De una investigación liderada por EAFIT, Comfama y
Bancolombia nació un tejido que provoca. Que invita
a comprender, gestionar y construir la confianza entre
ciudadanos y organizaciones.
Ilustración: Melissa Giraldo
gente que confía en la familia
es la misma que confía en otras
organizaciones e instituciones.
Ese tipo de cosas van de la mano:
termina uno confiando no solo en
el papá y la mamá, o en los vecinos
o amigos, sino, por ejemplo, en su
banco, en la alcaldía”, explica el
profesor José Antonio Fortou.
Esas conexiones derivan de un
sistema de confianza mucho más
grande, que también hace parte
de nuestro telar, al que ahora le
agregamos el gran hilo al que
pertenecen las organizaciones:
el orden político y social. Este,
a su vez, se divide en un grupo
de hilos más pequeños, donde
encontramos nuevas relaciones
de confianza: esas que existen
entre lo social y lo privado, entre
el gobierno y las instituciones
del Estado y entre la policía y las
fuerzas militares.
¿Qué significado tiene esa
relación? Como lo anota el
profesor José Antonio un
párrafo más arriba, estas
conexiones indican que, como
ciudadanos, si dejamos de
confiar en una institución como
un banco, es muy probable que
dejemos de confiar en otras
organizaciones relacionadas,
como las universidades. Todo está
interconectado.
Este tejido representa un
llamado a la acción para las
organizaciones: las invita a pensar
en la construcción de confianza
como un todo, incluso desde
el orden político del que hacen
parte. En sus acciones habita la
posibilidad de apropiarse de esta
urdimbre y sus dimensiones: una
material y otra simbólica. Con la
primera pueden “jugarse la piel”
para ir más allá de las expectativas
de la gente. Con la segunda
tienen la oportunidad de crear sus
propios rituales y así transformar
su rol en la sociedad, para ser más
que un canal que intercambia
servicios y convertirse en las
manos que tejen oportunidades
que impacten a todas
las generaciones.