, paradójicamente, fortalece a adversarios económicos y geopolíticos como China. “El gigante asiático maneja la chequera que financia a los Estados Unidos, como uno de los mayores tenedores de bonos del Tesoro. Por eso, Trump no puede desatar una guerra comercial, aunque amenace con poner aranceles de 45 por ciento a los productos chinos”, consideró Javier Díaz Molina, presidente de Analdex, gremio de exportadores colombianos.

El profesor Breton añadió que China es el más beneficiado con un dólar caro, pues aumentan sus activos en esa moneda, aunque abiertamente el discurso del líder del gigante comunista, Xi Jinping, sea otro como adalid del libre mercado, algo impensado en otro tiempo: “si China piensa que Trump se está excediendo, será muy fácil decir que deja de comprar aviones a Boeing y se va con Airbus. Entonces, veríamos medidas específicas de retorsión puntuales en productos que le duelen a los Estados Unidos”. 

Así que las ideas de cierre de la economía en el reinado de Trump las terminan, tarde o temprano, pagando los ciudadanos de ese país y, de paso, la vulnerabilidad de otros países emergentes, cuya salud económica depende de los flujos de capitales en la divisa estadounidense y las decisiones de la FED. 

Un dólar más fuerte devalúa monedas locales, lo que encarece la deuda externa. Para el caso colombiano ya es del 40,9 por ciento del PIB, y solo la pública es de 24,6 por ciento, a octubre pasado, según el Banco de la República. Cabe anotar que solo para este año está presupuestado 51,52 billones de pesos para el servicio de la deuda del Gobierno. 

También una depreciación del peso frente al dólar impulsa la competitividad de las exportaciones colombianas, aunque también encarece las materias primas, maquinaria e insumos que no se producen en el país. “Lo importante es aprovechar la tasa de cambio, no solo para exportar más bienes, sino diversificar mercados, pero el mercado internacional no está fácil y aún tenemos un alto costo en logística, por ejemplo”, reconoció el presidente de Analdex (véase recuadro). 
​​​

De igual manera, las posturas proteccionistas de Trump promueven un mayor
comercio multilateral entre América Latina y la Unión Europea, con lo que se pueden
descongelar negociaciones bilaterales de un tratado de libre comercio (TLC)
entre Mercosur y el bloque del Viejo Continente que se ha intentado desde 1999.​

​​​

trump1.jpg​​En esa condiciones, si el mandatario republicano cumple, así sea parcialmente sus promesas arancelarias, obligaría a un reacomodo de los flujos de producción y del libre comercio por parte de los principales socios comerciales de Estados Unidos. Así lo advirtió un informe de mediados de febrero de Fitch Ratings, una de las tres principales calificadoras internacionales de riesgo crediticio al señalar que Trump es “un riesgo” para la economía global: “habría una reducción de los flujos de capitales, provocando cambios en políticas de mercado y haría que el mundo crezca menos”, concluyó el informe. 

No es gratuito que China ya promueva entre vecinos asiáticos y grandes exportadores a los Estados Unidos, como India y Malasia, un reemplazo para el fallado TPP con la llamada Asociación Integral Económica Regional (RCEP, por su sigla en inglés). 

También el gobierno mexicano tiene entre sus prioridades buscar acuerdos con países como Brasil o Argentina para diversificar sus exportaciones, que en un 80 por ciento van actualmente a Estados Unidos. Esto impulsa la posibilidad de que se afiancen relaciones económicas entre la Alianza del Pacífico (México, Colombia, Perú y Chile) y los fundadores de Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay). 

De igual manera, las posturas proteccionistas de Trump promueven un mayor comercio multilateral entre América Latina y la Unión Europea, con lo que se pueden descongelar negociaciones bilaterales de un tratado de libre comercio (TLC) entre Mercosur y el bloque del Viejo Continente que se ha intentado desde 1999.

“Estamos plenamente comprometidos con la integración regional, pero queremos proyectar esa plataforma al mundo", dijo a finales de febrero de 2017, en París, Daniel  Raimondi, subsecretario de Argentina para la Integración Económica Latinoamericana y Mercosur. Sin embargo, en la zona euro hay co​rrientes nacionalistas en Francia y Alemania que pueden dificultar el ambiente político para nuevos acuerdos, alimentados por el antecedente del Brexit, con que salió el Reino Unido de la Unión Europea. 

De esta forma, queda por esperar qué tanto el Congreso y los tribunales estadounidenses, así como la Organización Mundial del Comercio (OMC), dejan reinar las ideas unilaterales de un Trump que desde su primer discurso en la Casa Blanca dejó claro su talante: “la protección nos llevará a una mayor prosperidad y fortaleza”.​​

Efecto indeseado sobre Colombia

Que la política de Trump llegue a restringir las importaciones de China a los Estados Unidos obligará al gigante asiático a reorientar sus flujos de mercancías baratas hacia otras zonas del mundo, como América Latina. En ese sentido, Javier Díaz Molina, presidente de la Asociación Nacional de Comercio Exterior (Analdex), instó al Gobierno a que disponga de forma proactiva mecanismos de defensa de mercado. Por ejemplo, sobrearanceles, para evitar que se presente dumping, es decir, que se importen productos por debajo de su precio habitual o de los mismos costos de producción locales, como se ha presentado en el pasado con textiles y calzado.​

“Le he dicho al Gobierno que no se trata de cerrar la economía, pero sí tener las herramientas para defendernos de una eventual competencia desleal, por cuenta de las posturas proteccionistas de Trump”, agregó el dirigente gremial.


exportaciones-eu.jpg