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Camina, periodismo

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Mariana Arango Trujillo - @mariangot_
Silvia Natalia Rojas Castro - @natalia.rojasc​

Dirán que en Colombia censuran a la prensa, que ensordecen al espectador, que silencian a la fuente, que en nuestro país las personas ocultan sus temores y reviven día a día sus tristezas. Dirán que somos ajenos a lo que sucede, que confundimos los cuentos con nuestros propios recuerdos. ¿Qué queda entonces? Lamentar hasta volver invisibles los rostros de los que en algún momento nos hicieron grandes, nos hicieron creer que el periodismo tiene un propósito, que la democratización de la información y las historias de la gente importan en este relato que tomamos por realidad.

No existe un momento más propicio para realzar las voces de aquellos que el tedio nunca venció, de esos niños que empiezan a caminar con sus propios pies y cuyo primer vocablo fue la “independencia”, que aprovechan cada narrativa que les ofrece la sociedad actual y lo convierten en herramienta de divulgación. Nunca ha sido tan necesario un periodismo polifónico como ahora; uno con narrativas innovadoras, diversidad de miradas y, sobre todo, independencia económica de las grandes empresas de comunicación.

“El periodismo es una pasión insaciable que solo puede dirigirse y humanizarse por su confrontación descarnada con la realidad”, dijo alguna vez García Márquez, pero sus sabias palabras nunca llegaron a los medios que buscan retribuciones económicas, porque la confrontación de la realidad se vive en la calle, no se ve en el dinero. ¿A dónde llegaron entonces sus palabras? A los cansados y revelados ojos de las nuevas generaciones, inconformes con el ocultismo y las mentiras, que creyeron que el cuento no estaba completo y que los datos no cuadraban. Muchos de estos mendigan seguidores, rebuscan cualquier medio o sustento que les permita continuar su travesía hacia un periodismo de verdad.

Sin importar la pandemia viral y digital de la información en la que nos encontramos, de las noticias falsas, de la poca verificación de fuentes, existen periodistas que sí escuchan. Esos que vienen en potencia y crecen con cada lector, a quienes no les tiemblan los dedos para redactar una columna reveladora, ni se les quebranta la voz para hacer esa pregunta que todos querían escuchar, aquellos que defienden la verdad como si fuese su libro preferido, que contextualizan, dudan, verifican y contrastan antes de publicar. Esos que hacen periodismo independiente.

“Los medios están comprados”, “todo está manipulado”, son acusaciones que se escuchan con frecuencia a propósito de los medios de comunicación y sus riquísimos dueños. El 57 por ciento de los medios tradicionales más importantes que han informado a Colombia desde 1971 están concentrados en pocas manos que mueven muchos billetes y en apellidos con gran renombre: Ardila Lulle, Sarmiento Angulo y Santo Domingo. Los intereses de dichos dueños transgreden el verdadero valor del periodismo, ya que la supervivencia económica le ha ganado la batalla a informar con veracidad y responsabilidad.

Pero, por suerte, no ha ganado todas las batallas. En un país donde hay miedo social, desigualdad, corrupción y violencia el papel de los periodistas independientes se ha convertido en un factor indispensable de la democracia y busca darle sentido social a la transformación. Los periodistas decididos, a los que hoy se les hace honor, han sido capaces de construir narrativas en medio del ruido, de celebrar cada lector, cada seguidor y de informar en medio de tanta desinformación. El periodismo independiente tiene identidad, se reviste de convicción, pasión, toca las fibras más sensibles de los colombianos y ve la tecnología como su aliada, no su enemiga.

No se preocupen, estos periodistas no son difíciles de encontrar, toca, igual que ellos, mantener los ojos y los oídos abiertos; como buen animal en busca de supervivencia que sale por su alimento. Ellos cazan personas comprometidas con el país y con la veracidad de la información, que no le temen ni rechazan las diferentes aristas de los acontecimientos. Los encuentras en el podcast de tu celular, en la historia de tu amiga, en la caricatura que repostearon. ¿Qué necesitan? Una audiencia fiel que los siga ayudando a caminar, que les recuerde la importancia de lo que hacen, para que en algún momento, si soñamos, logren transformar a la sociedad colombiana.