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Alejandro Botero López: Una tarde con la nostalgia

​​​​​Salomé Arango Botero 

@salomearango_b

Fue un jueves 15 de julio cuando el actual presidente de Sufi, Alejandro Botero López, me devolvió la llamada que teníamos para hacerle una entrevista. Se disculpó por la hora, había sido un día de mucho ajetreo y yo le respondí: “¡Me imagino! Antes muchas gracias por este espacio, sé que eres un hombre importante”, Alejandro respondió: “Yo diría un hombre ocupado” y así, con su sencillez y humildad comenzó la entrevista.

Alejandro entró a la universidad en 1995, se graduó de administración de negocios, “siempre tuve claro que quería ser administrador y en Eafit”; tenía varios conocidos que le habían hablado muy bien de la experiencia universitaria allí. Le pregunté sobre el acontecimiento más significativo que le dejó la universidad, no me habló de uno sino de varios. “Eafit deja una condición indispensable para los líderes de este país y es que combina lo académico con lo humano”. Alejandro también recalcó todo lo que aprendió trabajando con los otros en equipo, y me llamó la atención el gran interés que le genera participar en el debate. Le hice recordar las idas a la pecera y las sentadas con sus compañeros en los huecos. Alejandro mencionó a un profesor que le dejó una marca, Francisco López: ¡cómo olvidar a aquellos maestros que nos enseñan a vivir!

Se escuchaba emocionado, desde que inició la entrevista se le notaba cierta alegría al hablar sobre la universidad que le ha dejado tantas cosas. Su relación con Eafit sigue siendo la misma que la de un estudiante primíparo. Mantiene una conexión estrecha: “La universidad que me tocó a mí no se compara con la de ahora, si antes provocaba estudiar, conversar, estar relajado, ahora aún más. El espacio que se construyó invita a la creación, a construir ciudad”. Uno suele escuchar decir que el colegio o la universidad fueron las mejores etapas; para Alejandro la universidad definitivamente fue la época más enriquecedora de su vida. 

Un empresario que se arrepiente de solo una cosa por su paso universitario: no haber hecho un intercambio académico en el extranjero. Aunque tuvo tres experiencias fuera del país, él dice que le faltó saber qué era estudiar su carrera en otro lugar. Le hizo falta participar en espacios de debate para construir ciudad. Al final de la entrevista esa alegría que percibí se siguió notando, pero con un aire de nostalgia. Antes de colgar dijo: “siempre tendré el espacio para hablar de mi universidad”.