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Un caravaggio en las sombras

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Verónica Hoyos Giraldo | @verohog | vhoyosg1@eafit.edu.co



El pasado 8 de abril se iba a llevar a cabo una subasta en la Casa Ansorena de Madrid, en donde se subastaría un cuadro atribuido al pintor español José de Ribera, con una puja inicial de €1,500 euros. Ese mismo día, a poco tiempo de iniciar, intervino el Ministerio de Cultura para declarar esta obra como inexportable y proclamarla Bien de Interés Cultural (BIC) pues, al parecer, se alertó que podría tratarse de un caravaggio. Posteriormente, el Museo del Prado presentó un informe afirmando que: “existen razones fundadas y documentales para atribuir la obra a Caravaggio”.

Los boletines e informes no fueron solo una sorpresa para la comunidad de Madrid, sino también para todos los historiadores y aficionados al arte e, incluso, para la familia dueña de la obra, pues no tenían idea del verdadero autor del cuadro ya que hace 15 años, en una expertización, se le habría atribuido a Ribera, pintor contemporáneo a Caravaggio cuyas pinturas tenían una fuerte influencia de su parte. “Es como ganar El Gordo, pero también es un lío tremendo”, dice Arthur Brand, un “detective del arte” al diario El País, dado que ser dueño de una obra con gran peso histórico, perteneciente a un artista que dentro de sus habilidades instauró un movimiento artístico en su momento, es una gran responsabilidad y más si es señalada BIC, porque, aunque declarar algo como patrimonio no hace que los dueños tengan la obligación de donar o vender al Estado, sí los insta a salvaguardar la obra en buenas condiciones porque, en caso de sospecha de que esto no se está haciendo, se podrá expropiar forzosamente y obligar a pagar su restauración.

Es un lienzo de 111×86cm de figuras religiosas, un Ecce Homo, es decir, la escena de un Jesús antes de su crucifixión, lo cual referencia al Barroco. La silueta que más resalta es la del nazareno coronado de espinas, delante de quien hay un sujeto mostrando las palmas de sus manos y detrás un hombre cubriéndole los hombros con una manta roja.

El Museo del Prado afirma en el boletín que “no existen dudas de que la pintura constituye un magnífico testimonio del primer naturalismo italiano, una escuela que ejerció gran influencia en todo el arte europeo. La técnica estilística, el protagonismo de los primeros planos de los personajes, el realismo de modelos humanos, el contraste lumínico y la sobriedad compositiva configuran la obra como un exponente de gran interés de la pintura italiana naturalista del siglo XVII”.

El cuadro está actualmente en sus respectivos estudios de autentificación, es importante para la historia del arte dar con el verdadero autor de esta obra, juicio que podría tardar años. Pero, ¿cómo es el proceso de autentificación de una obra de arte?

Consta de algunos pasos donde varios historiadores, expertos y restauradores hacen un análisis pictórico de la obra para definir su época; estudiosos del artista en cuestión tratan de identificar rasgos que definan su autoría —si el cuadro tiene marco, este también entraría en estudio— y luego se entraría en un proceso de estudio documental en el que se busca resolver el año de creación, el lugar, cuántas veces fue trasladada de su origen y cómo llegó a donde está actualmente.

Hay que tener en cuenta que en estos casos puede ser más complejo que con una obra actual, ya que existen más regulaciones. Se debe considerar también que Michelangelo Merisi Da Caravaggio fue uno de los pintores más importantes del Barroco italiano, por lo que su estética influenció centenares de artistas de la época, tanto que se le nombró a la suma de características de su obra como un movimiento pictórico: el caravaggismo. Esto hace que encontrar una pintura con las particularidades del italiano no descarte inmediatamente a otros artistas de la época.

Especialistas como María Cristna Terzaghi, que han estudiado a profundidad a Caravaggio, no tienen duda de que el cuadro tiene mucha similitud con lo que el pintor solía hacer en sus obras: “No es una cuestión matemática. Hay algunos detalles importantes como la figura de Pilatos. Caravaggio usa el mismo modelo en La Madonna de Rosario que está en Viena. La composición es muy caravaggiesca: los tres hombres que vienen de la oscuridad hacia la luz. Las manos de Pilatos están puestas de una manera muy elocuente y similar a La Madonna de Rosario. El tipo de pincelada es propia de su etapa en Nápoles”.

Teniendo ya las características de estilo del cuadro, se debe también saber cómo llegó a España, ¿lo hizo de manera legal? Preguntas como estas también se deben de plantear para descartar falsificaciones. Por fortuna, siempre que se vende, se dona o se exporta una pieza de arte se le otorga una documentación oficial.

En este caso, la obra cuenta con un documento de compra de 36 páginas que data de 1823, en el cual la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando entrega el cuadro al político Evaristo Pérez de Castro, en un intercambio de obras de arte en la que se citan los nombres de Bartolomé Esteban Murillo, Alonso Cano, y Carabaggio (con b en el documento original). La familia propietaria aseguró desconocer todos estos documentos e inventarios, y sostienen que no conocen ni la autoría ni el origen de la obra.

Una pieza más del acertijo pareciera haberse puesto en su lugar cuando se descubrió que dentro de un inventario de obras de la colección real de Carlos III, de 1789, había un cuadro con las mismas dimensiones y con características de la escena que se ajustan perfectamente. Esto aclara cómo dio a parar el cuadro con la familia: de Nápoles pasó a manos de la colección Real, de ahí a la Real Academia de San Fernando y de ahí a Evaristo Pérez de Castro. Sumado a lo anterior, en 1954 Roberto Longhi publicó una copia de un Ecce Homo de Caravaggio que es igual a este cuadro y que se creía perdido, lo que da más razones fundadas para creer que la pieza puede ser efectivamente un caravaggio.

Solo alrededor de 60 obras son reconocidas como originales de este autor, por lo que un debate como el que inició en dicha subasta es un hecho histórico de gran relevancia para la historia del arte y el enriquecimiento cultural de España. El Ministro de Cultura y Deportes ha mostrado su interés de tenerla en el Museo del Prado si se comprueba su autenticidad pues “sería lo ideal, es el lugar natural de una obra tan maravillosa como esta”. 

La comunidad del arte está ansiosa por conocer al autor de esta pintura porque, sea un caravaggio o no, la majestuosa obra ya forma parte de su historia y estudio por el solo hecho de haber generado sumo debate.

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